
¡Olvídate de mí!, cuestionable traducción de Eternal Sunshine of a Spotless Mind, se ha convertido en uno de los títulos más reputados de la carrera de Charlie Kaufman, aunque surgiera cuando aún no se había animado a dirigir. ¡Olvídate de mí! la dirigió Michel Gondry del mismo modo que antes había puesto en pie otro guion de Kaufman, Human Nature, y colaboró en el libreto como también hizo Pierre Bismuth.
En 2004 vio la luz este film con Kate Winslet y Jim Carrey, encandilando a crítica y público luego de lo que se reveló como un proceso laborioso, con desacuerdos a mansalva. Sobre todo por el conflicto entre Gondry y la editora del film, Valdís Óskarsdóttir, que en el pasado ya recordó lo mucho que discutió con el cineasta: “Él es francés, yo islandesa; los dos somos testarudos y por eso discutimos tanto”, explicó.
“Cuando se trata de editar soy muy testaruda, y si los directores no sugieren algo brillante, no les escucho. Michel puede ser muy dulce y simpático, divertido, creativo... y luego puede ser un grano en el culo. Pero creo que yo también puedo ser un grano en el culo; probablemente más grano en el culo que Michel... No es el hombre más paciente que conozco”. Estas palabras ya ilustraban que algo no había ido bien en el desarrollo de ¡Olvídate de mí!, pero ahora tenemos más detalles y ciertamente es un milagro que el film saliera como salió.
En el último episodio de Hollywood Gold, podcast de la productora Daniela Taplin Lundberg ha acudido como invitado el productor Anthony Bregman. Él estuvo muy involucrado en ¡Olvídate de mí!, y según ha revelado presenció un temible giro de los acontecimientos en su desarrollo. Resulta que Óskarsdóttir no fue la primera editora contratada: antes estuvo otra montadora, cuyo nombre Bregman no ha desvelado.
Crisis con el montaje
“Nuestra editora había ganado premios de la Academia, un gran profesional. Tuvimos suerte de contar con él, pero no se parecía en nada a lo que estuviera acostumbrado”, recuerda Bregman. “Cada plano era un montaje en sí mismo y no se podían organizar las carpetas del material de forma tradicional. Así que el material del primer día, tras 10 días, no se había editado. Nos decíamos ‘esto es genial, tiene buena pinta’, pero no teníamos ni idea de si se podía usar”.
El caos del rodaje alarmó tanto a Winslet como a Carrey, y todo empeoró cuando el montador anónimo no pudo aguantar la presión… y se largó en medio del rodaje. “Jim y Kate se estaban poniendo muy nerviosos, y el editor tuvo el equivalente a un ataque de nervios y tuvimos que despedirlo. No teníamos editor. En un momento dado Jim y Kate dijeron ‘¿podéis venir a la caravana de Kate?’ Y dijeron ‘nos preocupa mucho que esta película no tenga sentido’”.
“Y les dijimos ‘¿de qué estáis hablando?’ Y ellos ‘¿Habéis visto las escenas?’ Y les dijimos ‘sí, las tomas diarias son increíbles’. Y ellos ‘no, no, no. ¿Habéis visto las escenas cortadas juntas?’ Y en ese momento no habíamos visto nada, nuestra editora había sufrido un ataque de nervios, no teníamos editor porque el material era caótico y una locura”.
Fue entonces cuando pudieron recurrir a Óskarsdóttir, según parece gracias a las gestiones del fallecido productor Steve Golin. “Golin estuvo magistral en esto. Básicamente me dijo ‘mirad, voy a ser sincero con vosotros’”, recuerda Bregman sobre los días en los que Oskársdottir ya formaba parte del equipo. “Y pensé ‘vaya, aquí es donde la película se viene abajo’. Y Steve me dijo ‘es increíble, las escenas son increíbles’”.
“‘Encajan perfectamente. Estamos haciendo algo nunca visto’. Y nosotros ‘¡dios mío, qué alivio oír eso!’”. Por muy bien que terminara saliendo la película (con un Oscar a Mejor guion original y un BAFTA, irónicamente, a Mejor montaje), Gondry y Oskársdottir no volverían a trabajar juntos.
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