¿Qué pasará con el bigote de Superman? Todo lo que debes saber sobre 'Liga de la Justicia de Zack Snyder'

¿Qué pasará con el bigote de Superman? Todo lo que debes saber sobre 'Liga de la Justicia: Snyder Cut'

Vivimos tiempos extraordinarios, confusos; en muchos sentidos, aterradores. Hace no tantos meses, el movimiento identificado como #ReleaseTheSnyderCut solo era para muchos una broma recurrente en las redes sociales, que cultivábamos siempre con el ligero temor de que a alguno de los adscritos a esta iniciativa no le hiciera tanta gracia. Fuera de la órbita fan, era difícil tomarse en serio algo como el #ReleaseTheSnyderCut. Más que nada, porque dicho "Snyder Cut" ni siquiera existía.

Desde que se estrenó Liga de la Justicia en noviembre de 2017, sin embargo, una significativa porción de los espectadores decepcionados se empeñó en mantener la esperanza de que aquella película deslavazada podía haber sido muy distinta a la que llegó a las salas. Y, para ello, erigió a Zack Snyder (director original sustituido en los reshoots por Joss Whedon) como el responsable absoluto de ese film que Warner Bros. no les había permitido ver.

Años después, este clamor fan ha dado sus frutos, y HBO España estrenará este 18 de marzo una obra llamada, como no podía ser de otro modo, Liga de la Justicia de Zack Snyder. El movimiento ha triunfado, y merece la pena preguntarse cómo ha sido posible.

Este rodaje es una ruina

Todo comenzó con Batman v Superman: El amanecer de la Justicia. Es decir, Warner ya había sembrado las semillas del drama al darle a Zack Snyder el control creativo del Universo Cinematográfico de DC para plantar cara al homónimo de Marvel, distinguiéndose honrosamente de sus competidores por haber puesto a un cineasta como máximo responsable, y no a un productor como podría serlo Kevin Feige (en la citada Marvel) o Kathleen Kennedy (en Star Wars).

El problema (al menos hablando en términos industriales; el ámbito artístico es otra cuestión) radicaba en que Snyder era un director de enorme personalidad, y muchos espectadores no estaban preparados para el giro nihilista que le dio a Superman en El hombre de acero, y la densidad filosófica que quiso inyectarle a Batman v Superman. Aunque ambas triunfaron en taquilla, las malas críticas evidenciaban que el recién nacido Universo de DC necesitaba rectificar el rumbo.

Escuadrón suicida sufrió las consecuencias cuando los productores exigieron un formato mucho menos sombrío al poco de que David Ayer terminara la fotografía principal, pero sobre todo las sufrió Liga de la Justicia, concebida como el gran crossover de los superhéroes de DC. Snyder y su coguionista Chris Terrio (que luego se acabaría involucrando en otro film bastante problemático, El ascenso de Skywalker) se vieron obligados a introducir cambios en su plan.

Tras unas reescrituras iniciales, en Warner seguían sin estar conformes con el tono del film, que pretendían fuera mucho más luminoso que el ostentado por los anteriores films de Snyder. Así fue como la major contrató a un equipo de guionistas encabezado por Joss Whedon (director del probable referente que tenían en mente, Los Vengadores) para conseguir el cambio requerido.

Por entonces Liga de la Justicia ya estaba prácticamente rodada, y duraba 214 minutos. Faltaba, claro está, todo lo relativo a la posproducción y los efectos digitales, pero entonces Warner exigió que el film durara poco más de dos horas. La producción ya estaba por entonces sumida en el caos, y todo empeoró cuando tanto Snyder como su mujer Deborah, productora, se vieron obligados a abandonar el trabajo debido a la repentina muerte de su hija Autumn.

El estudio entonces le encargó a Whedon no solo la posproducción restante, sino una serie de reshoots que acercarían más a Liga de la Justicia a la visión que tenían en mente. Dichos reshoots, además de ofrecer un entorno muy problemático de trabajo cuyas circunstancias se están aclarando hoy, exigieron el regreso de Henry Cavill como Superman cuando se había dejado crecer un enorme bigote para protagonizar Misión Imposible: Fallout, y el departamento de CGI trató de eliminarlo digitalmente al no poder afeitarse por imposiciones contractuales.

