Muere el director Jonathan Demme ('El silencio de los corderos')

Muere el director Jonathan Demme ('El silencio de los corderos')

Jonathan Demme ha muerto en Nueva York a los 73 años. Según informan desde IndieWire, el director ganador del Oscar por El silencio de los corderos (1991) sufría cáncer de esófago y complicaciones con una afección cardiaca. Su salud se había deteriorado considerablemente durante los últimos años, lo que no le impidió seguir trabajando en la realización de piezas como la grabación del concierto Justin Timberlake + the Tennessee Kids (2016) o episodios de televisión.

Por supuesto, Demme será recordado por dos trabajos clave en su carrera, que comenzó a principios de los años 70 con la película de serie B La cárcel caliente (1974), bajo producción de Roger Corman. Nos referimos al documental musical Stop Making Sense (1984), innovación pura a partir de un concierto de los Talking Heads, y El silencio de los corderos, su influyente adaptación de la novela de Thomas Harris que ganó los cinco Oscar principales en 1992 (mejor película, mejor dirección, mejor actor –Anthony Hopkins–, mejor actriz –Jodie Foster– y mejor guión –Ted Tally–).

El aprendizaje de Demme bajo la tutela de Corman en New World Pictures fue fundamental para afianzar los aspectos más resolutivos de su estilo visual y una rápida dinámica de trabajo enraizada en la serie B. El cineasta empezó trabajando en los filmes de explotación de Corman como productor y guionista (Angels Hard as They Come, The Hot Box, Encadenadas), hasta dar el paso a la dirección con La cárcel caliente. Fue unos años después, con la extraña dramedia Melvin y Howard (1980) con guión oscarizado de Bo Goldman sobre Howard Hughes, cuando subió de nivel dentro de la jerarquía de directores de Hollywood.

Así, fue como pasó a dirigir a Kurt Russell Goldie Hawn en Chicas en pie de guerra (1984), una catastrófica producción de la que salió rebotado y renegando de los grandes presupuestos. ¿Su remedio? Ponerse a rodar con los Talking Heads, UB40 New Order. Y hacer sus películas más libres y desquiciadas, las comedias Algo salvaje (1986), con Jeff Daniels Melanie Griffith, y Casada con todos (1988), con Michelle Pfeiffer Alec Baldwin. Si mencionamos tanto los actores de sus películas es porque Demme, en la mejor tradición del Hollywood clásico, era un director de intérpretes, muy preocupado por filmar la expresividad dramática de los rostros.

Eso quedó demostrado en los planos frontales de Anthony Hopkins y Jodie Foster en El silencio de los corderos y, después, se trasladó a su fama como director de dramas de prestigio, con Philadelphia (1993) a la cabeza –con la que Tom Hanks ganó su primer Oscar, por cierto–.

Lo más destacable de su obra cinematográfica posterior, siempre alternada con trabajos musicales junto a Bruce Springsteen, Neil Young o los Pretenders, se encuentra en, precisamente, una radicalización de ese aspecto en otros dos títulos clave, pero mucho menos vistos que los mencionados al principio: el virtuoso drama cámara en mano La boda de Rachel (2008), con una soberbia Anne Hathaway; y la estilizada A Master Builder, una adaptación de Ibsen con puesta en escena teatral absorbente. Ambas películas daban motivos de sobra para situarlas en lo más alto de una filmografía que ha acabado cerrándose con la Meryl Streep rockera de Ricki (2015).

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