"Que el cine se convierta en una fiesta": la batalla de las salas autogestionadas

Conforme la crisis deja más y más locales cerrados, asociaciones de vecinos y movimientos asamblearios luchan por reabrirlos y mantenerlos en funcionamiento. Por YAGO GARCÍA
"Que el cine se convierta en una fiesta": la batalla de las salas autogestionadas
"Que el cine se convierta en una fiesta": la batalla de las salas autogestionadas
"Que el cine se convierta en una fiesta": la batalla de las salas autogestionadas

Desde el 18 de abril, cuando Enrique González Macho anunció el fin de Alta Films y los Cines Renoir, está muy claro que la exhibición de películas en España es un negocio cada vez más difícil. Al menos, para aquellos locales que no dependen de grandes empresas multinacionales, o que se sitúan en los centros urbanos en lugar de en centros comerciales de las periferias. Por no hablar de aquellas poblaciones de pocos habitantes, en las cuales encontrar una sala abierta es una misión imposible con la que no podría ni Ethan Hunt.

No obstante, la necesidad aguza el ingenio: si esta coyuntura implica que cada vez hay más salas vacías, nosotros podemos decir que hay más gente de la que parece dispuesta a llenarlas. Estamos hablando de cines autogestionados, que reemplazan la tradicional estructura empresarial por otra basada en asambleas populares y asociaciones de vecinos, y que se financian a través del pago de cuotas por parte de sus socios.

¿Cómo conseguimos la sala?Si se busca en internet un ejemplo de esto, es muy probable que las primeras referencias lleven a CineCiutat, el local antes conocido como Renoir Palma. Activo desde 2012, este cine mallorquín no sólo parece el ejemplo más exitoso de una sala autogestionada, sino que su historia también puede servir de manual de instrucciones para quienes quieran emprender iniciativas similares. "Cuando se anunció el cierre de los Renoir, a principios de 2012, mucha gente en la ciudad se sintió abandonada: eran los únicos cines que ofrecían cine de autor en versión original". Según prosiguen, lo que comenzó con una charla de amigos a la hora de la comida ("habituales del cine, y personas vinculadas a los movimientos sociales") se tradujo en una recogida de firmas que consiguió 450 adhesiones nada más hacerse pública.

En las siguientes semanas, se negoció con Alta Films, se constituyó la asociación cultural Xarxa Cinema y se reclutaron a más de 1.000 socios dispuestos a pagar su cuota. Cual si de un happy ending de Hollywood se tratara, CineCiutat (un nombre que homenajea "a la iniciativa ciudadana, y a los gloriosos estudios Cinecittá de Roma") fue inaugurado el 13 de julio con una fiesta a la que asistió, entre otros, el goyizado director Agustí Villaronga. Desde entonces, nos dicen, "el local está en funcionamiento permanente, con cuatro salas y tres sesiones diarias". Sus tarifas (en vigor desde enero de este año) incluyen entradas a precio reducido para los socios, que pagan cuatro euros por localidad en oposición a los siete que vale una entrada normal. Además, quienes satisfacen la cuota de 100 euros anuales (o 50 euros cada seis meses) pueden llevar consigo a un acompañante. Finalmente, Xarxa Cinema ofrece abonos de 10 y 20 entradas, así como descuentos para desempleados, jubilados y estudiantes.

"El caso de CineCiutat en Mallorca fue un ejemplo", nos cuenta Javier Asenjo. Director de cine con un largo estrenado (Viaje a Surtsey, 2012) y trabajador con experiencia en la distribución cinematográfica, Asenjo forma parte de la asociación que trabaja para reabrir otros cines cerrados de la cadena Renoir: los del centro comercial Zoco, de Majadahonda (Madrid), que cerraron sus puertas en abril de este año. "Se trata del centro comercial más antiguo de Madrid", comenta Javier, "y los dueños de las tiendas eran los primeros interesados en que el cine no cerrase: se trata de una actividad que ayuda a poner en marcha muchos otros negocios, como el de la hostelería".

Si la labor de Xarxa Cinema funciona como un caso en el que la creación de un cine autogestionado ya es una realidad, Javier y la asociación de vecinos con la que trabaja están todavía en proceso de devolver el local a la actividad. Algo para lo que no escatiman esfuerzos: "Estamos en proceso de constituir una asociación cultural sin ánimo de lucro", explica. "Cuando eso se haya llevado a cabo, negociaremos con Alta Films y los Cines Zoco funcionarán de nuevo". Por ahora, necesitan llegar a los 1.500 socios para hacer viable el proyecto, y se dedican a divulgar su empeño a través de redes sociales y de su blog. "En el caso de los Renoir Palma, hubo gente que estaba vinculada al cine, pero esto es una iniciativa que sale puramente de una asociación de vecinos, y de contactos entre amigos".

