Seis propuestas para abaratar el precio del cine

Los datos son concluyentes: el precio que pagamos por ver una película aumenta cada año que pasa. CINEMANÍA formula seis posibilidades para reducir el importe de las entradas. Por YAGO GARCÍA / MANUEL PIÑÓN
Seis propuestas para abaratar el precio del cine
Seis propuestas para abaratar el precio del cine
Seis propuestas para abaratar el precio del cine

El precio de las entradas de cine aumentó un 7 por ciento entre 2009 y 2010. Este hecho, señalado en un informe el pasado diciembre por la asociación de consumidores FACUA, seguramente te resultará conocido... Pero no con cifras tan exactas. Porque está claro que sentarse a ver una película en una sala (con su aire acondicionado, sus butacas y su pantalla grande) va camino de convertirse en un lujo... si no lo es ya.

El precio medio de una entrada en nuestro país es de 6,50 €, si la película es en 2D, y de nada menos que 8,90 € en el caso de un filme tridimensional. Como reinas del ticket caro figuran las ciudades de Madrid (7,35 € por una entrada 2D, 10,08 € de media por una 3D) y sobre todo, Albacete: la patria chica de nuestro Joaquín Reyes registra los gambiteros precios de 8'50 € por un boleto normal, y 10'50€ en el caso de que haya que ponerse las gafas. Contando que, en 2004, antes de que empezara esta escalada de precios, un español medio necesitó el producto de 42,1 minutos de trabajo (frente a los 35,4 minutos de un cinéfilo británico) para entrar en una sala de cine, sólo podemos preguntarnos: ¿qué está pasando?

Como en CINEMANÍA nos gusta sentarnos en una butaca con las palomitas en la mano, nos hemos exprimido las meninges hasta encontrar estas cinco posibilidades para abaratar el precio de las entradas. Confiamos en que los 744 cines que operan en nuestro país (datos del Ministerio de Cultura) y las distribuidoras (grandes y pequeñas) que ponen los filmes en circulación tomen nota de alguna de ellas.

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1 .- Gafas 3D no desechables

Las cifras cantan: el incremento de precio entre una película 3D y una 2D le sale al espectador por alrededor de 3 euros, a repartir entre exhibidor y distribuidora. No está mal, ¿verdad? Así las cosas, y dado que estas gafotas de casi 250 gramos de peso suelen ser reutilizadas, ¿por qué no aplicar un descuento en su entrada al espectador que acuda con un par propio? Estamos seguros de que, dadas las complejidades del formato estereoscópico, esta medida no abaratará de golpe el precio de los tickets, pero sí reducirá costes para el exhibidor... Y para el espectador, dado que los modelos de televisor con capacidad 3D están abriéndose camino en el mercado. ¡Ah! Y no hace falta que las susodichas lentes tengan forma de robot gigante.

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2 .- Potenciar los abonos de temporada

El ejemplo de Francia y Reino Unido debería cundir en el resto de Europa: en estos dos países, un espectador puede comprar abonos de temporada (season tickets o unlimited cards en inglés) que le permiten asistir a todas las películas que quiera durante un determinado período de tiempo. Esta iniciativa, una suerte de 'tarifa plana' cinéfila, fue puesta en circulación en España en 2002 bajo el nombre de "Entrada práctica", pero su elevado coste (240€ por abono anual) la convirtió en poco atractiva para el público. Sin embargo, a nosotros todo nos parecen ventajas: el ahorro en el precio de una entrada sencilla puede rondar el 30% y, desde el punto de vista más fenicio, la empresa exhibidora se asegura un público cautivo que irá con preferencia a sus salas para amortizar su coste. ¿A qué esperamos para implementarla, con opciones de pago aplazado o promociones que abaraten su precio?

3 .- Entradas con prioridad de venta anticipada

¿Sabías que, cuando un exhibidor adquiere los derechos de una película a una distribuidora, muchas veces no ha podido verla de antemano? Pues es así: esta técnica de ventas, conocida como blind binding ("contratación a ciegas") resulta una de las más extendidas en el mercadeo de la distribución de cine junto al block binding ("contratación por bloques"), que obliga a la empresa a adquirir de un paquete de películas, generalmente formado por un blockbuster y un montón de títulos de dudosa rentabilidad.

