Lo que el cine (de ahora) nos enseña sobre la maternidad y la paternidad

Desde hace unos años el cine nos ha ofrecido varias ideas estimulantes, sensatas y realistas sobre la familia.
Lo que el cine (de ahora) nos enseña sobre la maternidad y la paternidad
Lo que el cine (de ahora) nos enseña sobre la maternidad y la paternidad
Lo que el cine (de ahora) nos enseña sobre la maternidad y la paternidad

En este momento que vivimos las madres y los padres luchan por tener más tiempo con sus hijos, persiguen la conciliación como el bien más preciado en sus vidas, han eliminado esa desidia y conformismo de generaciones pasadas que se resignaban a una idea cultural y social donde no se podía compaginar vivir bien y ver mucho, todos los días, a la familia.

Ahora las parejas quieren ver a sus hijos, quieren estar con ellos, quieren ser mejores para ellos… Y quieren hacerlo sin renunciar a sus aspiraciones o a su felicidad como individuos.

El cine lleva años hablándonos de un cambio generacional en la forma de entender la maternidad y la paternidad. En esencia sigue ocurriendo lo mismo salvo el hecho de expresar en voz alta la verdad de lo que te ocurre cuando tienes hijos. Y esto ha desembocado en un par de décadas de películas importantísimas sobre los hijos, sobre tenerlos y educarlos y sobre lo que ocurre con los padres y las madres.

Ema de Pablo Larraín sería el último de estos ejemplos, un abordaje para entender una brecha generacional a través de una joven bailarina que decide separarse de su novio cuando ambos entregan al hijo que habían adoptado después de ser incapaces de  criarlo. La culpa, la juventud, el amor, la poesía, el reguetón y la maternidad más anómala se juntan en este drama que probablemente esté entre las mejores películas de este recién estrenado 2020.

Mientras, aquí va el cine que lleva alimentando este precioso subgénero durante los últimos años.

LOS DÍAS QUE VENDRÁN y la espontaneidad de ser padre

Lo que el cine (de ahora) nos enseña sobre la maternidad y la paternidad

Vir y Lluís se conocen desde hace un año. Cuando descubren que están embarazados deciden que quieren tenerlo. Durante 9 meses seremos testigos de este proceso repleto de miedos, alegrías, expectativas, fracasos, discusiones, tristeza, aprendizaje… Aún no se conocen del todo y ya van a dejar de ser dos para ser tres.

Esta película es un milagro, una especie de documental en el que los dos actores protagonistas aprovecharon su embarazo real para ceder una parcela de intimidad al director Carlos Marques-Marcet. Qué grabó la crudeza de los peores momentos y el encanto de los mejores con una narración naturalista e improvisada.

Su legado será el de acercarse y explorar los conflictos de la pareja al mismo tiempo que se deja embriagar por lo hermoso de un proceso único y, en cierta forma, algo tan bello como grotesco.

LA LLEGADA o JUNO y elegir ser o no ser madre

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Juno es una de las primeras películas en contar con honestidad los miedos y las dudas que le surgen a las madre al quedarse embarazadas. En este caso la joven protagonista tiene 16 años, de forma madura y asumiendo que el padre se desentiende completamente del problema Juno toma la decisión de tener el niño y darlo en adopción.

Elige no ser madre, seguir con su adolescencia y su juventud, creciendo y aprendiendo. Y lo hace libre y consciente de la parte que sacrifica. Juno representa a ese tipo de madres que lo son mucho antes de tener hijos.

La llegada es una película de extraterrestres, tan inmensa que consigue abarcar (y bien) casi todos los temas importantes del ser humano, uno de ellos, la maternidad. LLEGAN SPOILERS. Amy Adams interpreta a una experta lingüista que debe aprender a comunicarse con unos extraños seres de otros planetas poseedores de un lenguaje propio y bastante complejo. La protagonista acabará aprendiendo esta lengua, una forma de comunicarse que abrirá, de paso, su forma de entender y vivir el tiempo. En el lenguaje octópodo las cosas ocurren al mismo tiempo, el presente, el pasado y el futuro ocurre a la vez. Y ella, debido a esta nueva capacidad adquirida, ve como en el futuro tendrá una hija que morirá de cáncer a una temprana edad. El momento clave llega cuando al procrearla (ella sabe cuál es ese momento) tienen que decidir ¿tiene a su hija aún sabiendo el sufrimiento que arrastrará su enfermedad? 

Esta pregunta hace que te estrujes el cerebro de una manera que ninguna otra película de esta lista lo hará.

TULLY o la depresión postparto 

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Otro guión de Diablo Cody (Juno) para contar como nunca antes se había contado en el cine qué se siente cuando al tener un hijo el resto del mundo deja de verte como una mujer para verte como una madre. Marlo (Charlize Theron) es una madre con tres hijos que un día recibe, como regalo de su hermano, una niñera para que le ayude por las noches. Al principio no está muy de acuerdo, pero esta nueva persona en su vida, llamada Tully, acaba por hacerse inseparable.

Tully es una película brutal en su honestidad. Ser madre y padre es, también, un puto infierno. Pis en el suelo, pañales sucios invadiendo cada rincón de la casa, enajenación mental, frustración y una salud de mierda debido a la privación de sueño. Y a parte de todo esto uno comienza a darse cuenta de que dejas de ser una persona para ser un esclavo al servicio de una persona 24 horas al día. Pero todo esto no se dice nunca en voz alta porque la culpa es terrible, claro.

