[San Sebastián 2020] 'El agente topo' es la versión Imserso de James Bond

Esta edición del festival es de los abuelos, y ninguna película lo demuestra mejor que la divertida 'El agente topo', que representará a Chile en los Oscar.
[San Sebastián 2020] 'El agente topo' es la versión Imserso de James Bond
[San Sebastián 2020] 'El agente topo' es la versión Imserso de James Bond
[San Sebastián 2020] 'El agente topo' es la versión Imserso de James Bond

Cuando apenas faltan dos txakolís para que esto se acabe, está claro que la 68 edición del Festival de cine de San Sebastián, la edición de la pandemia, de la mascarilla y del tufo a gel hidroalchólico, va a ser la edición de los abuelos. Están por todas partes, dentro y fuera de las salas.

En las calles, la edición empezó con la ausencia de un octogenario como Woody Allen y hoy solo se habla de su colega septuagenario Eugène Green, expulsado del certamen por negarse a llevar la mascarilla durante una proyección. Parece que el director de Esperando a los bárbaros tiene un carácter que haría temblar el bigote de Atila.

Más allá de las conversaciones entre pintxos, en las pantallas, señores y de edad provecta han sido los protagonistas con Alzhéimer de The Father de Florian Zeller y la pareja gay de Supernova de Harry Macqueen, el cascarrabias con demencia senil de Falling de Viggo Mortensen, el semi invisible de Hermanos en una noche de verano de Yoon Dan-bi y, por supuesto, nuestro favorito, el simpar Sergio, el particular investigador de El agente topo, de la chilena Maite Alberdi.

La película, que acaba de ser seleccionada por Chile para competir en los Oscar, parte de una premisa descacharrante: un detective recluta y entrena a un octogenario para convertirlo en un avezado infiltrado. Su misión, sin embargo, no será tan arriesgada como la de otros iconos fílmicos como Donnie Brasco o El Lobo. Se trata de introducirse en el geriátrico San Francisco para descubrir hasta qué punto una de sus residentes es tratada como se merece.

Es, por así decirlo, la versión Imserso, indie y documental de Kingsman. Como buen émulo de Bond, James Bond, Sergio tendrá casi más problemas para quitarse de encima a todas las mujeres que le revoletean pidiendo sus favores que para cumplir su misión. Esa galantería que enloquece a sus compañeras de pastillero es, junto con su falta de pericia para utilizar las aplicaciones de un smartphone, la base para unos divertidos gags.

Para el picajoso, la película tiene obvios problemas de verosimilitud: ¿cómo creerse que el equipo de rodaje se pasea por la residencia con la misma soltura que las enfermeras? A determinada edad, sin embargo, eso poco importa. Lo que Sergio descubrirá no es un microfilm, ni un crimen perfecto, sino algo mucho más mundano e importante: la fórmula no tan secreta para una vejez digna, que no es otra que el cariño y la compañía, justo lo que no tienen los abueletes con los que comparte confesiones.

Este mensaje está también presente con mayor o menor intensidad en el resto de películas antes citadas. Duele pensar que es cine y que, fuera de la burbuja festivalera, de esos directores empeñados en reclamarnos más atención para los mayores, la vida se parece más a esa residencia San Francisco en la que transcurre la misión de Sergio.

El maldito covid ha demostrado hasta que punto los ancianos están solos ante la adversidad. La avaricia y la incompetencia política han maltratado y diezmado a toda una generación. Si alguno de los que han dejado a los ancianos a su suerte ve El agente topo, esperemos que, por lo menos, se dé cuenta de lo inhumanos que han sido y, ni que sea durante los 90 minutos que dura la película, se les caiga la cara de vergüenza.

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