Los años de plomo: cómo Michael Bay, Megan Fox y Linkin Park dieron forma al fenómeno 'Transformers'

La trilogía original ilustra cuánto han cambiado las cosas en Hollywood.
Imagen promocional de 'Transformers'
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Paramount
Imagen promocional de 'Transformers'

El meme consistía en “el final de esta película si se hubiera estrenado en 2007”. No “el final de esta película si fuera Transformers, y eso es algo ilustrativo por sí mismo.

En septiembre de 2022 unos cuantos tuiteros vieron oportuno editar varios finales de películas célebres insertando What I’ve Done de Linkin Park con un brusco paso a los créditos de clausura. Por este tratamiento pasó desde Succession hasta El padrino, e incluso videojuegos como Bloodborne, en torno al común entendimiento de que colocar What I’ve Done remitiría automáticamente al año 2007. Tiene su lógica porque Linkin Park publicó Minutes to Midnight, donde sonaba What I’ve Done, justo ese año, pero el hecho es que los montajes imitaban el final de Transformers. Con aquel monólogo de Optimus Prime

Fue la película del verano de 2007. Entonces nadie imaginaba que pudiera dar pie a una longeva saga, y que Michael Bay dirigiría hasta cinco entregas antes de que Paramount tratara de oficiar el reboot. Este hasta ahora se ha compuesto de Bumblebee y de El despertar de las bestias, que justo llega a cines este fin de semana tratando de reajustar el inconfundible estilo de Bay (ya se sabe, el Bayhem) a unas coordenadas algo más contemporáneas y asequibles. Pero claro. El despertar de las bestias no solo lidia con una franquicia multimedia de éxito.

Lidia con un zeitgeist, y el meme “but it came out in 2007” es la prueba.

Mucho más que una estúpida película de juguetes

Hacia 2004 Paramount había llegado a un prometedor acuerdo con Hasbro: empresa deseosa de que sus juguetes dieran el salto al blockbuster. De estas primeras reuniones surgió la idea de hacer una película de G.I. Joe. Los juguetes más famosos de Hasbro, con cuarenta años de antigüedad, pero estas tentativas se toparon con un problema. La guerra de Irak, muy cuestionada a nivel internacional, suscitaba dudas acerca de la conveniencia de hacer una película sobre un grupo abiertamente militarista, siendo el target el público familiar.

Así que hubo un volantazo. Lorenzo Di Bonaventura, llegado de Warner, propuso otra licencia de Hasbro, y no se fue muy lejos: los Transformers llevaban colaborando con los G.I. Joe dentro de los cómics desde los años 80. El proyecto saltó a las manos de Steven Spielberg, que era fan tanto de los cómics como de los juguetes, y sugirió el nombre de Michael Bay. Más allá de ser el director de acción por antonomasia, Bay ya había realizado por entonces varios anuncios de coches.

Parecía el indicado, pero inicialmente se negó. El primer guion que llegó a sus manos le resultaba demasiado infantil, y albergaba resistencias a hacer “una estúpida película de juguetes”. Cuando cambió de idea, lo hizo en función a aumentar el protagonismo del ejército estadounidense (seguramente si hubiera sido G.I. Joe no habría habido dudas), lo que conduciría por otra parte a la confluencia de jugosos patrocinios.

Transformers vio la luz con el product placement de General Motors, Burger King y eBay, por no hablar del ejército y las autoridades gubernamentales (que permitieron rodar en las cercanías del Pentágono y la presa Hoover), y de la susodicha Hasbro. Ante un evento así el factor humano perdía importancia, y lo cierto es que  el rol de los terrícolas en ese sentido iba a ser testimonial. Pero el pitch de Spielberg, originariamente, implicaba a “un niño y su coche”.

