Muere el actor Juan Luis Galiardo

Para quienes éramos demasiado jóvenes como para recordarle por Pepa Doncel, Querido profesor y otros filmes que le convirtieron en un sex symbol del desarrollismo, Juan Luis Galiardo fue, ante todo y por encima de todo, un rostro televisivo. El actor gaditano, que murió anoche en Madrid a los 72 años tras "una rápida y devastadora enfermedad" (un cáncer de pulmón) se convirtió en una figura familiar debido a la serie Turno de oficio, producida por él mismo y dirigida por Antonio Mercero, en la que le vimos ejercer de abogado dipsómano junto a otros dos grandes intérpretes: Carme Elías (Camino) y un Juan Echanove jovencísimo que tomaba allí la alternativa, como quien dice. Para que luego hablen de las estrellas de Hollywood y la HBO.

Lo que no sabíamos era que, tras dejar plantadas dos licenciaturas universitarias (Derecho e Ingeniería Agrónoma), Galiardo se había dedicado a la interpretación a tiempo completo, lo cual le procuró tanta fama en España como en Latinoamérica. En cuanto a los papeles que interpretó en el cine de aquí, correspondían fielmente a los que ofrecía ese panorama español en el cual los actores debían conformarse con lo que había: de Las nenas del mini-mini a Terapia al desnudo (junto a José María Íñigo y Carmen Sevilla), y de ahí a Los novios de la muerte, del muy franquista director Rafael Gil. Como productor, Galiardo se desquitó en los 80 financiando El disputado voto del Sr. Cayo, y protagonizando junto a Ana Belén la sátira El vuelo de la paloma, donde encarnaba a un actor apellidado (casualidades de la vida) "Doncel", como la película que le dio la fama.

Durante los 90 y los dosmiles, Galiardo se hizo con un Goya (Adiós con el corazón) y figuró en películas aprovechables (La niña de tus ojos) y en otros que no lo eran tanto, como el pastiche histórico Miguel y William. Los últimos papeles en los que pudimos verle tuvieron lugar en La daga de Rasputín (en cuya primera parte, El oro de Moscú, ya había participado), en La leyenda del Innombrable, del pícaro profesional Salomon Shang y en La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia. Para otro tipo de crónicas quedan sus luchas contra la depresión, que marcaron sus últimos años.