La excelente saga de 'Bill y Ted': cómo Keanu Reeves y Alex Winter salvaron el universo pop

Los dos músicos más inútiles de California llevan salvando el universo desde 1989: te contamos su alucinante historia. 
Detalle del póster de 'Las alucinantes aventuras de Bill y Ted'.
Detalle del póster de 'Las alucinantes aventuras de Bill y Ted' (1989).
Cinemanía
Detalle del póster de 'Las alucinantes aventuras de Bill y Ted'.

En España, son un fenómeno de culto: para explicar cómo se extendió su fandom aquí, habría que hablar de fenómenos prehistóricos como los videoclubs y los fanzines, y no sería plan. Pero fiaos de nosotros si os decimos que, en EE UU, Ted 'Theodore' Logan (Keanu Reeves) y el excelentísimo Bill Preston (Alex Winter) son más que una institución. Y Bill y Ted salvan el universo, su tercera aventura, está aquí para recordárnoslo. 

Nacidos para el mundo en 1989, aunque su historia comenzó bastante antes, esta pareja de músicos y amigos inseparables ha provocado un terremoto cultural cuyas ondas se extienden a través del espacio y el tiempo. Lo cual tiene su mérito, si pensamos que se trata probablemente de los dos chicos más tontos de San Dimas (California) y que la música de su grupo, los Potros Salvajes (Wyld Stallyns en inglés) suena a rayos fritos. 

¿Cómo pudo semejante fenómeno –incluyendo tres películas, dos series televisivas y una tonelada de merchandising– germinar en torno a dos chavalotes de California con un oído delante del otro? Súbete a nuestra cabina telefónica del tiempo y te lo explicaremos…

Dos colegas y un trabajo de historia

Como suele pasar en estos casos, la historia de Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (debut de nuestros héroes) comenzó con un encuentro casual. En concreto, el de los guionistas Ed Solomon y Chris Mateson. "Nos conocimos en un taller de teatro", recuerda Solomon, señalando que se hicieron amigos debido a su "sentido del humor chorras" que les hacía portarse "como niños de preescolar que juegan en su pequeño mundo de fantasía, para fastidio de todos los que se nos acercaban". 

Ed Solomon y Chris Matheson, creadores de 'Bill y Ted'.
Ed Solomon y Chris Matheson, los creadores de 'Bill y Ted'.
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Así pues, Solomon y Matheson pensaron en hacerse un hueco en el mundo de la comedia de escenarios. Y, para ello, desarrollaron a los personajes que les llevarían a la fama: "Dos tíos que estudian Historia, pero no tienen ni repajolera idea", recuerda el primero.

Una vez descartado un tercer personaje llamado 'Bob', Bill y Ted crecieron hasta poseer a sus creadores, según Matheson: "Escribíamos cartas como Bill y Ted, teníamos conversaciones de teléfono como Bill y Ted. Cuando llegó el momento de hacer una película con ellos, les conocíamos bastante bien". 

Conviene señalar, eso sí, que la idea de escribir un filme protagonizado por este par de mataos partió del padre de Chris Mateson. Y, dado que el papá de marras atendía por Richard Matheson (autor de El increíble hombre menguante y Soy leyenda), pues más valía hacerle caso. 

Total, que Chris y Ed escribieron su guion de Las alucinantes aventuras de Bill y Ted… y no pasó nada. Aunque su creación entró en la famosa 'lista negra' de libretos inéditos, y aunque algún ejecutivo que otro ha acabado confesando que se cayó de la silla de tanto reírse al leerlo, nadie se atrevía a producirlo. Y, cuando Dino De Laurentiis se decidió a financiar el filme, este se quedó sin distribución tras la bancarrota del empresario italiano. 

