SEFF 2022 | 'Aftersun': la agridulce y nostálgica carta de amor de una hija a su padre es la revelación indie del año

La escocesa Charlotte Wells se estrena en el largometraje con esta pequeña pero tierna historia inspirada en sus recuerdos junto a su padre en un remoto resort de Turquía en los años 90.
'Aftersun' de Charlotte Wells
'Aftersun' de Charlotte Wells
BBC Film
'Aftersun' de Charlotte Wells

"He drinks a Whiskey drink, he drinks a Vodka drink / He drinks a Lager drink, he drinks a Cider drink / He sings the songs that remind him of the good times / He sings the songs that remind him of the better times", dicen los versos de Tubthumping, la más conocida (y probablemente única) canción de la banda de rock Chumbawamba, que aunque compuso muchos más temas nunca superaría la fama de aquel hit de 1997.

Tubthumping de Chumbawamba es, junto a los de otros grupos de la época como R.E.M. o Blur, uno de los hits que suena en Aftersun, la primera película de la escocesa Charlotte Wells. Toda una declaración de intenciones por parte de la directora por encapsular su pequeña gran historia en un verano, el de 1997. La de una niña, Sophie (Francesca Corio) y su padre Calum (Paul Mescal), con el que pasará su último verano en un paradisíaco resort turco. 

La historia, inspirada en las vivencias de la propia directora con su padre pero un producto de ficción al fin y al cabo (ni siquiera aquel viaje tuvo lugar según recalca la cineasta), es una agridulce carta de una hija a su padre. Agridulce porque lo que comienza siendo un recuerdo nostálgico e idealizado de la figura paternal, poco a poco se va convirtiendo en un retrato mucho más oscuro y melancólico de esa figura de autoridad a la que añora pero con la que ya no tiene la misma relación.

Imagen de 'Aftersun'
Imagen de 'Aftersun'
Cinemanía

Wells mezcla hábilmente la belleza del paraje turco con la profundidad de lo que sucede entre bambalinas, ese autodescubrimiento por parte de la pequeña Sophie de que su padre, como sucede con el resto de padres del mundo, no es perfecto. Calum está lleno de dulzura y corazón, pero también es descuidado con su hija, tiende a abstraerse y, sobre todo, padece de una severa depresión que se va acentuando conforme pasan los días en el resort. Aftersun es un viaje de ida y vuelta cruzado: la coming of age de una niña madurando a base de responsabilizarse de su padre; y la caída a los infiernos de un joven cercano a los 30 que se ve incapaz de asumir su proceso de madurez, un niño grande como los que habitan los filmes de Adam Sandler pero sin tanto humor de por medio para suavizar.

Fue en un baúl de los recuerdos en el que Charlotte Wells descubrió las fotos Polaroid y las cintas de vídeo de su padre, y es a través de ellas que se narra Aftersun. Imitando un poco ese modelo de autoficción en el que uno no sabe qué es real y qué imaginado, la cineasta contrapone a la Sophie adulta con la niña para ilustrar esa pérdida de la inocencia, esa mezcla de añoranza y a la vez decepción de haber tenido que enfrentarse a la cruda realidad desde tan joven. Porque a veces es inevitable recordar con cariño ciertos momentos, aquellas canciones con las que uno vivió grandes momentos. Pero como demuestra el filme, uno ha de pasar página y no quedarse en aquel verano. Aftersun es probablmente el hit indie del año, pero esperemos que su fama llegue más lejos que la de Chumbawamba.

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