30 años de ‘Misery’: la escalofriante película que hizo de Kathy Bates un icono de terror real

No hay nada más peligroso que un martillo unido a la mano de una fan.
'Misery'
'Misery'
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Que la fama es un territorio peligroso es un hecho constatado. Si no, que le pregunten al protagonista de Misery (1990), aquel peliculón dirigido por Rob Reiner y con guion de William Goldman, que adaptó con mucho tino la novela homónima escrita por el exitoso Stephen King. Más de uno se hizo pis encima viendo en acción a la siniestra Annie Wilkes (Kathy Bates), una mujer algo trastornada que un buen día decide socorrer tras su accidente de tráfico a su novelista preferido, el escritor Paul Sheldon (James Caan), y le termina reteniendo contra su voluntad.

El filme, estrenado a finales de 1990, reunía todos los requisitos necesarios para funcionar bien en taquilla —un thriller psicológico presidido por un guion bastante inteligente e impactante que logra mantener bien la tensión— y, de hecho, lo logró —más de 61 millones de dólares recaudó—. Parece ser que Reiner, que nunca antes había filmado una película de terror, encontró inspiración en la obra del maestro Alfred Hitchcock, y que el propio Stephen King llegó a comentar que Misery era posiblemente la mejor adaptación de una novela suya al cine.

En un principio, los responsables de la cinta le ofrecieron el papel de Annie Wilkes a Anjelica Huston, pero esta se vio obligada a rechazarlo (con todo el dolor de su corazón, eso sí) porque ya se había comprometido con el director de Los timadores. También probaron suerte con Bette Midler, que se negó rotundamente a participar en la película al considerar que algunas secuencias resultaban demasiado violentas para su gusto. Con los años, la actriz confesaría que aquella decisión fue bastante “estúpida” por su parte.

Sea como fuere, es obvio que la elección de alguien como Kathy Bates para el papel principal fue todo un acierto. La de Memphis era en aquella época una actriz cuarentona poco conocida —aunque ya actuaba más que bien— y físicamente normal —o, al menos, estaba lejos del canon de glamour normativo que impera en Hollywood—. Y todo esto, claro está, le permitió dotar a su actuación de bastante realismo.

A ratos divertida, Bates resulta fundamentalmente terrorífica en la mayoría de secuencias de su personaje, una enfermera con un pasado turbio que secuestra a un exitoso autor de novela romántica que ha acabado muy harto de escribir ese tipo de libros. De hecho, el susodicho decide matar a la protagonista de las mismas —una mujer llamada Misery Chastain—, para trabajar en una novela ‘seria’ con la que poder aspirar un día a algún premio nacional de literatura. 

Su raptora, que en un primer momento le cuida con esmero, se toma bastante mal aquel giro literario de su ídolo y, tras leer el manuscrito de su nueva novela, acaba amarrándole a la cama con unas correas, con la intención de obligarle a escribir una nueva historia en la que resucite al personaje.

Unos personajes absorbentes

Los dos actores protagonistas lo dieron todo durante el rodaje, aunque cada uno apareció en el set con un método de actuación distinto. Bates, acostumbrada a hacer teatro y sin experiencia como actriz de cine protagonista, apostaba por ensayar su papel una y otra vez. Pero Caan, que ya había rodado unas cuantas películas antes, veía muy aburrido e innecesario aquello, y apostaba por una forma de actuar bastante más naturalista. 

Aunque ambos intentaron encontrar cierto equilibrio, la actriz acabó quejándose del asunto a Reiner, quien la animó a pasar del asunto y proyectar esa especie de frustración en su atormentado personaje.

Los que han visto la película saben que la presencia de Wilkes resultaba tan poderosa que tenía la capacidad de eclipsar a cualquier persona que compartiera plano con ella. Quizás este fue el motivo por el que muy pocos actores estuvieron dispuestos a encarnar a un perdedor como Paul Sheldon. Pero James Caan —que aún en esa época sufría problemas de alcoholismo y un día apareció en el set con una tremenda resaca— se tomó con filosofía (y algo de resignación) el carácter pasivo de su personaje. No en vano, el actor aguantó como pudo las quince semanas de rodaje que pasó principalmente (y por exigencias del guion) metido en una cama (incluso entre tomas) y poniendo cara de hombre acojonado.

Muy poco que ver con el potente rol de Bates, quien sufrió de lo lindo con la violencia mostrada por la lunática Annie. Mientras filmaban sus secuencias, a Reiner y a Bates se les ocurrió una posible historia de abuso sexual paterno-filial que ayudara a explicar de algún modo el carácter bipolar y la forma de proceder de aquella enfermera que lo mismo le decía a Paul lo mucho que admiraba su creatividad —“soy tu fan número uno”—, como le rompía los tobillos con la ayuda de un martillo. 

No en vano, la actriz, que siempre ha sido una persona pacífica, solía llevarle el personaje a casa, y dicen que lo pasó regular durante la filmación de aquella icónica secuencia. Según comentó Caan en una entrevista, Bates se puso a llorar cuando llegó el momento de filmar la siniestra carnicería.

Icono de terror con premio

Encarnar a Annie Wilkes le valió a Bates un Oscar a la mejor actriz principal en la gala celebrada en 1991. Aquello fue todo un hito, teniendo en cuenta que ninguna otra actriz había logrado hasta esa fecha ganar una estatuilla dorada protagonizando una película de terror o suspense. 

Como pueden imaginarse, el premio fue un subidón para la actriz, quien tenía el presentimiento de que podía llevárselo, y durante su discurso de agradecimiento comentó en tono de broma "Me gustaría darle las gracias a Jimmy Caan y disculparme públicamente con él por lo de los tobillos". En los siguientes años, el actor fue objeto de interminables bromas y se acostumbró a que la gente le preguntase “¿Cómo están tus piernas, Jimmy?”. 

Además, el American Film Institute no se lo pensó dos veces a la hora de incluir a Wilkes en su lista de ‘los 100 mejores héroes y villanos’ de la historia del cine.

La vida después de 'Misery'

La popularidad llamó a la puerta de Bates, pero lo cierto es que hacerse con aquel galardón no cambió demasiado a la actriz, quien poco después de la ceremonia filmó una escena con Alec Baldwin y se llevó una gran sorpresa al toparse con un grupo de fans que le pidieron un autógrafo. Aquello le hizo empezar a darse cuenta de lo que Misery podía llegar a suponer en su vida y carrera. 

Esa misma noche, Bates sacó a pasear a su perro y, durante la caminata, se dio cuenta de que había olvidado llevar consigo una bolsa para recoger la caca del chucho. Lejos de hacer aspavientos por el despiste, la mujer buscó algo con lo que salir del paso, y acabó cogiendo un trozo de papel que había tirado en el suelo. Al sostenerlo, vio que se trataba de uno de los autógrafos que había firmado a sus fans apenas unas horas antes. 

Una pequeña cura de humildad —o “un mensaje del cielo”, en sus propias palabras— para alguien que ya jamás dejaría de trabajar y que, en realidad, siempre ha mantenido los pies en la tierra.

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