La loca historia detrás de las películas de los Hombres G: un corazón roto, un mono punki y una familia de artistas

Así nacieron '¡Sufre mamón!' y 'Suéltate el pelo', las dos películas que inmortalizaron a la banda cuando estaban en la cresta de la ola.
Imagen de 'Sufre mamón', de los Hombres G
Imagen de 'Sufre mamón', de los Hombres G
Cinemanía
Imagen de 'Sufre mamón', de los Hombres G

“MAMONADA”. Así tituló Ángel Fernández Santos su crítica de Sufre mamón en El País. En el texto, comedido pero implacable, acusaba a Summers de “ofrecer en bandeja razones a sus detractores y de ser un cálculo de rentabilidad para convocar en los cines a las muchachas y muchachos fans de Hombres G”. En esto último tenía bastante razón. Hay crónicas que comparan el estreno de la primera película protagonizada por la banda madrileña con la apoteósica llegada de Sara Montiel para presentar El último cuplé en 1957.

“Aquello fue absolutamente demencial”, recuerda David Summers. El músico, líder de Hombres G, nos explica por teléfono cómo ocuparon la Gran Vía de Madrid y se cortó el tráfico para que el grupo llegase al Cine Rialto, donde se proyectaba la película. “Aparecimos en un coche de los años 20 que tenía mi padre, como de Al Capone. Y fue histórico. Tuvo que venir la policía. El histerismo colectivo era total. Fue una locura”, cuenta sobre este estreno en el que algunas fans, enfadadas porque no habían podido entrar al cine, rompieron las cristaleras de la entrada.

Era el año 1987 y Hombres G estaba en su momento álgido. Sufre mamón había sido idea de Manuel Summers, padre de David. En los comienzos de la banda, el director de las maravillosas Del rosa al amarillo o La niña de luto había observado con cierto recelo los pinitos que su hijo hacía en la música. “No te veo con 65 años cantando Sufre mamón”, cuenta el cantante que le dijo su padre cuando empezaron a dar conciertos.

Imagen de 'Sufre mamón'
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Afortunadamente, a Summers padre se le daba mejor pronosticar éxitos cinematográficos que musicales. Como bien atestiguan títulos como Adiós, cigüeña, adiós o To er mundo é güeno, el onubense tenía una vocación tan popular como afinada para llevar a los espectadores a las salas. Es comprensible, por tanto, que según la popularidad de Hombres G crecía por encima del millón de copias de discos vendidas y atravesaba fronteras, el cineasta acariciase su viejo sueño de dirigir un musical echando mano de la fama de su hijo y sus secuaces.

Yo hice una encuesta previa para ver qué tipo de película querían ver sus fans”, decía el director en aquel momento. No sabemos si fue petición del público o cosecha propia de Summers pero tenemos claro que la premisa fue hacer una película autobiográfica. “La película está basada en la canción que le da título y que cuenta una historia que me sucedió de verdad –resume David Summers sobre la chica que le rompió el corazón yéndose con un niño pijo–. Casi toda la película es verdad. Todo menos los polvos pica-pica”. ¿También la historia del mono? También. “Pepe era un amigo nuestro que tenía un mono, un tití. Y como era punki lo vestía con chaqueta de cuero y le teñía el pelo”, recuerda el músico. “Todas mis canciones son autobiográficas y la peli cuenta nuestra vida de entonces que era muy surrealista”. Tan surrealista como la historia de cuatro amigos, David, Javi, Dani y Rafa, que pasaron de tener un grupillo de andar por casa llamado Los Residuos a ser los chicos más deseados en España y Latinoamérica.

Sufre mamón comienza con un magnífico Luis Escobar interpretando al profesor desquiciado de unos gamberrísimos David Summers y Javier Molina a punto de ser expulsados del colegio. La expulsión sucedió en la vida real, así como la consolidación de Hombres G cuando ambos conocieron a Daniel Mezquita en su nuevo colegio y, poco tiempo después, a Rafa Gutiérrez en un programa musical de RTVE. Fue entonces cuando abandonaron sus orígenes punk (y, afortunadamente, las crestas y los imperdibles) en favor del pop y la voz acaramelada de David.

Imagen de 'Sufre mamón'
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El equipo de la película fue lo más parecido a una reunión familiar. El crédito de guion fue monopolizado por el apellido Summers, así como el puesto del ayudante de dirección, que ocupó el hermano de David, Manolín. A Curro Martín Summers, primo del líder de Hombres G, le tocó interpretar a uno de los personajes más graciosos, Pepe Punki, y Guillermo Summers, su tío, hacía un cameo. El villano de la película, el tal Ricky Lacoste del Ford Fiesta blanco y el jersey amarillo, también era un primo de David. Y la novia del cantante, sin duda la mujer más odiada de España en 1987, era su propia novia, Marta Madruga.

Sufre mamón fue un taquillazo que llevó a las salas a un millón de espectadores. “A mí me transmite mucha ternura aún. Me siento muy orgulloso de ella. Sobre todo porque es una película de Manolo Summers, más que de los Hombres G. Los gags, la manera de hacer cine son de mi padre”, explica el cantante. 

Un mono, una cabra y una serenata

Suéltate el pelo (1988) se iba a llamar La cagaste… Burt Lancaster hasta que algún abogado de propiedad intelectual debió de disuadir al director. La segunda película protagonizada por el grupo es la historia de una fan loca que persigue a David Summers a México para después chantajearlo.

De vuelta a Madrid, lo que podría ser una cinta más del fenómeno fan se convierte en un bizarro policiaco en el que Hombres G, con barbas y bigotes postizos, intentan desenmascarar a los chantajistas. “Lo único que es verdad en Suéltate el pelo es la premisa de la película –recuerda–. Todos los días recibía 80 cartas que el portero me daba con cara de mala leche. Un día, en una de esas cartas me encontré 10.000 pesetas de una fan. Se las devolví y se lo conté a mi padre. Le hizo tanta gracia que lo incorporó al guion”.

Imagen de 'Suéltate el pelo'
Imagen de 'Suéltate el pelo'
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Hay una historia graciosa que protagonizó el actual presidente de la Academia de Cine Fernando Méndez-Leite cuando era director del ICAA. Como no les dieron la subvención para hacer Suéltate el pelo, Summers se presentó en la Plaza del Rey, donde está el Ministerio de Cultura, con los Hombres G, una cabra y un mono y, a modo de queja, le rondaron durante media mañana en la ventana de su despacho. 

Quizás el esquinazo del ICAA tuvo algo que ver en que esta fuese la última película del grupo. “Mi padre quería hacer una más –responde David Summers cuando le preguntamos–. Pero en aquella época hacíamos 100 conciertos al año, gira por América y España. Era una locura combinar los rodajes con las giras. Y además, le dije a mi padre que no éramos los Hermanos Marx”.

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