¿Por qué no gustan los tráilers de las películas españolas?

Mientras sus primos ricos de Hollywood mueven multitudes, los avances de los filmes de aquí suelen despertar indiferencia... O rechazo. Hablamos con realizadores de tráilers y directores de cine para averiguar las razones de este problema. Por YAGO GARCÍA
¿Por qué no gustan los tráilers de las películas españolas?
¿Por qué no gustan los tráilers de las películas españolas?
¿Por qué no gustan los tráilers de las películas españolas?

“Son sosos”. “Cuentan demasiado”. “No cuentan nada”. “Parecen cutres”. Y así, hasta el infinito: en comparación con sus primos ricos de Hollywood, los tráilers de las películas españolas arrastran una (a veces injusta) mala prensa. Mientras que la promoción de un filme estadounidense se convierte en un acontecimiento mediático, empezando por sus avances audiovisuales, raro es el caso de un tráiler español que consigue llamar la atención del público, poniéndose en boca de todos y arrastrando a unas masas que, muchas veces, ni siquiera se molestará en verlo antes de acudir a ver la película.

¿Por qué es esto así? ¿Se trata de una cuestión de tiempo? ¿De dinero, tal vez? ¿Son las estrategias de márketing de nuestro cine lo que falla, o el problema está en la factura de las propias películas? Para desvelar este misterio, CINEMANÍA ha hablado con los profesionales que elaboran esos tráilers tan denostados, así como con directores y productores de cine que se implican en la promoción de sus filmes. A continuación, te ofrecemos respuestas a una pregunta más complicada de lo que parece: ¿por qué gustan tan poco los tráilers de las películas españolas?

¿Será porque se hacen con prisas?Miguel Ángel San Antonio es uno de los realizadores de tráilers más ocupados de España: la suma total de las películas cuyos avances ha preparado sobrepasa el centenar, y entre ellas encontramos títulos como Ágora, Los otros, Los amantes del círculo polar y Balada triste de trompeta. Eso, por citar sólo los filmes de producción nacional. Cuando le preguntamos a este experto por el tiempo que se tarda en hacer un tráiler en España, nos contesta: “si tienes las ideas claras y los materiales a tu disposición, puedes hacer un buen tráiler en 20 días”. Y es que, como el propio Miguel Ángel nos ha comentado antes, el proceso de elaboración de un buen avance es más complicado de lo que parece.

Todo comienza con un briefing en el que los departamentos de márketing de las productoras y las distribuidoras (que son, en este sector y en tantos otros, las que suelen partir el bacalao) determinan el público objetivo al que tiene que apelar el tráiler. Con estas indicaciones, y con los materiales que puedan facilitarse (“Generalmente, un primer montaje aprobado por los productores, o material de rodaje en bruto [los llamados dailies] si se trata de un teaser”) empezará una carrera contra el tiempo y las cuentas que implicará a montadores, técnicos de laboratorio, locutores… “En el caso de una película de presupuesto medio puedes tener entre un mes y medio y dos meses. Si es un proyecto más gordo, tienes más”.

Para Pablo Montero, responsable de los tráilers de La voz dormida y Entre lobos, entre muchos otros, nos incluso este proceso tan ajustado es, muchas veces, una rareza: “En el peor de los casos, te dan la peli terminada y te buscas la vida”, comenta, “y el tráiler es algo que debería empezar a planificarse desde el guión”. Miguel Ángel San Antonio, por su parte, recuerda a responsables de márketing que “piensan que van a terminar antes por empezar antes”, una actitud que tampoco le parece recomendable.

El director Rodrigo Cortés, que prepara el estreno de su Luces rojas, reconoce que los tráilers de sus películas (algunos elaborados por él mismo) se han hecho “siempre después del rodaje, y a menudo después del montaje, con la excepción de algún teaser más conceptual, que a menudo conviene preparar antes”. Su colega Juan Carlos Fresnadillo, que también ejerce como productor, coincide con él: según el máximo responsable de Intruders, un mes es el tiempo mínimo imprescindible para obtener un buen tráiler. “Después de hacer el primer montaje tienes claros los valores de la película, pero ponerse a ello sin los materiales finales no es bueno”. Anteriormente, Miguel Ángel San Antonio ha comentado que esto supone un cambio respecto de épocas anteriores en las que “no se empezaba a hablar de márketing hasta que estaba terminada la película”.

¿Será porque se hacen con poco dinero?Es difícil enterarse de cuánto cuesta hacer un tráiler en España: muchos profesionales prefieren omitir el dato. Además, conocer las cifras exactas del presupuesto de una película española es muchas veces una misión imposible. Dado que el tráiler de un filme suele tener un coste proporcional al presupuesto de este, nos fiamos de una fuente que, manteniendo su anonimato, nos habla de un baremo de “entre 6.000 euros, para una película modesta, y 20.000 para una gran producción”.