En teoría, Cavill solo aparecería con aquel extraño labio leporino para las escenas rodadas, y el estudio proclamó entonces que el montaje final era el mismo que había ideado Snyder en un 85%. Dado que Superman se tiraba la mayor parte de la película con ese inquietante aspecto, resultaba obvio que habían pecado de optimistas a la hora de lanzar el porcentaje. Ya estaba todo preparado para que estallara el #ReleaseTheSnyderCut.

Comienza la cruzada

Los reshoots de Whedon (consistentes, además de la práctica totalidad de escenas de Superman, en varios diálogos que trataban de incrementar el humor de la propuesta) costaron 25 millones de dólares, conduciendo el presupuesto total de Liga de la Justicia a unos 300 millones. La taquilla resultante consiguió cubrir estas cifras sin tampoco grandes alardes, lo que unido al (previsible) varapalo crítico dio pie a la consideración de fracaso absoluto.

Inmediatamente después de su estreno, muchos fans descontentos que habían seguido con atención los problemas del rodaje dieron inicio al célebre hashtag, aun cuando no había pruebas fehacientes de que existiera un "montaje del director". Una suerte de historia del cine de superhéroes validaba sus esfuerzos, puesto que todos tenían muy fresca la versión extendida de Batman v Superman (en opinión del fandom, infinitamente superior a la que vimos en cines) y el caso de Superman II.

Lo ocurrido con la secuela de 1980 protagonizada por Christopher Reeve había sentado un precedente en el género gracias al forzoso relevo de directores que esta tuvo igualmente, de Richard Donner a Richard Lester. En junio de 2018 el movimiento ya había obtenido 100.000 firmas en la correspondiente petición de Change.org, y a lo largo de los siguientes meses iría ganando peso en redes.

La actitud de los impulsores del #ReleaseTheSnyderCut llegó a ser comparada entonces con el fandom más tóxico de Star Wars, al convertirse pronto su entusiasmo en una excusa para acosar a las personas involucradas en el montaje final del film o a quienes daban su opinión sobre el asunto. El hashtag no dejaba de ganar notoriedad, y consiguió un hito cuando en el verano de 20219, durante la Comic-Con de San Diego, consiguió poner dos carteles en el Times Square de Nueva York.

Ese mismo noviembre, cuando se cumplían dos años del estreno de Liga de la Justicia, #ReleaseTheSnyderCut consolidó el apoyo de los propios actores del film a la causa, sumándose a la exigencia a Warner los perfiles de Gal Gadot, Ben Affleck y Jason Momoa. El matrimonio Snyder a estas alturas ya era consciente de la grandeza del fenómeno, y aparte de apoyarlo (lógicamente), también tuvieron oportunidad de mostrar su desconcierto ante la que se había montado.

"Es raro, pero es guay", llegó a decir Zack. El director era consciente de que lo más parecido que existía a un SnyderCut era el disco duro que tenía guardado con las cuatro horas sin editar que en su momento le había mostrado al estudio, pero eso no le impidió sumarse a la iniciativa, y pensar que había llegado al final del camino cuando, en febrero de este año, se presentó en su casa un comité de Warner Bros. queriendo ver el material.

Lo lograron

Según recoge hoy The Hollywood Reporter, el proyecto Liga de la Justicia de Zack Snyder empezó a tomar forma cuando al hogar de Zack y Deborah Snyder en Pasadena llegó un grupo de ejecutivos de Warner, HBO Max y DC, y pudo ver por fin las imágenes en blanco y negro que el director había conservado de su paso por el set. Lo que allí vieron debió de parecerles prometedor, porque apenas dos meses después se decidieron a hacer el anuncio.

Durante esta velada Snyder ya planteó la opción de dividir el montaje en seis episodios, hablándoles de los posibles cliffhangers que tenía en la cabeza, y de ciertas escenas que debían ser rodadas para hacer mayor justicia a su visión. Porque esa era otra, claro: el Snyder Cut no vería la luz únicamente con los retoques que hacían falta, sino que resultaba necesario remontarlo todo, rodar nuevas escenas, y llamar a los actores de vuelta a trabajar.

