Primeras impresiones de 'El gran hotel Budapest', de Wes Anderson

No necesité viajar a Berlín para ver la última película de Wes Anderson que inauguró ayer, 6 de febrero, el festival de cine más frío de Europa. Para algo me llamo @margotenenbaumm Por ANDREA G. BERMEJO
Primeras impresiones de 'El gran hotel Budapest', de Wes Anderson
Primeras impresiones de 'El gran hotel Budapest', de Wes Anderson
Primeras impresiones de 'El gran hotel Budapest', de Wes Anderson

Llevaba cinco años fumando en la azotea de la redacción. En secreto. Con un abrigo de pieles aunque a veces era verano. Esperaba pacientemente a pesar de los ruiditos del halcón enjaulado, bastante molestos. Por fín, la llamada llegó. ¿Queríamos en CINEMANÍA entrevistar a Wes Anderson? Empezó a sonar una canción pegadiza y alegre, algo entre Cat Stevens, Paul Simon y los Kinks. Plegué la tienda de campaña, me pinté las uñas de los pies y salí corriendo hacia las oficinas de la distribuidora para ver El gran hotel Budapest, su nueva película, y entrevistar a Wes Anderson. Lo hice todo a cámara lenta, tanto, que por el camino tuve siete novios aunque el que me gustaba de verdad era el chico de la cinta en el pelo. Así, más o menos, fue cómo entrevisté al director de Los Tenenbaums. Una familia de genios, Life Aquatic, Viaje a Darjeeling o Moonrise Kingdom, cuyas respuestas podréis leer en el próximo número de CINEMANÍA. Mientras tanto, os dejo aquí algunas impresiones de El gran hotel Budapest que escribí, por supuesto, con la mano en la que tengo cinco dedos.

Es la película más WES ANDERSON de WES ANDERSON

Partamos del hecho de que hablamos de una película y no de una deliciosa tarta de nata montada coronada por azúcar glas rosa. Dicho esto, El gran hotel Budapest es la película más Wes Anderson de Wes Anderson. En la más frenética de las aventuras del chico de la pajarita afincado en París, esta historia de asesinatos sin resolver, bigotes falsos y perfumados conserjes de hotel, hay más de todo a lo que Wes nos tiene acostumbrados. Fans de los zooms locos y los ralentizados estilizados, estáis de suerte. En la última película de Wes Anderson encontraréis más colorinches (cambiad el azul pastel y el rojo de Steve Zizzou por el morado y rojo del uniforme de Gustave H.), más reparto de lujo, más detallitos preciosistas, más humor, más trama, más cine de época, más planos cenitales, más referencias cinéfilas –Hitchcock, el Tintín de Spielberg, la balalaika de El tercer hombre, La gran evasión...–, más acción, más buen rollo y, por supuesto, más servicio de habitaciones que en ninguna de sus películas anteriores. Este filme es, digámoslo así, una película tan Wes Anderson que es más Wes Anderson que él mismo.

Primeras impresiones de 'El gran hotel Budapest', de Wes Anderson

Foto: Andrew Eccles (vía New York Magazine)

RALPH FIENNES… ¿El nuevo Bill Murray?

Se nota que la película está escrita para que el "ex paciente inglés" se meta en la –perfumada– piel de M. Gustave H, el irreverente conserje del Gran Hotel Budapest, otra tarta de nata montada (cortesía de Mendl’s, la pastelería del pueblo alpino –Zubrowka– en el que se desarrolla la acción). El actor, que da vida a este dandy cazaviudas con el carisma del Sr. Fox, la picardía de Royal Tenenbaum y el paternalismo mal entendido de Bill Murray en Academia Rushmore, se mueve como pez en el agua en los coloridos mundos de Wes. Está claro que nunca hemos visto al intérprete británico tan brillante y en un registro tan cómico como éste, así que crucemos los dedos porque Ralph Fiennes alargue su estancia en el hotel Wes.

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OJO A LA ESCENA GORE

Porque la hay. Y con mucha sangre. Hasta Wes Anderson está sorprendido. Cuando lo entrevisté me contó que los hijos de unos amigos vieron la película en un pase privado y se taparon los ojos en algunas escenas.

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¡BIENVENIDO, MÍSTER ANDERSON!

Wes ha decidido venir a Europa. Si bien en Life Aquatic la gira del Belafonte pasaba por algunos puertos del Viejo Continente y en Viaje a Darjeeling nos llevó a la India, hasta ahora Wes solía barrer para casa. Aunque le agradecemos que nos haya paseado por el hopperiano paisaje de Moonrise Kingdom o que en Los Tenenbaums… nos enseñase las virtudes de un barrio neoyorquino llamado Harlem, es emocionante ver cómo el director de El gran hotel Budapest mira a Europa. Porque Zubrowka, esa ciudad alpina y nevada, somos nosotros. Y si no, pregúntenselo a Stephan Zweig.

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UN ESCRITOR DE EL MUNDO DE AYER

El gran hotel Budapest comienza en la actualidad con una joven con boina que presenta sus respetos ante la estatua de un escritor. Ese escritor (Tom Wilkinson) anuncia mirando a cámara que se dispone a contar cómo conoció la historia de El gran hotel Budapest que después convirtió en una de sus novelas. Vemos al escritor cuando era joven (y Jud Law) en el decadente hotel durante los años 60 conociendo la historia que posteriormente nos contarán y que tendrá lugar en el periodo de entreguerras. Sí, nada raro en el cine de Wes Anderson, un señor que siempre ha sido muy de calzar historias dentro de las historias. Pero ahora ha decidido llevarlo un paso más allá. También, como su particular homenaje a Stephan Zweig, que solía empezar sus novelas contando cómo llegaba a un lugar y alguien le contaba su vida. Y sí, El gran hotel... está inspirada en los cuentos, novelas y en la autobiografía –El mundo de ayer– de este gran escritor austriaco que se tragó un veneno mortal porque no podía aceptar la autodestrucción de Europa.

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WES ANDERSON TIENE MUCHO CUENTO

Si algo tiene este director –además de chaquetas de pana– es la capacidad de convertirnos en niños, de contarnos historias terribles como si fuesen cuentos bonitos. Padres que nunca han aceptado a sus hijos, madres abandonadoras, hermanos que no se entienden, niños que han de actuar como adultos… y ahora, el periodo más doloroso y sangriento de la historia de Europa. Pero tranquilos, ¿cuándo lo habéis pasado mal viendo una película de Wes Anderson? Pues eso.

El gran hotel Budapest se estrena el 21 de marzo.

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