Sin entrar en números, Pablo Montero aporta un dato concluyente: “Al revés de lo que ocurre en EE UU, donde empieza a planearse la promoción incluso antes del rodaje, aquí los tráilers se dejan para el final”. ¿Cuál es la primera consecuencia de esto? “Hacer los avances es barato en comparación con otros aspectos del rodaje, pero las productoras suelen llegar a la fase de promoción sin un duro”. Pablo insiste, pese a todo, en que el dinero no es el mayor problema: “Aunque haya poco capital, si se trabaja más la promo se obtienen mejores resultados”. Y recuerda, para bien, el caso de Las viudas de los jueves: “En esa película, hicimos el primer teaser con metraje en bruto y a partir del guión, cuando aún se estaba rodando”.

Miguel Ángel San Antonio y Juan Carlos Fresnadillo, por su parte, reconocen que esto tiene visos de cambiar. Para empezar, aunque elaborarlo suponga pagar lo mismo que por un coche de segunda mano, el coste medio de un tráiler supone un porcentaje muy pequeño en el presupuesto de una película… Aunque esta sea española, porque el coste medio de un filme de aquí suele oscilar en torno a los 3 millones de euros. “En EE UU, la promoción se lleva el 40 por ciento del presupuesto de una película”, nos explica San Antonio. “En España, en una producción grande, puede tener hasta un 20%”. A lo cual, continúa, hay que sumar el empuje cada vez mayor de los tráilers en internet, un formato más económico (“Y ahora que hay crisis, más atractivo”), con más tirón entre el público joven y que permite una mayor presencia mediática. Eso sí, la promoción digital se ve como algo destinado a los chavales: “Para atraer al público adulto y con poder adquisitivo”, remacha San Antonio, “lo prioritario siguen siendo los tráilers que se proyectan en el cine”. Una perspectiva que corre el riesgo de quedar anticuada muy pronto, si es que no ha caducado ya.

Juan Carlos Fresnadillo, que conoce a fondo las prácticas estadounidenses, reconoce que la industria del cine en España está espabilando, y equiparándose poco a poco con un mundo (el de Hollywood) en el que “se cuida todo, y nada se deja para el final”. El dinero, tampoco. Sin embargo, Pablo Montero nos recuerda que, si hasta hace unos años “podías financiar una película con cuatro subvenciones y el apoyo de dos canales de TV”, la afluencia de dinero al cine español se está recortando drásticamente. Y, por supuesto, eso incluye a los tráilers.

¿Será porque la industria se entromete?Si no ha quedado claro ya, conviene apuntar una idea básica: un tráiler se hace para vender una película. Aunque los profesionales entrevistados en este informe se sientan orgullosos de sus obras, no olvidan que estas son, ante todo, reclamos publicitarios. El problema entonces, señala Pablo Montero, es que “en España, muchas películas se producen sin que nadie crea en ellas”. Y el resultado de no conocer ni apreciar tu producto es, para cualquier industrial, el no saber a quién vendérselo. “Un problema importante es que no se unifican las campañas de márketing”, nos señala Pablo. “No hay una figura, o un equipo, con una idea unificada sobre cómo se va a vender la película”.

Otro problema, señala Pablo, es que al carecerse de esta idea sobre un target comercial, los expertos en márketing deciden apelar al mínimo común denominador. “Pueden presentarte un drama ‘de autor’, muy serio, y pedirte que hagas un tráiler orientado a un público de menos de 25 años y que va sobre todo a multisalas”, nos comenta el realizador. Y prosigue: “El público no es tonto, y ve rápidamente que hay algo que le choca entre la forma y el contenido del tráiler: uno puede hacer un buen montaje, pero no puede hacer milagros”.Un caso particularmente punzante, nos explica, es el de su trabajo en La luz prodigiosa: “La clave del argumento de esa película era la hipótesis de que García Lorca sobrevivió a su asesinato, algo que nos prohibieron revelar en el tráiler”. ¿Qué ocurrió después? “En la promoción en prensa y en televisión, todos hacían hincapié precisamente en ese tema: el tráiler se quedó a atrás, y para mí es un trabajo fallido”.

Miguel Ángel San Antonio coincide en este particular, pero se muestra más contemporizador: “Hay proyectos en los que el tráiler debe abrir una película a un público más amplio”, señala, “Pero no estamos hablando de ‘maquillar’ la película, sino de abrirle camino”. En todo caso, coincide en que los objetivos los marcan quienes ponen el dinero… Y también quienes tienen más interés en recuperarlo.

¿Será porque se entrometen los directores?Otro dato que no conviene perder de vista: un tráiler no es una película. De hecho ambos son, como dice Rodrigo Cortés, “animales muy diferentes”. En 90 segundos de duración media, y por más que la meta sea entregar un trabajo “narrativo, con contenido y con entidad”, según Miguel Ángel San Antonio, este supondrá reorganizar los materiales filmados por otro, con un lenguaje (según Pablo Montero) “publicitario, sintético y, a veces, engañoso”, no artístico. Ahí pueden llegar otro tipo de conflictos, porque ese “otro” es el director… Y los criterios de éste no siempre coincidirán con los empleados por el realizador o por los responsables de márketing.