Dejemos a Hitler fuera de esto

Por fortuna, Las alucinantes aventuras de Bill y Ted acabó llegando a los cines. Y en muy buena forma, además. Aunque Solomon y Matheson tuvieron que dejar fuera alguna de sus ideas más destrozonas (incluyendo la aparición de Adolf Hitler, suplantado por Napoleón Bonaparte en el producto final, la cinta dirigida por Stephen Herek exhibía un amplio rosario de virtudes, dos de las cuales atendían por Keanu Reeves y Alex Winter. 

"Cuando empezamos a rodar, les apodé 'el factor cachorrito", explica Herek, admitiendo que "el amor por la vida y la exuberancia" de sus actores principales le conquistaron muy pronto. Además del carisma de Alex y Keanu, y de un argumento lo bastante chorras como para seducir a cualquier espectador joven, la película se beneficiaba de una amplia trama de referencias que iban de lo sutil a lo descarado. 

Por ejemplo, los guionistas aseguran haber desconocido la existencia de Doctor Who hasta después de estrenar su cinta, pero el hecho de que Bill y Ted viajasen en el tiempo a bordo de una cabina telefónica fue interpretado por muchos como un guiño a la serie británica. Asimismo, la presencia de un terrorista del humor como George Carlin en el papel de Rufus, el mentor extratemporal de los héroes, añadió un toque de distinción a la película.

Además, dejando aparte sus momentazos (el momento filosófico con Sócrates, o ese clímax en el centro comercial, con Juana de Arco descubriendo su vocación como monitora de aeróbic), tanto la primera Bill y Ted como su secuela Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (1991) destacan por lo bien que retrataban su contexto. 

Hasta tal punto es así, que ahora ambas películas quedan quedan como un entrañable documento histórico de esa época tardoochentera posterior a la aparición de la MTV y anterior a la publicación del Nevermind de Nirvana.

Si bien los héroes son un par de tirados con poco seso ("slackers", en la jerga de entonces), en ellos no hay ni rastro de esa angurria existencial que poseería los 90, música grunge mediante. En vez de eso, tenemos a dos joviales chavalotes fans de Faith No More, Red Hot Chili Peppers y el rock melenudo en general y sin un solo átomo de malicia en sus cuerpos. 

Sin ir más lejos, cuando un San Pedro interpretado por el bluesman Taj Mahal les pregunta por el sentido de la vida, su respuesta es recitar el estribillo de Every Rose Has Its Thorn, la muy maqueada balada de los Poison. Y, para colmo, cuela.

Otro ejemplo, también tomado de Las alucinantes aventuras…, es el encuentro de los protagonistas con la mismísima Muerte (William Sadler). No contentos con someter a la Parca a un wedgie (es decir, a una dolorosa compresión testicular usando su ropa interior), ambos se juegan su existencia con ella a un duelo de juegos de mesa como Cluedo, Hundir la flota y el definitivo Enredos. Seguro que a Ingmar Bergman le habría encantado.

Los alucinantes 'dibus' y los no tan alucinantes videojuegos

La primera película de Bill y Ted llegaron justo cuando la comedia adolescente ochentera daba sus últimos coletazos, Y, gracias a los méritos antes descritos, se llevó de calle a un público al cual los diálogos de El club de los cinco y otros clásicos sonaban (en palabras de Alex Winter) a "adolescentes hablando como cuarentones en el psicoanalista".

De esta manera, El alucinante viaje de Bill y Ted acabó recaudando en EE UU un total de 40 millones de dólares con un presupuesto de solo seis. Lo cual persuadió a sus productores de que la franquicia tenía futuro… y resultó en la aparición de una oleada de merchandising y productos derivados. 

