[SEFF 2021] 'Diarios de Otsoga': la aventura de filmar durante una pandemia

En su primer trabajo a cuatro manos, Maureen Fazendeiro y Miguel Gomes invierten la cronología para desgranar el día a día de un singular rodaje estival.
Imagen de 'Diarios de Otsoga'
Imagen de 'Diarios de Otsoga'
Cinemanía
Imagen de 'Diarios de Otsoga'

Para quien esto escribe, ver en los fugaces créditos iniciales de la película de Gomes y Fazendeiro el nombre de la productora O Som e a Fúria fue un poco como volver a casa. O como reencontrarse con unos viejos amigos: quizá tenga que ver con la nostalgia de 2013, mi primera visita a un Festival de Sevilla en el que un iluminador foco portugués nos puso sobre la pista de cineastas como Rita Azevedo Gomes, Joaquim Pinto o João Nicolau, este último auspiciado también por la misma productora con la que Miguel Gomes saca adelante sus películas.

Precisamente en A espada e a rosa (Nicolau), el título que más ansiaba ver de aquel SEFF, aparecía ya una jovencísima Crista Alfaiate. En Diarios de Otsoga —agosto al revés— es la integrante femenina de un trío al que, en los primeros compases de la película, veremos deshojar el tiempo perezoso del verano en una finca rodeada de vegetación. Con la particularidad de que, como si las hojas arrancadas de una agenda fueran volviendo a hilarse, los días transcurren en sentido inverso: empezamos por el 22, con una fiesta casera durante la que Carlotto (Carlotto Cotta) descubre con estupor a Crista besándose con João (João Nunes Monteiro).

Será a través de una travesura del mismo Carlotto que, poco después, sabremos que los tres jóvenes son los actores principales de un rodaje en plena pandemia del COVID-19, comandado por los mismos Miguel Gomes y Maureen Fazendeiro, que tratan de amoldarse a las restricciones impuestas por la Portuguese Film Commission. No es el único contratiempo; hay otro, aunque feliz: Fazendeiro, que es también la pareja de Gomes en la vida real, se halla en avanzado estado de gestación y tiene que ausentarse del rodaje.

Fotograma de 'Diarios de Otsoga'
Fotograma de 'Diarios de Otsoga'
Cinemanía

Aunque tratar de narrar lo que acontece en esta pequeña gran película es incurrir en una especie de contradicción, puesto que solo podremos montarla cronológicamente en nuestra cabeza una vez termine. Ante el imperativo vital de tomarle de nuevo el pulso a la vida tras los primeros meses de confinamiento estricto, Fazendeiro y Gomes se propusieron reunir a unos cuantos amigos —tampoco falta el sonidista Vasco Pimentel, al que recordarán los asiduos al cine de Gomes— y crear colectivamente la película a lo largo de cinco semanas, sin un guión predeterminado.

La excusa era, mismamente, pasar tiempo juntos tras el hiato pandémico. Y en este sentido quizá Diarios de Otsoga tenga algo en común con Stop, la estrafalaria aventura que Stanley Sunday ha rodado también recientemente con los Doble Pletina. Durante el coloquio posterior a la proyección de la película de Fazendeiro y Gomes, este citó a Roger Corman aludiendo a los limitados presupuestos con los que trabajaba el legendario productor, y señalando también que el filme que ha codirigido junto a su compañera ha costado tres veces menos que su opera prima.

Diarios de Otsoga es, sí, un divertimento. Uno particularmente exuberante e inventivo, repleto de juegos metanarrativos, rimas y chanzas. Ante la tentación de juzgarla una película menor, habida cuenta que nos llega tras Las mil y una noches, el trabajo más ambicioso de Miguel Gomes hasta la fecha, quizá deberíamos pensarla también como una película sobre las cosas pequeñas y cotidianas, las que realmente importan.

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