Ese niño terminó siendo Shia LaBeouf, joven actor de la cantera de Disney a quien Transformers pillaba justo en su transición hacia papeles más maduros (aún lejos de escándalos y excentricidades): la película llegó en paralelo a una revisión de La ventana indiscreta, Disturbia, donde LaBeouf se ponía en la piel de James Stewart. El fichaje que causó sensación, por otro lado, fue el de una modelo llamada Megan Fox a quien la cámara de Bay llevaría al estrellato. Y sexualizaría sin sonrojo.

Megan Fox en 'Transformers: El lado oscuro de la luna'
Megan Fox en 'Transformers: El lado oscuro de la luna'
Paramount

Fox simbolizaba el drástico viraje que había atravesado Transformers desde que Spielberg se ofreciera como productor ejecutivo: mucho más que la presencia acentuada del ejército que abanderaban Josh Duhamel y Tyrese Gibson (este habiendo aparecido recientemente en una saga con mucho en común con Transformers, Fast & Furious). Fox, como interés romántico del Sam Witwicky de LaBeouf, blindaba la iconografía de Transformers como la de un festival de masculinidad atrofiada: la petromasculinidad que teorizaría Cara Daggett en 2018.

Esta petromasculinidad, marcada por el culto al vehículo y la conversión de este en emblema de virilidad, provocaría que Transformers se alejara  de su carácter inicial de propuesta a lo E.T. O, mejor aún, a lo Toy Story: secuencias como aquélla donde Sam intenta ocultar a los Transformers de sus padres (esfuerzo eminentemente absurdo por el tamaño de los robots) daban cuenta de cómo la mirada onanista de Bay había infectado el golpe sobre la mesa mercantil de Hasbro y Paramount.

Transformers fue un éxito comercial, en efecto, pero no en los términos en que los productores lo habían planeado.

Michael Bay.
Michael Bay.

La huelga de los guionistas como resaca

En 2007 Transformers compartió carteleras con títulos como Spider-Man 3, Los Simpson: La película o Piratas del Caribe: En el fin del mundo. Esta última se había rodado de forma simultánea a El cofre del hombre muerto del mismo modo que antes había ocurrido con Matrix Reloaded y Matrix Revolutions: se consolidaba así un modelo productivo que apuntaba a ahorrar costes al tiempo que robustecía los eventos, en torno a secuelas que terminaran directamente con un cliffhanger. Es lo que en nuestros días vemos que sigue pasando con Fast & Furious X o Spider-Man: Cruzando el multiverso, y también lo que le ofrecieron a Bay de cara a la continuidad de Transformers. Pero él no lo vio claro.

Dicho modelo productivo nos impele a ver el blockbuster como un proceso seriado, que elude lo autoconclusivo, y no parece casualidad que justo precediera la inauguración del Universo Cinematográfico de Marvel, a cargo de Iron Man, un año después de Transformers. Bay, aún así, se resistió a meterse en el rodaje de dos películas al mismo tiempo, lo que a la larga fue una buena decisión por la huelga de guionistas que estalló entre 2007 y 2008. El director no se ha cansado de decir, desde entonces, que si La venganza de los caídos salió tan mal fue por culpa de la movilización del Sindicato de Guionistas.

Y es cierto que, cuando La venganza de los caídos empezó a rodarse, Bay apenas podía recurrir a un esquema de la historia. Tuvo que ponerse a escribir diálogos él mismo, enfatizando el humor ganso y levemente incorrecto de la película anterior, que aquí vendría a explotar con personajes como los Gemelos, o aquel robot con bolas de demolición cual testículos. Todo debía ser más grande, más loco, así como susceptible a la improvisación, y a La venganza de los caídos le atropelló el tiempo.

En más de un sentido. Uno de los primeros planos de La venganza de los caídos consistía en un impactante posado de Fox arreglando una motocicleta: posado que dio la vuelta al mundo e inyectaba gasolina a la figura de la actriz como sex symbol, pero que al mismo tiempo contrastaba con una curiosa decisión que había tomado en paralelo a repetir como Mikaela para Transformers. Y es que 2009 fue el año de La venganza de los caídos así como el de de Jennifer’s Body, película llamada al culto escrita por Diablo Cody donde el fichaje de Fox ironizaba sobre la opresión que había fijado en su cuerpo la mirada masculina.