El primero, y seguramente el más memorable, fue la serie animada que pudo verse entre 1990 y 1991. Durante su primera temporada, con el sello de Hanna-Barbera, el show contó con las voces del reparto original, incluyendo a Reeves, Winter y George Carlin. Cualquiera diría que este último, conocido por sus transgresores shows de 'stand-up', se prestaría a trabajar en un producto para niños, pero así es la vida…

Si las aventuras 'cartoon' de Bill y Ted han quedado como un entrañable clásico menor, no puede decirse lo mismo de la serie de acción real estrenada en 1992. Aunque habían relevado a Keanu y a Alex como voces de los héroes en la serie de animación, los protagonistas Evan Richards y Christopher Kennedy no se parecían a ellos ni en el blanco de los ojos. El bajo presupuesto del show fue la gota que colmó el vaso, y este solo duró una temporada. 

Pero, por supuesto, la oleada de merchandising 'billytediano' durante los primeros 90 no se acabó aquí. Con decir que estos dos tiradillos tuvieron su propia línea de cereales para el desayuno, debería estar todo dicho, pero mejor centrarnos en otro must de su época: los videojuegos para consolas y para unos PC cuyo potencial como máquinas de ocio electrónico acababa de ser descubierto.

Para empezar, tenemos Bill and Ted's Excellent Video Game Adventure, que apareció para la Nintendo Entertainment System en 1991. Se trataba de un juego de exploración con perspectiva isométrica que recibió reseñas tirando a penosas y ahora está casi olvidado. 

Lo mismo puede decirse del programa para PC, que se subía al carro entonces en boga de las aventuras gráficas sin llegarle a la suela del zapato a clásicos como Maniac Mansion. Si el gran Ron Gilbert, cuyo sentido del humor tenía mucho que ver con el de los señores Logan y Preston, hubiera estado en el ajo, otro gallo hubiese cantado… 

Sin embargo, Bill y Ted tuvieron mucha mejor fortuna en el mundo de las consolas portátiles. Algo que, para qué negarlo, les pega mucho. La pujante Game Boy les tuvo como protagonistas de un juego de plataformas con gráficos ajustaditos, pero con un desarrollo frenético.

El mejor juego de la saga, eso sí, apareció para la portátil Atari Lynx, un sistema que fracasó en el mercado. Lo cual es una pena, porque tanto los gráficos del programa como su desarrollo a base de laberintos, amén de unos diálogos llenos de "bogus", "dude" y "babe", le hacían bastante justicia a los filmes. 

¡Tenemos cómics, colega!

Asimismo, Bill y Ted no tuvieron uno, ni dos, sino tres cómics… que les confieren el honor de haber pasado por las filas tanto de DC (que publicó una adaptación de la primera película) como por las de Marvel. De hecho, el dúo cayó tan bien en la Casa de las Ideas que esta prolongó su adaptación de la secuela con una colección de aventuras originales en viñetas. 

Escrito y dibujado por Evan Dorkin, Bill and Ted's Excellent Comic Book fue nominado al premio Eisner al mejor cómic de humor en 1992. Algo que puede deberse a que Dorkin no quiso molestarse en ver las películas, llevándose el humor de la franquicia a su propio terreno lleno de gamberradas visuales. Lo mismo que hubieran hecho Bill y Ted en su situación, vaya.

Viñeta de 'Bill and Ted's Excellent Comic Book'.
Viñeta de 'Bill and Ted's Excellent Comic Book'.
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¿Faltaba algo más? Pues sí: ¡un musical! Titulado, como no podía ser de otra manera, Bill and Ted's Excellent Musical Adventure. Creado y producido por Dean Collinson de forma totalmente amateur, el show ha tenido buenas críticas e incluso ha ganado algún premio que otro, pero sus representaciones (una de ellas, en el Festival de Edimburgo) han sido escasísimas debido a los consabidos temas de licencias. 

Así pues, ya veis que no mentíamos al decir que la aparición de Bill y Ted fue un pequeño terremoto en el continuo espacio-tiempo. Ahora que Bill y Ted salvan el universo llega a Movistar+, seguro que hay muchas enseñanzas que podríamos extraer de esta excelente saga… pero, seguramente, la más importante de todas sea "nunca subestimes a esos dos pardillos que no saben tocar la guitarra y hablan raro".

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