Los 10 momentos más incómodos de la historia de los Oscar

Repasemos los baches más históricos que ha atravesado la Academia de Hollywood.
Oscar 1974
Oscar 1974
Cinemanía
Oscar 1974

Los premios Oscar de la Academia de Hollywood siempre están dispuestos a hacer historia, aunque sea por causas no demasiado agradables para sus organizadores. Entre sobres equivocados, errores bochornosos, desplantes de las estrellas y directamente mala pata, podemos repasar los 10 momentos más incómodos de la historia de los Oscar.

1973 - Marlon Brando no quiere su estatuilla

Una de las mayores figuras de la historiad el cine, Marlon Brando pasó olímpicamente de acudir a recoger su estatuilla por El padrino. Pero, a diferencia de lo que había ocurrido con George C. Scott un par de años antes, el actor más ilustre de Hollywood tuvo la deferencia de enviar a alguien a recoger su premio.

Se trató de Sacheen Littlefeather, una activista en pro de los derechos de los nativos americanos, la cual anunció que Brando rechazaba el premio "en protesta por el tratamiento que la industria del cine da a los nativos". Según declaró después, la Academia le impidió pronunciar el discurso de 15 páginas redactado por Brando para la ocasión.

1974 - Los Oscar al desnudo

Una de las modas más cachondas (e irritantes) de los 70 fue el streaking, actividad que tuvo su propia película de destape (Solo ante el streaking, con Alfredo Landa) y que consistía en colarse en un evento público, cuanto más concurrido mejor, y recorrerlo en pelota picada. 

Un tal Robert Opel se aseguró de esta forma sus 15 minutos de fama colándose en la gala de 1974, pero fue rápidamente puesto en su sitio por un comentario del presentador David Niven: "Es una lástima que, para hacer reír, este señor no tenga más remedio que mostrarnos sus menudencias", dijo el británico.

1975 - Warren Beatty contra Sinatra

Warren Beatty
Warren Beatty
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La guerra de Vietnam acaba de terminar, los ánimos de EE UU respecto a ella aún están calientes... Y el ganador del Oscar al mejor documental es Hearts and Minds, un filme que describe el conflicto en términos muy poco elogiosos para el ejército estadounidense. Después de que Bert Schneider, productor de la película, haya leído un comunicado de agradecimiento remitido por el gobierno comunista de Vietnam, los anfitriones Frank Sinatra y Bob Hope (ambos notorios conservadores) se disculpan afirmando que la gala "no es lugar para proclamas políticas". 

El comediante y 'La Voz' no contaban con que Schneider era amigo del alma de Warren Beatty, que presentaba uno de los premios de la noche: cuando el hermano de Shirley MacLaine pisó el escenario, sus primeras palabras fueron: "Muchas gracias, Frank, carcamal republicano". Vista con ojos de hoy, esta anécdota parece premonitoria, ¿verdad?

1978 - Vanessa Redgrave da un mítin

Volvemos a territorios de alto voltaje político. Porque, además de una grandísima actriz, Vanessa Redgrave es socia fundadora del británico Partido Revolucionario de los Trabajadores y una notoria defensora de la causa palestina. Por ello, al ser nominada al Oscar por Julia, Redgrave sufrió ataques de todo tipo por parte de grupos pro-israelíes, a los que calificó de "matones sionistas que insultan a las víctimas del Holocausto" cuando recogió su estatuilla. 

Paddy Chayefsky, que ganó el Oscar al mejor guion por Network, resumió la opinión de muchos al declarar: "Estoy harto de la gente que usa los Oscar para hacer propaganda política". 

1989 - ¿La peor gala de la historia?

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Estamos de acuerdo en que la segunda mitad de los 80 no fue un gran momento para el cine, ni para Hollywood. Y que (por mucho que a ella concurrieran Un pez llamado Wanda, Rain Man y Las amistades peligrosas) el palmarés de la edición número 61 de los Oscar no fue nada del otro mundo. Pero el montaje de la ceremonia ha pasado a la historia como una de las mayores debacles de los Premios de la Academia. 

Rob Lowe y Chevy Chase no se lucieron nada como presentadores (para que luego digan de James Franco), y el evento contó con un número coreográfico extremadamente cutre en el que una actriz disfrazada de Blancanieves se marcó una versión... de Creedence Clearwater Revival, lo cual viene a ser similar (y lo decimos con mucho respeto) a unos hipotéticos Goya con Ana Belén cantando una de Los Chichos. Para colmo, la casa Disney no había sido consultada durante la elaboración del número, con lo que demandó a la Academia. El productor Alan Carr fue despedido inmediatamente.

