¿Qué fue de Silke? La 'it girl' de los 90 que pasó de rozar el Goya a desaparecer de las pantallas

Un breve repaso por la trayectoria de la actriz que huyó de la fama tras convertirse en actriz fetiche de Medem.
Fotograma de 'Tierra'
Fotograma de 'Tierra'
Cinemanía
Fotograma de 'Tierra'

Silke no necesitó demasiadas florituras para convertirse en la it girl de los 90 patrios. Ni siquiera le hizo falta el apellido. Le bastó un aspecto atípico, frescura, altas dosis de descaro y un piercing para ser imagen de todo y en todo (en todas las pantallas, grandes, pequeñas, medianas, con alas) y ganarse una nominación al Goya como Mejor Actriz Revelación por Tierra (Julio Medem, 1996). 

Un discreto huracán que llegó sin avisar a nuestras salas de cine y desapareció del mismo modo. La antítesis del prototipo de actriz de moda de entonces, y también los excesos y carencias de todos los personajes a los que dio vida. Eso era Silke. Eso fue, al menos.

En modo automático

Cuando la industria reparó en ella, esta madrileña de madre alemana se encontraba en algún punto inconcluso de Malasaña, apurando los restos de lo que fue La Movida en un estudio de piercings, perforando orejas y narices, y malvendiendo plata en una tienda de ropa de segunda mano. Lo que a ella le iba era el arte, en el más ecléctico de los sentidos, y, para nutrirse de ello, de vez en cuando se dejaba caer por los cursos de interpretación de William Layton sin demasiadas ideas proyectadas. Julio Medem la descubrió allí mismo.

En 1995 la veíamos por primera vez en pantalla —a excepción de su pequeño papel en Orquesta Club Virginia (Manuel Iborra, 1992)—, en la piel de Niña, siendo protagonista absoluta de Hola, ¿estás sola?, ópera prima de Icíar Bollaín que logró dar forma a unas castizas Thelma y Louise (con un peculiar Brad Pitt a bordo). Su personaje (su primer personaje), junto a Candela Peña, con las dudas y el valor de quien sabe lo que no quiere, acabó eclipsando en esta trama de primeras veces. 

Paradójicamente, la de Bollaín vino a ser el punto de partida de un camino que, igual que hizo Niña, Silke anduvo en modo automático —y sin frenos—. Y después de ella vendrían Kelly, Mari, Amor, Inma, Sira y otras muchas que se irían sucediendo a toda prisa a finales de los 90 entre idas y venidas (muchas más idas que venidas).

Fotograma de 'Hola, ¿estás sola?'
Fotograma de 'Hola, ¿estás sola?'
Cinemanía

Con los 22 recién cumplidos y en apenas seis meses, la jovencísima Silke ya había sido rubia, morena y pelirroja. En medio año rodó tres películas (con nominación de por medio) sin que le temblara el pulso, donde a veces costaba discernir cuánto había de actriz y cuánto de personaje. 

Tierra (Julio Medem, 1996), Tengo una casa (Mónica Laguna, 1996), Hola, ¿estás sola? fueron tres de los filmes que más alegrías le dieron, y que a nosotros nos siguen dando tras más de 20 años, cuando tímidamente se dejan encontrar por la estantería de algún videoclub superviviente de Lavapiés, o en cierto mercadillo de barrio. Ahí, entre las de Pedro Almodóvar y Álex de la Iglesia.

Los no tan felices 90

En cualquier caso, sus felices años 90 no fueron tan dorados como nos hicieron creer. Los papeles le llovían, las revistas se peleaban por tener su cara en portada y a ella, más pronto que tarde, le acabó explotando la fama. “Me encuentro en la etapa más confusa de mi vida. Estoy empezando a asimilar lo que me ha pasado”, llegó a decir en una entrevista para El País Semanal en 1996. 

Meses más tarde desapareció del mapa. Se esfumó. Decidió perderse durante una temporada en alguna parte de la India y Nepal para reconectar con ese lado salvaje suyo que siempre estuvo ahí, medio dormido medio despierto, entre Maris, Kellys y Niñas.

Fotograma de 'Tierra'
Fotograma de 'Tierra'
Cinemanía

Con el comienzo del nuevo siglo la situación no cambió demasiado. Aterrizaron en nuestras salas largometrajes como Km. 0 (García Serrano, Luis Iborra, 2000), Almejas y mejillones (Marcos Carnevale, 2000), Tú qué harías por amor (Carlos Saura, 2001), Tuno negro (L. Barbero, J. Martín, 2001)...

Y Silke seguía sintiéndose fuera de lugar, de los focos, de las alfombras rojas, del lujo, de esa fama que se le escapaba de las manos. Hasta que en 2006 se despidió para siempre del celuloide, y con las mismas dudas que Niña en Hola, ¿estás sola? se fue, cargando con todo lo que podría haber sido, y con más de una nominación, de un Goya y de un Feroz desdibujados.

La renuncia de una musa

Y es que algo tuvo que pasar en los 90 (o en las Pitiusas), sin duda, para que toda una it girl como ella renunciara a la esencia más hippy de los 70 para mudarse a Ibiza, al centro neurálgico de la cultura clubbing más incipiente del momento. Todo apuntaba a que estaba en un retiro espiritual, que se había fugado al bosque, a alguna playa desierta del caribe o de Noruega, quién sabe. 

Todo el mundo teorizaba sobre lo lejos que podría estar, y nunca antes la habíamos tenido tan cerca, tan cómoda y tan feliz, diseñando y creando sus propias joyas en Ibiza, con su familia. Con sus brazos tatuados de flores y corazones, con su piercing, con su imagen de actriz que fue como ninguna otra y que hizo lo que ninguna otra: renunciar a su condición impuesta de musa del cine.

Fotograma de 'Tengo una casa'
Fotograma de 'Tengo una casa'
Cinemanía

Pero al fin y al cabo, y siempre a su manera, —porque no podría ser ni será de ningún otro modo viniendo de ella— Silke sigue siendo esa artista bohemia de los cursos de William Layton, y también, según un rápido vistazo en Google, “actriz, artesana y joyera”. Si nos la volveremos a cruzar, eso no lo sabemos. Quizá algún día, vendiendo plata en el mercadillo de Las Dalias, perforando orejas en Malasaña, o si la nostalgia nos persigue demasiado, en cierto videoclub de Lavapiés.

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