En esencia, se trata de construir una nueva película, y por ello no son de extrañar las cifras que ya se barajan en torno a cuánto costará la broma: de 30 a 90 millones de dólares. Con un presupuesto así, Liga de la Justicia de Zack Snyder se ha convertido en uno de los proyectos más ambiciosos de HBO Max, plataforma que llegó a EE.UU. el 27 de mayo de 2020.

"Con las plataformas y los nuevos servicios de streaming puedes hacer cosas como esta", contaba Deborah sobre el nuevo plan de Warner. "No puedes estrenarla en cines, pero puedes hacerlo en streaming. Es una oportunidad que no se contemplaba hace dos años, para ser honestos". Hace dos años, de hecho, puede que ni el fan más optimista se imaginara un escenario así, donde ante la práctica inexistencia de un Snyder Cut se procedía a rodar uno nuevo.

El reparto al completo de Liga de la Justicia confirmó su participación, como era de esperar tras el apoyo que en el pasado habían brindado al #ReleaseTheSnyderCut. Ray Fisher, intérprete de Cyborg, fue una de las primeras personas en recibir la llamada de Snyder, y al parecer reaccionó con un enorme entusiasmo, contestando a la petición con un "¿estás de broma?".

¿Cómo digerir todo esto?

El público pudo conocer finalmente la noticia durante un visionado online de El hombre de acero comentado por Zack Snyder, circunstancia aprovechada por este para soltar la bomba. Poco después el protagonista de este film, Henry Cavill, celebraba la noticia en su Instagram, pero en su alegría no se olvidaba de las peculiares circunstancias que habían permitido la luz verde de Liga de la Justicia de Zack Snyder.

Lo interesante del texto de Cavill era como este no se llegaba a olvidar de lo hostiles que habían sido los movimientos del fandom. "Vamos a tener más Liga de la Justicia, es un 'win win'. Así que, por favor, seamos amables entre nosotros", escribía tímidamente.

Aún es pronto para calibrar las consecuencias de todo esto, y aunque sea tentador compartir la euforia de los fans (y, sobre todo, de un creador cuya entidad fue sacrificada por las restricciones de un estudio), tampoco deberíamos pasar por alto el peligroso precedente que esto sienta. De hecho, es inevitable recordar cuando Paramount, ante las críticas suscitadas por el primer tráiler de Sonic, la película, decidía rediseñar a la criatura protagonista cargando de trabajo extra (y urgente) a sus animadores.

El auge de las redes sociales y el altavoz que suponen han acabado estrechando la relación entre productores y consumidores, de forma que los primeros se condicionen dócilmente a los designios de los segundos ante el temor no solo de una mala recepción en taquilla, sino de tuits o memes que puedan defenestrarlos. El reciente caso de El ascenso de Skywalker, que muchos vieron como una rectificación ante ciertos fans tras la polarización de Los últimos Jedi, no hace sino reforzar esta dinámica.

Resulta curioso, no obstante, que ocurra algo así en el seno de Warner y de, en concreto, el Universo de DC. Los éxitos de Aquaman, Joker y, en menor medida, ¡Shazam!, parecían ser razones suficientes para confiar en el futuro de la marca, una vez esta procedía a dar voz a creadores nuevos (tan lejos de la órbita de Snyder como podrían serlo Todd Phillips o Cathy Yan con Aves de presa) y los productores minimizaban su intromisión en el montaje final.

Como resultado obteníamos películas muy distintas entre sí (y poco proclives a cimentar un universo homogéneo), pero libres de la sensación de atiborramiento y control de daños que cundía en anteriores films de DC. Puede entenderse como una vuelta de Warner sobre sus pasos atendiendo a este nuevo horizonte de cineastas sin ataduras (y ser celebrado si es así), pero que la motivación se haya dado gracias a unos fans vociferantes de Internet no lo hace todo menos cuestionable.

Snyder, por su parte, está encantado de contar con "la oportunidad de explorar más a fondo a los personajes", pero de momento no se han dado detalles sobre las posibles medidas para arregarle el bigote a Superman. Ese bigote que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en un símbolo perfecto de la época tan convulsa que vive el mainstream.