Rowan Atkinson carga contra los límites del humor: "Cada broma tiene una víctima"

"El trabajo de la comedia es ofender", afirma el humorista británico. 
Rowan Atkinson en 'La víbora negra'.
Rowan Atkinson en 'La víbora negra'.
Cinemanía
Rowan Atkinson en 'La víbora negra'.

Con series como La víbora negra, Ley y desorden y, sobre todo, Mr. Bean, Rowan Atkinson se convirtió en uno de los rostros del mejor humor británico durante los 80 y los 90. Sin embargo, Atkinson ha declarado que el estado actual de la comedia no le gusta un pelo. Y la razón de sus quejas es la socorrida 'cultura de la cancelación'.

"Soy de la opinión de que la meta de la comedia es ofender, o tener el potencial para ofender, y no puede verse privada de ese potencial", afirma Atkinson, que estrena Man vs. Bee en Netflix el 24 de junio. 

"Cada chiste tiene una víctima", prosigue el actor en una entrevista para The Irish Times (vía IndieWire). "Esa es la definición de un chiste: hacer que alguien, o algo, o una idea, parezca ridículo". 

Sin embargo, Atkinson afirma que el panorama actual es incompatible con esa tarea. "Creo que tienes que tener muchísimo cuidado con quién se te permite hacer bromas", explica, añadiendo que la actual tendencia a dejar a las minorías y a los excluidos en paz le resulta fastidiosa. 

"¿Por qué solo puedes apuntar hacia arriba?", se pregunta el actor. Y añade: "¿Qué pasa si hay alguien creído, arrogante, agresivo y pagado de sí mismo que resulta estar en capas inferiores de la sociedad? No todos están en los parlamentos y las casas reales". 

"Hay mucha gente creída y engreída en lo que llamaríamos los estratos inferiores de la sociedad que se merece que le pongan en solfa", añade Atkinson. Y concluye: "En una sociedad realmente libre, deberías tener permitido hacer chistes acerca de absolutamente todo". 

Las palabras de Atkinson se suman a las de otros comediantes, como John Cleese y Kevin Hart, que comparten sus quejas. Pero, en este caso, no deja de sorprender que vengan de alguien que llegó a la fama metiéndose con la aristocracia británica y su secular arrogancia (lo de la estupidez, lo dejamos para otro día). 

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