'Los renglones torcidos de Dios': Bárbara Lennie es la mujer fatal definitiva de las letras españolas

La adaptación de la novela de Torcuato Luca de Tena llega a las salas en el Día del Cine Español.
Imagen de 'Los renglones torcidos de Dios'
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Cinemanía
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Tráiler final de 'Los renglones torcidos de Dios'

“Es condición muy acusada en esta enferma –se decía en la carta– tener respuesta para todo, aunque ello suponga mentir (para lo que tiene una rara habilidad), y aunque sus embustes contradigan otros que dijo antes. Caso de ser cogida en flagrante contradicción, no se amilana por ello, y no tarda en encontrar una explicación de por qué se vio forzada a mentir antes, mientras que ahora es cuando dice la verdad. Y todo ello con tal coherencia y congruencia que le es fácil confundir a gentes poco sagaces e incluso a psiquiatras inexpertos. A esta habilidad suya contribuyen por igual sus ideas delirantes (que, en muchos casos, la impiden saber que miente) y su poderosa inteligencia”.

A Torcuato Luca de Tena le debemos una de las más impactantes presentaciones de personaje de la historia de la literatura. Alice Gould, sin duda la femme fatale definitiva de las letras españolas, se nos presentaba en carta médica por boca de un doctor que no se andaba con rodeos a la hora de tacharla de paranoica. 

Sin embargo, esta mujer que supuestamente ingresaba de incógnito en un psiquiátrico para investigar una sospechosa muerte ocurrida antes de su llegada nos resultó tan fascinante que, generaciones y generaciones de lectores escolares, preferimos creerla. ¿Cómo no íbamos a ir en el bando de esta dama “con más aspecto de sajona o americana del Norte: la piel muy blanca, ligeramente pecosa, labios atractivos, nariz aristocrática, pelo rubio ceniza, tal vez teñido, tal vez natural, y manos finas, de largos dedos, muy bien cuidados”?

Un reto con condiciones

Oriol Paulo no iba a ser menos. Cuando el director fue requerido para adaptar Los renglones torcidos de Dios, una de las obras más queridas en este país tan poco lector, aceptó el reto por Alice Gould. 

“Hay algo en la novela que es único y es ese personaje, esa mujer tan moderna, con diálogos tan brillantes, tan contestona, que te mete en ese mundo de dualidad”, explica por teléfono y recuerda la condición que puso desde el principio: que Bárbara Lennie fuese Alice Gould. “Sin ella no hubiese hecho la película –reitera–. Era vital. Tiene la clase, el misterio, la inteligencia, la ambigüedad”. 

El director de Contratiempo y El cuerpo también tenía otra cosa clara. A la Alice Gould de Bárbara Lennie había que colocarle enfrente un intérprete capaz de transmitir con su presencia esa “apariencia de hombre frío, sereno, puntilloso y metódico” del doctor Samuel Alvar, el director del psiquiátrico en el que ingresa la protagonista de Los renglones torcidos de Dios. “Para mí era muy importante que fuese Eduard Fernández. Esa lucha de egos entre Gould y Alvar estaba en la novela y es algo que hemos querido reforzar”.

Otro de los puntos fuertes del libro de Luca de Tena era la gran cantidad de personajes secundarios que poblaban el psiquiátrico y que en la película han sido reducidos por economía narrativa. Aunque de fondo estén casi todos. “Mi ayudante no daba crédito cuando leyó el guion –recuerda Paulo del casting paralelo que hicieron para encontrar a la figuración–. Muchos no habían actuado nunca o habían sido descartados de otros castings por sus físicos”.

El sanatorio mental

Pero, sin duda, uno de los mayores retos a la hora de adaptar Los renglones torcidos de Dios fue recrear el Hospital Psiquiátrico de Nuestra Señora de Fuentecilla, ese sanatorio inexistente y reconstruido tantas veces en las cabezas de los lectores. 

“El exterior es una antigua tabacalera de Tarragona. Estaba en desuso y tuvimos que restaurarla”, recuerda el director de “esa fachada del edificio y la gran puerta de entrada que se conservaban como hace ocho siglos, cuando aquello era una cartuja”. 

Los interiores del sanatorio también los construyeron de cero en una nave abandonada. “Apenas cruce esa puerta entrará usted en un mundo que no va a serle grato”, le decía el doctor Ruipérez a Alice Gould. Y Oriol Paulo espera que para nosotros tampoco lo sea.

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