1992 - 'Instinto básico' y Hannibal Lecter irritan a los gays

Las manifestaciones a la puerta de los Oscar no eran nada nuevo en 1991: más de uno recordaba aún, por entonces, la que armaron grupos pacifistas y antirracistas en 1979 cuando El cazador fue nominada a mejor película. Pero este año la cosa tuvo más miga que nunca, ya que los grupos de gays y lesbianas de EE UU se cabrearon mucho cuando El silencio de los corderosInstinto básico (dos filmes considerados altamente homófobos) entraron en la lista de las nominaciones. 

Entre las pancartas que pudieron leerse en la puerta del Dorothy Chandler Pavillion aquella noche destacó una que rezaba: "Jodie Foster: actriz, guionista, produtora, bollera". Puede que los militantes creyeran estar haciéndole a Jodie Foster un outing por las bravas, pero reconozcamos que lo suyo era, ya entonces, un secreto a voces.

1993 - El misterioso Oscar de Marisa Tomei

¿Pensabas que las estatuillas con atribución dudosa son algo nuevo en los Oscar? En absoluto. De hecho, aún hay muchos que creen que Jack Palance prefirió adjudicar la estatuilla a la mejor actriz secundaria a Marisa Tomei, la única nominada estadounidense, en lugar de a la verdadera ganadora (que podría ser, dependiendo de a quién hagamos oídos, bien Catherine Deneuve, Judy Davis, Joan Plowright o Vanessa Redgrave). El caso es que, como se confirmó después, el anciano actor había pronunciado el nombre correcto que aparecía en el sobre.

1999 - Nadie quiere a Elia Kazan

Por lo general, el Oscar Honorífico de rigor suele ser ocasión para relajarse un poco, despacharlo rápido y pasar a la siguiente categoría, a no ser que el homenajeado monte un número memorable (como Blake Edwards y su silla de ruedas)... O que dicho homenajeado sea uno de los hombres más odiados de Hollywood, como el autor de Un tranvía llamado deseo, que se había distinguido como chivato anticomunista durante los años de la caza de brujas. 

Los presentadores Martin Scorsese y Robert De Niro, junto a unos cuantos invitados más se levantaron y aplaudieron, pero parte del auditorio permaneció sentada, en silencio y mirando al escenario con cara de mala leche, y pudieron oírse claramente algunos abucheos.

2003 - Michael Moore da otro mítin

¿Sería que no había una fecha más indicada en el calendario? ¿Sería un intento de desviar la atención del público? Chi lo sá. Lo único seguro es que la gala de los Oscar de 2003 tuvo lugar el 23 de marzo. Tres días después de que las tropas de EE UU comenzaran la invasión de Irak. Como si el fino sentido de la oportunidad de la Academia no fuese bastante, resulta que el Oscar al mejor documental recayó en un tal Michael Moore por Bowling for Columbine. 

¿A alguien le extraña, pues, que el orondo cineasta pronunciase un discurso en el que pedía a los estadounidenses que eligieran a "un presidente de no-ficción" en lugar de a George W. Bush? Posteriormente, el presentador Steve Martin comentó: "El personal de la gala está metiendo a Michael Moore en el maletero de su limusina".

2017 - El último golpe de Bonnie y Clyde

¿La última gala de los Oscar realmente memorable antes de que la pandemia lo convirtiera todo en un magma difícil de distinguir en el recuerdo (nuestras disculpas, Bong Joon-ho)? Sin duda, el año de La La La... perdón, de Moonlight. El fallo en el sobre que se dio a Warren Beatty y Faye Dunaway para anunciar el gran premio de la noche, erróneamente asignado al musical de Damien Chazelle en vez de al drama de Barry Jenkins, fue apoteósico en cada detalle.

Desde las caras de incertidumbre de Beatty y Dunaway al leer la tarjeta de la ganadora hasta el hecho de que el error no se corrigiera hasta pasados unos minutos, en medio de los discursos de agradecimiento de los productores de La La Land, el trajín sobre el escenario mientras ellos hablaban, Fred Berger tomando el micrófono aunque ya sabía que habían perdido, el pasmo de Emma Stone, la risa de Ryan Gosling... ¡Puro Hollywood!

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