Ahora, examina nuestro apartado anterior: coincidirás que adquirir un abono periódico para ver películas se parece mucho al block binding, así que ¿por qué no dar un paso más y permitir al espectador que compre entradas con mucho tiempo de antelación? Si festivales de música como el FIB de Benicàssim o el barcelonés Primavera Sound ofrecen abonos con un sustancioso descuento antes de que sus programas estén cerrados (con diferencias de precio que pueden suponer un centenar de euros, o varios, con respecto al ticket 'normal'), uno podría adquirir una entrada a precio reducido para su película más esperada en cuanto esta haya comenzado su preproducción, sin haber visto aún el tráiler ni consultado la opinión de los críticos. Los sudores fríos cuando el primer avance resulte desalentador, o cuando ese periodista de tus amores afirme que el filme no vale un pimiento, podrían considerarse una emoción añadida.

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4 .- Más tecnología digital en proyección y promoción

¿Hemos oído tragar saliva? Tranquilos: si lo miramos con objetividad, el paso al digital no sólo conlleva liberarse de las bobinas (y de sus incómodas 'latas de ensaimada'), sino también reemplazarlas por la sencilla comodidad de un disco duro portátil, con el consiguiente ahorro en costes para el exhibidor. Por otra parte, el uso de la proyección y el almacenamiento digital facilita maximizar beneficios con técnicas como el interlock, que permiten exhibir un solo filme en varias pantallas sin coste adicional -salvo el marcado por los derechos de autor-, como bien sabe Santiago Segura. ¿Cuánto tardará el público en beneficiarse de estos cambios con un abaratamiento de las entradas?

Pero esta evolución tecnológica no sólo iría orientada a la proyección de las películas, sino también a su promoción. Una de las partes más complejas (y costosas) de la labor de una distribuidora es la llamada P & A (Prints and Advertising), que incluye imprimir y lanzar los pósters, displays y otros materiales promocionales. ¿No habíamos quedado en que la prensa escrita en papel está tocada de muerte? Pues las empresas de cine deberían tomar nota y fomentar su presencia en internet, un medio en el cual cada lector pone su propio soporte, en forma de pantalla. Gritemos a coro: "¡Queremos más píxeles y menos sablazos!".

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5 .- Más películas bajo licencia Creative Commons

¡Atención, cineastas y distribuidoras indies, esto va por vosotros! Si las majors cuentan con un gran aparato de distribución y con un mercado cautivo en forma de multisalas y grandes superficies, los representantes del cine a la contra pueden beneficiarse de un público menos numeroso, pero más fiel y, sobre todo, más propenso a buscar formas de ver una peli sin necesidad de pagar intermediarios.

En 2009, la directora Nina Paley dió la campanada con su película de animación Sita Sings the Blues, distribuida bajo licencia Creative Commons (que permite la duplicación y difusión sin ánimo de lucro) en formato analógico de 35mm. Pese a los reducidos medios de los que disponía, una buena promoción a base de blogs y campañas virales permitió a Paley obtener beneficios directamente, sin precisar la venia de una compañía grande y, sobre todo, minimizando los gastos. Michael Moore y otros directores cercanos al mainstream han experimentado con sistemas similares, que conllevan reducir los pasos entre la proyección y la exhibición con el consiguiente ahorro para todos. ¿Alguien se anima a implementarla en España?

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6.- Entradas 'last-minute'

Haz la siguiente prueba: ve un día de entre semana que no haya precio reducido a la primera o última sesión de cualquier película. No te será demasiado complicado encontrar salas prácticamente vacías o con afluencias de público bastante discretas. Teniendo en cuenta que los gastos del cine en cuestión son inevitables, que la proyección en muchas salas está programada y no se puede suspender, ¿por qué no se podría sacar algo parecido a los billetes 'last minute' que ofrecen algunas compañías de vuelos baratos?

¿Cómo funcionaría aplicado a la exhibición de películas? Las salas pondrían a disposición de los espectadores a los que no le importe esperar a que haya asientos libres entradas a precio muy reducido escasos minutos antes del comienzo de la sesión.

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