¿Se trataba, quizá, de un conato de rebelión por parte de Fox? En todo caso, sí puede entenderse como un prólogo antes de la tempestad: la actriz repitió con LaBeouf en La venganza de los caídos (película que, previsiblemente, fue masacrada por la crítica), pero de cara a una tercera entrega las cosas se torcieron. Entra aquí la confusión de si el despido de Fox fue cosa de Spielberg o de Bay, pero lo que está claro es que la actriz comparó la disciplina de trabajo del director de La roca con un comportamiento propio de Adolf Hitler, y luego pasó lo que pasó.

Mikaela no volvería en El lado oscuro de la luna. Fue sustituida por la modelo Rosie Huntington-Whiteley, que en un juego de espejos también aparecería posteriormente en otra película de encendidas convicciones feministas, Mad Max: Furia en la carretera. Aunque, a diferencia de Fox, no volvería a aparecer en una película después de eso. 

Rosie Huntington-Wesley y Shia LaBeouf
Rosie Huntington-Whiteley y Shia LaBeouf
Paramount

Qué es lo que he hecho

“Tras La venganza de los caídos quería tomarme un año libre, pero Paramount se confundió al fechar Transformers 3. Me preguntaron y dije que sí para un estreno el 1 de julio, pero me refería a 2012, ¡no a 2011!”, explicó Bay con el rodaje de El lado oscuro de la luna en marcha. Pese a las prisas con las que el proyecto cobró forma, el director lo afrontó muy concienciado con la decepción de La venganza de los caídos.

Quiso, pues, que El lado oscuro de la luna fuese una película más seria, sin tanta “comedia tonta”, y de ahí que suprimiera la reaparición de los Gemelos y se planteara efectuar algún que otro cambio en la puesta en escena. Inspirándose en Black Hawk derribado, Bay empleó un estilo más sucio para la acción de El lado oscuro de la luna, con reminiscencias al cine bélico o incluso el documental. Más allá del beef con Megan Fox y de la confusión con los plazos, el rodaje fue mucho más calmado esta vez.

Para entonces Transformers se había convertido en el “bebé” de Bay. El director encontraba en la saga un espacio de diversión sin límites, donde poder dar rienda suelta a todo su fetichismo. Es lo que explica que no quisiera parar ni aun llegada El lado oscuro de la luna, que cerraba la trilogía: Bay dirigió dos películas más de Transformers, La era de la extinción y El último caballero. Llegada esta última habían pasado 10 años desde que Bay recalara en la saga, solo distanciándose de ella para dirigir Dolor y dinero y 13 horas: Los soldados secretos de Bengasi.

Hay quien considera que esta pareja de películas es la cumbre como cineasta de Bay, y no parece tener mayor importancia que hayan surgido de los márgenes de una saga como Transformers, que tal cansancio le terminó causando a todo el mundo. Más allá de eso, lo cierto es que El lado oscuro de la luna vendría a cerrar un ciclo, y basta para confirmarlo echar otro vistazo a la cartelera de entonces. Harry Potter y las reliquias de la muerte: Parte 2 culminó una saga que había sido inaugurada junto al blockbuster del siglo XXI, mientras Fast & Furious 5 propulsaba la acción barriobajera hacia coordenadas superheroicas.

Precisamente en 2012, un año después de El lado oscuro de la luna, tuvimos Los Vengadores. La trilogía de Michael Bay, coincidente con la Gran Recesión de 2008 y con los estertores de un blockbuster que se permitía ser grosero y antipático, contrasta abruptamente con el cine de gran presupuesto de la actualidad (y, muy en especial, con los Transformers ajenos al influjo de Bay). Desde luego no es suficiente para guardar nostalgia por estas películas, pero bien valen un meme.

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