Riendo, Pablo Montero recuerda su trabajo montando tráilers para películas de Montxo Armendáriz (“El tráiler de Obaba lo monté delante de él, se implica muchísimo”) antes de ponerse más serio: “Cuando les presentas el tráiler, es la primera vez que ven su película desde fuera, y les puede chocar. Te preguntan: ‘¿por qué has destacado esto?’, o te reprochan cosas”. Eso, en el mejor de los casos: Pablo refiere de otros directores que prescinden de implicarse en los tráilers por no considerarlos parte del trabajo artístico (“Su actitud es: ‘Yo ya la he rodado, que la vendan otros”) y de cineastas jóvenes a las que las productoras enseñan los materiales de promoción “por cortesía”, pero que en el mejor de los casos “se dejan llevar”.

Miguel Ángel San Antonio nos describe una realidad algo diferente. Salvo en el caso de “tres o cuatro cineastas muy importantes”, los tráilers son territorio de los productores y los expertos en márketing, y a la hora de hacerlos “la mayoría de los directores tienen voz, pero no voto”. Algo que no les permite intervenir ni para mal, ni para bien. Sin embargo, San Antonio también se refiere a “una nueva generación de directores, que han trabajado en publicidad, que saben que cada vez se hacen más películas, y que las suyas tienen que ser competitivas”. Sin ir más lejos, como Rodrigo Cortés y Juan Carlos Fresnadillo. “Nunca he tenido problemas con los realizadores de tráilers”, nos comenta este último, “tal vez porque yo mismo he trabajado en publicidad”. Fresnadillo añade que procura tener claro que un tráiler “no es un cortometraje”. El autor de Buried, por su parte, nos comenta que los distribuidores estadounidenses han “solicitado y permitido” su intervención en los tráilers que se distribuyeron allí, y que agradece contar con “gente de talento con autonomía y la capacidad de generar ideas propias” para presentar sus trabajos.

¿Será porque el cine español es así?“Como en la vida, hacer reír y hacer llorar es lo más difícil en el cine”, apunta Miguel Ángel San Antonio. Es una forma elegante de decir algo en lo que tanto él mismo como Pablo Montero coinciden: hacer un buen tráiler para un drama o una comedia es un trabajo muy complicado. Lo cual nos pone en un brete a la hora de hacer avances para películas españolas, las cuales suelen ser en su mayoría… Exacto: o dramas, o comedias.

“Los avances para un thriller o una película de terror son más fáciles, porque proporcionan ocasiones para el suspense: todo es cuestión de buenos planos y buena música”, comenta Montero. Y San Antonio, por su parte, nos informa de que hacer un buen tráiler para una comedia es lo que más le cuesta “porque lo peor que puedes hacer es destripar el argumento”. Sin embargo, para este veterano profesional hay buenos ejemplos a seguir en el cine, como el de Torrente 4: “Santiago Segura no adelantó casi nada de la película, sino que hizo sketches que la vendían bien”.

Pero claro, una cosa es trabajar en un adelanto para (es un suponer) Los ojos de Julia, otra más complicada es hacerlo para ‘El brazo tonto de la ley’… Y el súmmum de las complicaciones llega con el cine ‘de autor’, con poca espectacularidad visual, y adscrito a las formas de lo que Miguel Ángel llama "el cine de interiores: en una película sin imágenes llamativas, el tráiler llama menos la atención”. Pablo Montero es más directo en su comentario: “Prueba tú a hacer un tráiler para una película indie con cuatro personajes que se pasan el tiempo sentados y hablando”.

Poniendo como ejemplo los tráilers de Copia certificada, del iraní Kiarostami, Montero echa de menos el esfuerzo de apostar por otro tipo de tráilers, “no narrativos y más arriesgados”. Pero claro: con una industria –teóricamente- en crisis perpetua y con los poderes industriales muy al mando de la situación, “asumir riesgos da mucho miedo”. De este modo, volvemos a algo ya comentado: se facturan tráilers que intentan vender la película a públicos generalistas, en busca de entretenimiento a toda costa, y que echarán pestes del filme una vez enfrentados a él.

En su doble calidad de director y productor, Juan Carlos Fresnadillo es mucho menos tremendista, y prefiere confiar en un factor fácilmente olvidado: el talento. “Se puede hacer un tráiler llamativo de una película que no lo es tanto”, nos dice, “porque el problema no es la naturaleza de la película, sino el cuidado que se pone en anunciarla”. Todo ello, además, recordando algo crucial: “En proporción a lo que cuesta y al impacto que tiene en el público, el tráiler es el elemento más rentable en la promoción de una película. Junto al cartel, el tráiler es la clave”.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento