[Seminci 2018] 'Museo', Gael García Bernal nos roba el corazón

Ganó el premio a mejor guion y debería haberse llevado también el de mejor dirección. Museo, el nuevo proyecto del director de Güeros Alonso Ruizpalacios que compitió en la pasada edición del Festival de Berlín, no descuida ni uno de sus planos ni, en general, todas las posibilidades a su alcance para construir una película estilísticamente refrescante, excitante y rompedora. Museo está plagada de zooms estilosos, de encuadres cuidados, de geniales decisiones de sonido y musicales –por mucho que a mi vecino de butaca en el pucelano teatro Carrión la banda sonora (Nick Drake mediante) le pareciese muy exagerada– y todo ello macerado con un astuto y divertido montaje.

A la diversión también contribuyen los dos personajes protagonistas, amigos improbables que a ratos recuerdan a Dos tontos muy tontos y, otros, a los hermanos Wilson en una versión latina de Bottle Rocket. La narración en off, naif y esponjosa, casi infantil, tanto que es fácil compararla con la de Santiago Lorenzo en Mamá es boba, justifica ese premio de guion en la Berlinale que, sin embargo, vista la película, sabe a poco. Gael García Bernal es Juan, el protagonista de esta historia que, en el fondo, habla de un hijo que busca la aprobación de su padre de las maneras más equivocadas. Alfredo Castro, el padre, sigue perfeccionando ese don suyo para resultar fascinante y a la vez asustar. Ambos bordan a sus personajes brillantemente dialogados con esa mezcla de humor, ternura y patetismo con la que Wes Anderson escribe los suyos.

Lo de menos, claro, es a lo que se dediquen estos personajes. Ya sea robar el Museo Arqueológico de México DF, huir a Acapulco para intentar venderle a unos gringos su propio patrimonio o estar a punto de perderlo por culpa de un vieja actriz de películas porno. Una trama a la que no le falta gracia pero que en manos de otro director seguramente no nos hubiese robado ni el alma ni el corazón.

Museo se estrena el 31 de octubre.