Los 10 'blockbusters' más aburridos

Los 10 'blockbusters' más aburridos

Dicen que el futuro de un filme no se decide en el montaje, ni en el rodaje: se decide en su campaña publicitaria. Y probablemente sea verdad, vistos los filmes de calidad cuestionable que reunimos en esta lista. Todos ellos fueron agraciados con un vertiginoso trabajo de márketing que convocó a millones de personas en las salas, para que luego estas abandonasen el cine de turno comentando el consabido "Pues no era para tanto". Y eso, como poco.

Ojo: aquí no estamos juzgando la calidad estrictamente cinematográfica de estas películas, sino sólo el hecho de que, prometiéndonos acción y emoción a raudales, nos dejasen luego a medias con un difuso potaje de espectacularidad y, en algunos casos, pretenciosidad. Avisamos también de que esta lista es tan objetable y cuestionable como cualquier otra. ¿Estáis preparados para el repaso? Pues allá vamos...

* Matrix Reloaded

Aunque los hay que afirman que Matrix Revolutions les hizo bostezar aún más, nosotros afirmamos que el verdadero talón de Aquiles de la trilogía de los Wachowski es este. Unos Keanu Reeves, Carrie Ann Moss y Laurence Fishburne aún más perdidos que su diseñador de vestuario, un guión al que sólo redime la revelación de sus últimos minutos y una persecución de coches tan maratoniana como irrelevante son sus poderes.

* X-Men Orígenes: Lobezno

Ni toda nuestra admiración por Hugh Jackman y sus pectorales puede disuadirnos de afirmar que lo peor de su aventura mutante en solitario era su falta de chicha dramática. La historia de amor entre el protagonista y Lynn Collins no cuajaba, Liev Schreiber y Danny Huston formaban una pareja de villanos francamente sosa, y los guiños al Universo Marvel se limitaban a dilapidar personajes que podrían haber dado más de sí.

* El código Da Vinci

Es lo que tiene adaptar éxitos de librería en pos del beneficio rápido: la película de Ron Howard acabó resultando tan olvidable como el tomazo de Dan Brown en el que se inspiraba. Más allá de la pena que daban Ian McKellen y Jean Reno, perdidos cual náufragos en el bodrio, guardamos nuestros bostezos para Tom Hanks, Audrey Tautou y la poca (o nula) química que destilaba su relación.

* La momia: La tumba del Emperador Dragón

La saga arqueológica de Brendan Fraser resultaba entrañable, como un Indiana Jones de segunda que calmaba el hambre por nuevas entregas del original... Hasta que apareció su tercera entrega, una suma de parches y apaños de dudosa concepción. ¿Que Rachel Weisz abandona la saga? No importa, la sustituímos por Maria Bello. ¿Que China es un mercado valioso para Hollywood? Pues cocinamos una trama de circunstancias, con Jet Li sustituyendo a Dwayne Johnson como villano caracartón. El resultado tenía la animación de un guerrero de terracota.

* Deep Impact

El día de mañana, la otra gran película 'de catástrofes' de los últimos años, podía esgrimir en su defensa la naturaleza disparatada de sus premisas, la espectacularidad garantizada por la firma de Roland Emmerich (quien remataría la faena con 2012) y a Jake Gyllenhaal, que siempre queda bien en el encuadre. Cuatro años antes, la siempre sosa Mimi Leder conseguía suscitarnos el deseo de ser fulminados por un meteorito cada vez que el presidente Morgan Freeman se preparaba para pronunciar otro soporífero discurso.

* Hulk

Discutida y discutible, la aportación de Ang Lee a la filmografía de Marvel Comics destaca tanto por su osadía (poner los tormentos internos del héroe en primer plano, en lugar de las tortas) como por demostrarnos que el genio asiático pierde fácilmente el norte en cuanto se aleja del intimismo. La carrera de Eric Bana como rompetaquillas (y rompecorazones) no podía haber empezado con peor pie. Tal vez por eso, no empezó nunca.

* Wild Wild West

¿A quién se le ocurrió que Will Smith y Kevin Kline harían una buena pareja cómica? ¿Qué le echaron en el café a Kenneth Branagh para hacerle gesticular de esa manera? Ni su logrado diseño de producción steampunk salva a este despropósito, buena prueba de que, para dejar al público indiferente, no hay nada mejor que recordarle a cada minuto lo gracioso que eres.

* Transformers: La venganza de los caídos

Sonrojados y apenados, Shia LaBeouf y Michael Bay han admitido que esta entrega de la saga robótica les salió rana, tal vez porque estaban demasiado ocupados peleándose con Megan Fox entre bambalinas. Tal vez por ello, el habitual montaje vertiginoso de Bay se volvió aquí tan extremadamente confuso que no había manera de enterarse de qué Autobot estaba machacándole las bielas al Decepticon malvado de turno.

* Star Wars Episodio II: El ataque de los clones

Superado ya el espanto causado por La amenaza fantasma, George Lucas podría haber seguido la fórmula de El Imperio contraataca y reclutar a un director con oficio que diese pulso dramático a su segunda precuela galáctica. Por contra, Lucas insistió en dirigir él mismo, con lo que tenemos que tragarnos esos diálogos entre Hayden Christensen y Natalie Portman, en los que el cineasta aplicó su legendario estilo para la dirección de actores, consistente en dos instrucciones básicas: "Más rápido" y "Más intenso". Al final, la película no es ni una cosa ni otra.

* Avatar

En esta casa, James Cameron nos cae bien. Por su lengua viperina, por su megalomanía creadora y por su compromiso con el cine (su cine) hasta las últimas consecuencias. De ahí que, pese a reconocer sus logros estéticos, nos veamos forzados a admitir lo evidente: la aventura de Sam Worthington en la luna Pandora es un pestiño cocinado a fuerza de ecologismo new age, con la densidad argumental de un documental de National Geographic y una moraleja que, además de verse venir a kilómetros, nos transmite un sospechoso tufillo a hipocresía de millonario.

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