[San Sebastián 2021] 'Spencer': Kristen Stewart asfixia como Lady Di en una actuación de Oscar

Pablo Larraín deslumbra con una Diana Spencer indomable en esta aproximación única y brillante al personaje. 
Kristen Stewart como Lady Di
Kristen Stewart como Lady Di
Cinemanía
Kristen Stewart como Lady Di

En la finca de Sandringham en la que la familia real británica pasa la Navidad hace mucho frío. No quieren subir la calefacción y prefieren cubrirse de mantas, se queja Diana (Kristen Stewart). Además, las paredes oyen. Cuidado con lo que dices porque le llegará a la reina. También te pesan nada más llegar para la celebración de las festividades ("es tradición") con el fin de comprobar si has ganado unos kilos al marcharte, señal de que te han alimentado bien. ¡Ah! Y los regalos se reparten en nochebuena. 

Siguiendo vagamente el esquema narrativo de Jackie, Pablo Larraín nos traslada en Spencer a esa majestuosa casa de campo durante las últimas vacaciones de Navidad de Lady Di con los Windsor. Esta magnífica aproximación a la vida del personaje en pantalla (una de las mejores con The Crown) ha llegado al Festival de San Sebastián tras su paso por Venecia como la más grata de las sorpresas.

Lejos de la princesa aniñada, jovial e inocente que a menudo hemos visto representada en cine y TV, la Diana de Larraín es una mujer asfixiada y trastornada por la exposición mediática, por la "tradición" arcaica de la realeza y por las infidelidades de su marido. Todos temes sus reacciones, todos la controlan, mientras ella, indomable, rebelde y absolutamente perdida, trata de no estallar durante esos tres días que debe pasar con su familia política.

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El principal acierto del chileno pasa por poner el foco sobre Diana y contar esta historia a través de su relación con el servicio de la casa de campo y sus hijos. La familia real, aunque presente, queda relegada a un segundísimo plano (hasta los corgis de la monarca acaparan más metraje que ella) y es mediante el cocinero jefe, la asistenta o, sobre todos, Guillermo y Harry, como el cineasta explora el dolor y el hartazgo de la protagonista. 

Su mejor aliada es una magnética Stewart, que seduce con esa Lady Di tímida, de cabeza gacha y mirada evasiva que veíamos a través de las pantallas, pero también con la Diana que no conocimos, destruida y obsesionada con Ana Bolena, que grita en silencio, que vomita sus atracones de comida y se autolesiona. La actriz, en su mejor actuación hasta el momento, consigue que sintamos la angustia del personaje a la hora de comer, su frustración matrimonial, la claustrofobia absoluta en esa finca.

Así, Larraín firma su apuesta más completa como director, una fábula en la que volvemos a sus mundos preciosistas, pausados, a veces demasiado metafóricos (Ana Bolena, los faisanes), cuidados al detalle desde su puesta en escena hasta su vestuario. Con esa poética visual que lo caracteriza, nos traslada a los recuerdos más personales de la protagonista, a su niñez con Hula Hoop o a su juventud en bicicleta; bailamos y corremos con ella por Norfolk mientras se aferra a un viejo abrigo de su padre, mientras se cuela en la casa en la que creció para romper con ese collar que la ahogan, mientras pone fin junto a sus hijos a ese "presente pasado" para mirar al futuro.

Spencer es, en esencia, la minicrónica sobre una Diana que, tras tocar fondo, debe volver a recuperar a la niña feliz que fue antes de convertirse en princesa, el viaje de Diana de Gales a Diana Spencer contado de forma magistral. Ella necesitaba un milagro, lo merecía, y Larraín y Stewart se lo han dado reivindicándola como una heroína insegura, rebelde, imperfecta y maravillosa que ansía recuperar su libertad. 

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