Menos mal que existe Tully. Todos los padres primerizos deberían verla y llorar desconsoladamente de felicidad al verse tan identificados con esta Charlize Theron inconmensurable.

DECLARACIÓN DE GUERRA o cómo sobrellevar la enfermedad

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Esta película es demoledora y radical. La manera en la que una vivencia tan personal y íntima se convierte en una película absolutamente universal es sobrecogedora.

Romeo y Julieta se conocen y se enamoran y el romance funciona. Viven juntos y tienen su primer hijo. El niño se llama Adán y con dos años le diagnostican un cáncer. La película es autobiográfica. El retrato de la guerra contra el cáncer. Toda la desesperación y toda la rabia se juntan con la alegría de las pequeñas victorias en una película narrada desde el sentido del humor. La verdad está representada por la radical manera de enfrentarse a la pesadilla, a través de estados humanos tan diferentes como la fantasía y la risa sin olvidar lo duro que es dedicar todas las horas del día a una enfermedad.

Y al final, aunque ganemos la guerra, siempre quedan ruinas.

Los actores no actúan, viven. Y la película puede ser una tortura... Pero a pesar de ser la muerte su tema central es una película feliz, donde la maternidad y la paternidad salen reforzados con unos personajes buenos y nobles.

DE TAL PADRE, TAL HIJO o lo que le convierte a uno en padre

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En esta preciosa película de Kore-eda, Nonomiya Ryota es, aparentemente, un hombre de éxito, un importante arquitecto con un coche de lujo que vive en un moderno aparentemente junto a su mujer y su hijo de cinco años, un niño modelo que a pesar de su corta edad ya se prepara para entrar en una escuela privada de élite y así no defraudar a sus padres. Un día la pareja recibe una dura noticia del hospital donde nació su hijo, debido a un error, les entregaron el hijo de otra familia. Ahora tienen que decidir si intercambiarse los niños o quedarse con el que han criado casi 6 años, al que quieren y conocen, a pesar de saber que no es su hijo biológico.

La diferencia entre la familia de Ryota y la de los Saiki, los que están criando a su hijo verdadero, es abismal.

Kore-eda nos hace reflexionar sobre el tipo de padre que nos gustaría ser, el equilibro entre la vida laboral y la familia, el éxito en tu trabajo y el éxito como padre y mientras profundiza en el complejo (y eterno) debate entre la sangre y afecto, en lo que significa de verdad ser un padre…

TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN o MOMMY… Educar a un villano

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Dos películas casi de terror, muy sensibles y muy distintas entre sí. Tenemos que hablar de Kevin es un thriller donde una mujer de casi cuarenta años decide tener un hijo y ese hijo resulta ser un psicópata. Y Mommy es una distopía en la que el estado permite que los padres incapaces de controlar a sus hijos los internen en un centro especial.

Ambas películas que no tienen nada que ver en su tono, en sus interpretaciones y ni siquiera en sus intenciones sí hablan, sin embargo, del papel de la mujer que abandona su propia vida para desempeñar el papel de ser madre y que, a veces, toma decisiones frías y durísimas. Ninguna de las películas son cursis a pesar de hablar del amor incondicional y ninguna de las películas evita hablar de lo verdaderamente importante… Los padres pueden esforzarse al máximo en la educación de sus hijos, intentar moldearles y darles valores pero al final ellos son seres independientes.

La culpabilidad debe ser un lastre que las nuevas generaciones de padres y madres deberán quitarse para dotar, en todo caso, de libertad a la relación que entablen con sus hijos.

LADY BIRD o CAPTAIN FANTASTIC, vieja forma de educar o nueva forma de educar

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Lady Bird es la última gran película en plasmar a la perfección la relación de una madre y su hija adolescentes. Dos personas que se adoran pero que discuten. Una relación que va en contra de la idílica idea de considerar madre e hija como amigas. Lady Bird es una joven cuyas inclinaciones artísticas la empujan a encontrar su propio camino lejos de su hogar escamando de la manera protectora en la que su madre quiere moldear su futuro. Aquí tenemos una clásica relación entre adolescente y progenitor repetida generación tras generación hasta ahora. 

Con Captain Fantastic encontramos otra manera casi ridícula en lo revolucionario de su propuesta de educar a los hijos. Una pareja de ex activistas anticapitalistas que decide educar a sus hijos en el bosque inculcándoles habilidades de superviviencia, pensamiento crítico y entrenándolos para que no dependan de la tecnología. Cuando la madre muere, el padre intenta mantener esos valores a pesar de la presión social.

Más allá de esta utópica manera de llevar a caba la educación de los hijos hay algo muy importante que Captain Fantastic muestra de manera muy clara y es la forma en la que el personaje de Viggo Mortensen se adapta a cada uno de sus hijos para encontrar el mejor método de educación posible.

Es divertidísimo verle hacer malabarismos para cambiar el tono y las asignaturas que debe reforzar en cada uno de ellos dependiendo de su personalidad. Lo que al final sería un gran ejemplo de lo que sí que debería ser, en todo caso, el pin parental.

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