'Luca' no está influida por 'Call Me By Your Name', asegura su director

Enrico Casarossa asegura que su largo de debut para Pixar no tiene subtexto LGBT:  "Esta va de dos amigos en un mundo anterior a la pubertad".
Imagen de 'Luca', el nuevo estreno de Pixar que veremos en Disney+.
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Imagen de 'Luca', el nuevo estreno de Pixar que veremos en Disney+.

¿Qué ocurre cuando un colectivo no se ve representado en los medios? Pues que se acostumbra a buscar subtexto en todas partes para compensar, y luego pasa lo que pasa. Por ejemplo, que el director Enrico Casarossa tiene que asegurar que Luca, su debut largo para Pixar, no está en absoluto influída por Call Me By Your Name. 

Desde su promoción, Luca nos ha sido presentada como una historia de amistad entre dos chicos (monstruos anfibios, para más señas) en un pueblo costero de la Italia de los 60. Esta combinación de sol mediterráneo y personajes entrañables, más la casi nula representación LGBT en el cine mainstream (y en el de animación, no digamos) llevó a algunos espectadores a emparentarla con el filme de Luca Guadagnino en cuanto aparecieron los primeros tráilers. 

Durante la presentación del filme, algunos periodistas consultaron al cineasta sobre esta interpretación. Y Casarossa la desmintió rápidamente: según explicó, el argumento de Luca está basado en sus propios recuerdos de infancia, y en su relación con su mejor amigo de entonces, con lo que no es en absoluto una historia de amor. 

"Eso nunca estuvo en nuestros planes", añadió el director. "[La película] trata sobre la amistad [entre los protagonistas] en esa clase de mundo que precede a la pubertad". 

Asimismo, Enrico Casarossa contó algunas anécdotas relacionadas con el carácter tarambana de su amigo. "Él tenía una familia que no se ocupaba mucho de él, y yo tenía una familia que se ocupaba un poco demasiado de mí. Yo era tímido y algo insociable, y él tenía un interés nuevo cada semana", explicó, añadiendo que el chaval de marras ahora es coronel en la fuerza aérea italiana.

Sin discutir la veracidad de las palabras de Casarossa, y más allá de lo problemático que pueda ser emparentar con Call Me By Your Name una pelícla para niños, hay un par de lecciones que podemos extraer de esta anécdota. 

Para empezar, que una película de animación que sí tenga contenido LGBT siempre lo va a tener muy difícil para hacer explícitos dichos matices, ya que hacerlo le cerraría mercados en muchos países de legislación homofóbica.

La segunda lección: que esta búsqueda desesperada del subtexto se calmaría si los grandes estudios de Hollywood empezaran a hacer hueco en sus producciones para los afectos fuera de la heteronorma más allá de las insinuaciones y los guiños. Algo que, nos tememos, está muy lejos de hacerse realidad, como prueban ejemplos recientes como el de Raya y el último dragón. Pero si algo nos ha enseñado el cine de animación, eso es que uno siempre puede soñar.

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