[San Sebastián 2021] 'Noche de fuego', un duro retrato de la vida en los pueblos mexicanos asolados por el cártel

La directora Tatiana Huezo  se embarca en su primera película de ficción, que será estrenada en Netflix , en un crudo relato sobre la vida de tres niñas condenadas a vivir escondidas de los narcotraficantes 
Fotograma de 'Noche de fuego'
Fotograma de 'Noche de fuego'
Cinemanía
Fotograma de 'Noche de fuego'

Hay realidades que coexisten más allá de lo conocido, injusticias marginales que apenas salen en los medios y cuando lo hacen son tratadas desde la lejanía y sin aportar mucha profundidad sobre el tema. Es discutible hasta qué punto el cine debe ser un medio para retratar estas realidades, para rescatarlas de su marginalidad y dar voz a los personajes que viven en ellas, que desde luego lo necesitan. Lo que no es discutible es que el cine es una herramienta imprescindible para ayudar a acercar estas historias al público que no está tan familiarizado o sensibilizado con ellas.

La de Noche de fuego es una de esas historias, una película construida como ficción pero que puede funcionar perfectamente como un documento periodístico sobre la situación de muchos pueblos en México. De forma irónica sucede todo lo contrario a Una película de policías, la otra gran obra mexicana estrenada en este Festival de San Sebastián. En aquella su director, Alonso Ruizpalacios, venía de hacer ficción (Güeros, Museo o la serie Narcos: México) y se pasaba a una especie de documental (lo más correcto sería no-ficción) en torno a la policía de Nuevo México. En Noche de fuego sucede todo lo contrario, es Tatiana Huezo (Tempestad) quien deja atrás el documental para embarcarse en la aventura de la ficción. Pero qué aventura la suya.

Presentada oficialmente en el Festival de Cannes donde ganó la Mención Especial del Jurado de Un certain regard, Noche de fuego cuenta la historia de tres niñas que viven en un pequeño pueblo a la linde de las montañas. Aunque la directora reconoce que la Sierra Gorda le sirvió de inspiración antes de realizar la película, lo cierto es que no hay intención alguna por parte de su directora de ubicar el relato en un sitio concreto. Esta es una historia universal para todos aquellos pueblos mexicanos asolados por el cártel y para las mujeres que los pueblan.

Fotograma de 'Noche de fuego'
Fotograma de 'Noche de fuego'
Cinemanía

No obstante, Huezo sí focaliza su primera ficción en cuanto a los personajes, en tres niñas de edad similar y en particular en Ana. Algo más perspicaz y despierta que el resto de sus amigas, Ana vive con su madre en una casa en lo alto de la montaña, lo más lejos posible de la vista del cártel. Pero, aun así, tanto Ana como el resto de sus amigas han sido escondidas y educadas para ser conscientes de una cosa: en cualquier momento puede aparecer un narcotraficante y llevárselas.

De esta forma, los primeros compases de Noche de fuego transcurren de forma bastante tranquila, con un modo de filmar muy observacional y que pone el ojo sobre los pequeños detalles que va aprendiendo Ana sobre un mundo que le rodea pero que aún escapa a su entendimiento: los cortes de pelo continuos, la ropa holgada, la exhaustiva preparación de su madre en cuanto a una posible fuga... Ana aún no es consciente, pero está viviendo de los últimos momentos de su infancia.

Y es que a partir de ahí se sucede un salto en el tiempo de unos años, para conocer a una Ana igual de inteligente y curiosa, pero a la que la pubertad está arrojando a un barranco del que cada vez empieza a ser más consciente, sobre todo cuando ve lo que le sucede a una de sus amigas durante una de las "visitas" del cártel.

Fotograma de 'Noche de fuego'
Fotograma de 'Noche de fuego'
Cinemanía

Lo más fascinante de la puesta en escena de Tatiana Huezo es esa apuesta tan segura de la coming of age por encima de cualquier mecanismo que lleve al film a caer en un trhiller cualquiera sobre el cártel mexicano. Aquí lo importante no son los narcotraficantes, cuyas caras se mueven casi tan fuera de plano como podía suceder con los nazis en Dunkerque. Lo que importa es Ana y su viaje acelerado hacia la madurez en las condiciones menos favorables. Una huida sin mirar atrás que bien representa la cruda situación que han vivido y siguen viviendo muchos de los pueblos mexicanos asolados por el cártel.

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