[IFFR 2021] 'Poupelle of Chimney Town': las increíbles aventuras del pequeño deshollinador y su amigo ‘el hombre basura’

Hirota Yusuke firma la nueva propuesta animada de Studio 4°C, que adapta el famoso cuento de Nishino Akihiro, y clausura Rotterdam antes de viajar a Annecy.
Poupelle of Chimney Town
Poupelle of Chimney Town
Cinemanía
Poupelle of Chimney Town

Érase una vez una ciudad donde el humo de las casas y las fábricas no dejaba ver las estrellas, hasta el punto de que las personas dejaron de creer que de verdad existían y, como consecuencia, dejaron de tener sueños. Triste, ¿verdad? Pues con esta desgarradora premisa se presenta Poupelle of Chimney Town, la nueva propuesta de animación de Studio 4°C que ha clausurado el Festival de Rotterdam y, de paso, ha conquistado nuestros corazones.

Imposible que no se desquebraje un poquito el órgano que palpita en nuestro interior al conocer a los protagonistas de la película, un solitario niño deshollinador llamado Lubicchi y un benévolo monstruo hecho de jirones y basura, que aparece misteriosamente la noche de Halloween en Chimney Town. Los dos, por supuesto, están llamados a ser amigos y a cambiar el destino de la historia.

El estudio de Memories (1995), Mind Game (2004), Tekkonkinkreet (2006) y Los niños del mar (2019) está detrás de esta vigorosa adaptación del libro infantil de Nishino Akihiro, coguionista y productor asimismo de la película. Su director, el debutante Hirota Yusuke, declaraba hace unos días en una entrevista en Screen que, si bien Hayao Miyazaki es una influencia indiscutible, él se siente más cercano a la manera de entender el anime de Katsuhiro Otomo y Koji Morimoto, y de obras como Neon Genesis Evangelion.

No obstante, Poupelle of Chimney Town bebe y se empapa al completo de la filosofía Ghibli pero, eso sí marcando distancias gracias a una excelencia en el dibujo a todas luces sobrecogedora. Por momentos, inmensa. Cuesta escribir esto, pero es probable que la película de Yusuke sea mejor heredera del espíritu de Miyazaki senior que la reciente Earwig y la bruja, de Miyazaki junior.

Poupelle of Chimney Town, como Earwig y la bruja, también es una película enfocada al público infantil y juvenil, aunque no hace falta ser un niño para disfrutar del derroche de imaginación y sentimiento que tan generosamente ofrece. 

Poupelle of Chimney Town
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A la profunda historia de iniciación que se narra hay que sumarle también los detallistas fondos de Chimney Town, con sorprendentes ecos a Blade Runner; el trazo encantador con el que están dibujados los protagonistas; la galería de secundarios; la ternura de los diálogos; una banda sonora divertida; y el ingenio formal con el que se resuelven muchos de los momentos clave de la obra, que, como siempre, es mejor no desvelar en estas líneas. Un festín, en suma.

Como sucedía con Los niños del mar, sí que es cierto que el relato se vuelve un poquito más confuso de camino al clímax, ya que entran nuevos elementos en juego que trastocan de manera interesante el nudo gordiano de la película. Tal vez a los más pequeños de la casa les pueda costar encajar las piezas del puzle, pero ello no impedirá que salgan de la sala de cine con la boca abierta de par en par asombrados por la belleza de la propuesta.

En cuanto se pueda ver en nuestras salas, claro está. En su estreno en Japón el pasado 25 de diciembre, Poupelle of Chimney Town recaudó más de 21 millones de dólares. En menos de una semana, concursa en la sección oficial del Festival de Annecy y, por aquí, ya andamos cruzando los dedos para poder verla de nuevo en pantallón. ¿Quizá en el Festival de Sitges?

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