'Líberanos': todo lo que no sabías sobre los exorcismos

'Líberanos': todo lo que no sabías sobre los exorcismos
'Líberanos': todo lo que no sabías sobre los exorcismos
'Líberanos': todo lo que no sabías sobre los exorcismos

“Mi hijo está poseído: no quiere ir al colegio”. Esta frase, que parece sacada de la comedia What we do in the shadows, es en realidad un momento auténtico del documental Libéranos, dirigido por la cineasta italiana Federica Di Giacomo. Un reportaje de 94 minutos sobre exorcismos reales llevados a cabo en una parroquia de Palermo, Italia, que desde hace unos días se puede disfrutar en FILMIN.

Di Giacomo se adentra en el día a día del sacerdote franciscano Cataldo Migliazzo. Un hombre mayor, de 78 años de edad, con la responsabilidad de atender a una demanda de exorcismos que, según el propio documental, crece día tras día. El padre Cataldo se muestra como un hombre despreocupado, que trata con una rutina asombrosa las convulsiones, gritos y sufrimiento de sus feligreses. Envía a rezar ave marías sin mucha reflexión a fieles que le piden consejos en temas de lo más variado mientras un selecto y siempre enfadado (pero maravilloso) grupo de señoras mayores trabaja como su personal Guardia Suiza.

Tantas veces adornado en películas de Hollywood, sorprende ver un exorcismo real llevado a cabo con la sobriedad con la que graba su directora. Nada de planos frente a casas de vecindarios alumbrados por una tenue farola, nada de truenos y relámpagos o coherentes conversaciones entre el mismísimo diablo y el sacerdote. Lo que Libéranos muestra son mujeres y hombres con vidas aparentemente normales, que únicamente deben luchar contra el demonio de vez en cuando. “Tengo que hacer la compra rápidamente, antes de que me llegue un ataque”, asegura una de las protagonistas poseídas.

Los poseídos hacen cola y se agolpan en misa para gozar de unos segundos con el padre Cataldo o el resto de curas de la parroquia. Casi todos ellos aseguran haber acudido en algún momento en busca de ayuda médica. Al no recibir tratamiento alguno para su malestar, recurren a Dios. Aquí es, por tanto, cuando cada uno decide interpretar como auténtico lo presenciado o, como menciona Cataldo, creer que muchos “buscan el protagonismo”. Como canta Ryan Gosling al final de la cinta: “I get up to this feeling/keeps me on the run”.

Esta ida y venida entre el testimonio más cotidiano frente a nuestra imagen mental de lo que debería ser un exorcismo fuerza que el espectáculo que aquí se recoge navegue entre el miedo, el estupor y en ocasiones, la carcajada. Su realizadora baila con el patetismo una y otra vez, casi siempre victoriosa, pero en ocasiones obviando en exceso la necesidad de ofrecer al espectador algo más, una guía que le demuestre que lo que allí ocurre es trascendente y no un descarado mockumentary.

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