[Seminci 2018] ‘Mi obra maestra’: el arte es un fraude; el cine, no

El director de ‘El ciudadano ilustre’ conquista el Festival de Valladolid con su comedia más negra y redonda
[Seminci 2018] ‘Mi obra maestra’: el arte es un fraude; el cine, no
[Seminci 2018] ‘Mi obra maestra’: el arte es un fraude; el cine, no
[Seminci 2018] ‘Mi obra maestra’: el arte es un fraude; el cine, no

¿Por qué Mi obra maestra no compitió en Venecia? ¿Fue ser una comedia el pecado que la excluyó? Ahora que el humor está más perseguido que nunca quizás deberíamos revisar eso de que la comedia no da prestigio, incluirla en las selecciones oficiales de los festivales y darle premios. Sobre todo, si hablamos de una buena comedia. Y Mi obra maestra lo es, buenísima. ¿Obra maestra? Casi.

[Seminci 2018] ‘Mi obra maestra’: el arte es un fraude; el cine, no

Gastón Duprat venía avisando de su humor inteligente desde El hombre de al lado y El ciudadano ilustre. Con Mi obra maestra firma su comedia más redonda, más pertinente, volviendo a colocar al ser humano en un contexto artístico que destapa su absurdo, lo ridículo que es. A decir verdad, el mundo del arte contemporáneo es un simple telón de fondo. En cuatro pinceladas pero muy bien dadas, el director y su hermano Andrés Duprat –comisario artístico además de guionista– dejan a la vista las vergüenzas de un mercado, la mayoría de las veces, más especulativo que artístico e intelectual. En ese sistema se hunde Renzo Nervi, un pintor muy cotizado en los 80 pero pasado de moda que cuenta los años después de Rembrandt, “porque él era un genio y Cristo un chiflado”. Con él, se va al carajo su galerista Arturo Silva, en una serie de secuencias –el payaso en el hospital, la langosta sin pagar, etc– que no palidecen frente a la mejor comedia italiana.

[Seminci 2018] ‘Mi obra maestra’: el arte es un fraude; el cine, no

Pero si de algo quieren hablar los Duprat en Mi obra maestra es de la amistad que une a estos dos personajes. De ahí que, con sus diálogos inteligentes (ya solo el del final es para enmarcar), los geniales Guillermo Francella y Luis Brandoni no solo nos hagan reír a carcajadas sino que consigan arrancarnos una lágrima como ese par de pelotudos que tienen tanto de Dos viejos gruñones como de las tías de Arsénico por compasión. Porque si, qué duda cabe, el arte es un fraude… Por lo menos, que nos quede la amistad. Y películas como esta.

Mi obra maestra se estrena el 16 de noviembre.

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