¿Qué películas proyectamos?Organizándose en asambleas y comisiones, y con "un grupo estable de voluntarios que tiran del carro" (como ellos mismos dicen), los responsables de CineCiutat en Palma de Mallorca hablan con orgullo de cómo los trabajadores del cine se sumaron a su proyecto: "Tuvimos su apoyo desde el principio, y al abrir los cines les ofrecimos sus puestos de trabajo: dos de ellos decidieron continuar, y un tercero está como voluntario en una comisión de trabajo". Porque sacar adelante un cine es más difícil de lo que parece. Nos lo explica Sergio Casado, uno de los tres empleados de los Renoir Audiorama (Zaragoza) que luchan por sacar adelante estos cines, vítcimas de un ERE en 2012: "Requiere una gran inversión, a veces obliga a reformar los locales y a pagar un alquiler, todo esto en el contexto de la crisis".

Suponiendo que se salven estos escollos, llega otro momento difícil: negociar con las distribuidoras. Algo que, nos dicen desde CineCiutat, "no ha sido fácil". "Primero, tienes que introducirte en el mercado, y conseguir que te cobren las copias en base de taquilla y no fee [tanto alzado]. Después, que confíen en ti lo bastante para darte estrenos". Los responsables del cine palmesano admiten haber encontrado más interés en "las distribuidoras independientes: ellas también necesitan nichos para colocar su producto". Aunque los Cines Zoco todavía no se han lanzado a la compra de filmes, Javier Asenjo coincide en esto último: "Las distribuidoras también necesitan que haya cines abiertos: de lo contrario, cuando acabe la crisis (si es que la crisis acaba alguna vez) descubrirán que todas las salas pequeñas se han convertido en tiendas de ropa".

Mientras se entra en tratos con la industria, también es importante saber qué películas, y de qué tipo, van a figurar en la programación del nuevo cine. Algo que, nos dicen, los fundadores de Xarxa Cinema y CineCiutat tenían muy claro desde el principio: "La calidad es la principal, y la versión original la segunda". Según indican, la selección de títulos corre a cargo de una comisión que estudia factores como "las críticas que ha recibido, los premios, el recorrido del director o directora...", así como de encontrar un equilibrio de géneros y de procedencias, "lo que no siempre resulta fácil". Ahora mismo, su cartelera ofrece filmes como Bestias del Sur salvaje, Amor, de Michael Haneke, y la gran triunfadora de la temporada: Searching for Sugar Man, el documental ganador del Oscar, "que lleva 10 semanas en proyección y aún no tiene fecha de salida".

¿Cómo lo mantenemos en marcha?Por si eso fuese poco, en CineCiutat también se celebran ciclos, cinefórums y sesiones especiales, algunas de ellas gratuitas. Algo en lo que también insiste el proyecto para reabrir los cines Zoco: "Si quieres competir con internet, y con la cultura del 'lo quiero todo, y lo quiero ya', tienes que hacer que ir al cine se convierta en una fiesta", insiste Javier Asenjo. "Necesitas hacer activo al espectador, y contradecir la actitud de las grandes empresas de cine que lo convierten en un sujeto pasivo".

Por eso, y frente a la defensa de la versión original de sus colegas de Mallorca, Javier asegura que en los nuevos Zoco también habrá espacio para las versiones dobladas: "Los vecinos no quieren una actitud elitista". Con subtítulos o sin ellos, parece claro que mantener abierto un cine mediante la autogestión no es sólo posible, sino también viable. Además del ejemplo de Palma y de los proyectos de Madrid y Zaragoza, está el ejemplo de CineBaix, un local de 9 salas que funciona de forma autónoma en Sant Feliù de Llobregat (Barcelona).

Aun así, sigue habiendo desafíos. La subida del IVA, con su encarecimiento en el precio de las entradas y los costes de mantenimiento, ha sido uno muy importante. Nuestras fuentes coinciden en que el más importante de todos es la transición del formato analógico (celuloide en 35 milímetros) a la proyección digital vía DCP [Digital Cinema Package], una deriva que parece inevitable en el negocio: "Los 35 mm son un formato caro y en vías de extinción, más aún si trabajas en versión original. Pero nosotros, por ahora, no tenemos ningún DCP". Señalemos que el precio de un proyector con calidad adecuada para una sala de cine puede bordear los 23.000 euros.

Pese a todo, CineCiutat sigue en marcha, y sin visos de abandonar la actividad pese a las dificultades y su perpetua búsqueda de socios. Así mismo, Javier Asenjo se muestra "muy optimista" con la evolución del proyecto para los cines Zoco. Al despedirse de nosotros, el madrileño bromea diciendo que su insistencia en la organización asamblearia y la autofinanciación ha hecho que algunos tilden a estas iniciativas de "perroflautadas". "Que digan lo que quieran", comenta, "creo que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio".

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