John Waters: “Mi bigote es como las tetas de Pamela Anderson, me sirve para conseguir trabajo"

Tras su espléndida presentación en España de This Filthy World,  monólogo que mantiene en constante reescritura desde hace treinta años y en el que hace inventario de inquietudes y experiencias, el director de Baltimore (a quien ya entrevistamos ampliamente hace unos meses) dio rienda suelta a su faceta docente en la escuela TAI.

La clase magistral transcurrió como una entrevista conducida por el crítico Jordi Costa en la que la mayoría de las preguntas fueron remitidas por estudiantes a través de Facebook. El resultado bien pudo ser una continuación de la actuación del día anterior: en el cajón de sastre cupieron recomendaciones de bares, loas a The Wire, consejos para la dirección de actores, comparativas entre la industria del cine y la del arte contemporáneo y, cómo no, las razones que le pueden llevar a uno a mascar mierda de perro frente a una cámara. Es decir, todo sobre lo que debe versar cualquier clase sobre cultura popular que se precie.

Waters, que ha impartido a niños, convictos e infinidad de estudiantes de arte y cine, estuvo tan resuelto como de costumbre. El interés de la mayoría de los asistentes se centró en desentrañar los inescrutables designios de la transgresión; en intentar saber cómo destacar en un mundo cada vez más saturado de propuestas. "La provocación está bien para llamar la atención de la gente, pero luego tienes que aportar algo más si de verdad quieres cambiar su manera de pensar", puntualizó en varias ocasiones.

Más misterios: ¿qué le puede resultar ofensivo a alguien como él? “La estupidez de la gente y las películas románticas”. ¿E inspirador? “La gente que cree que es normal. Lo que me dicen aquellos que me escriben y piensan que yo lo entenderé todo (y de veras que lo intento). Me impresionan directores como Gaspar Noé o Lars Von Trier”.

Miembro de la Academia de Hollywood, Waters ha sido relevado por las nuevas generaciones de provocadores televisivos e interneteros, pero sin duda ha sabido conservar dos cosas a lo largo de todos estos años: su curiosidad inagotable y su mordaz visión de cuanto le rodea. “Mi bigote es como las tetas de Pamela Anderson: siempre me ha servido para conseguir trabajo”. En definitiva, lo que hoy puede puede enseñar él es cómo reconvertirse y mantenerse al pie del cañón: “a los niños les gusta Divine, lo ven como un payaso, de manera que podría hacer una versión desexualizada de Pink Flamingos para ellos. Animación infantil. También una ópera, un videojuego o un espectáculo de patinaje sobre hielo basados en la película. Estoy abierto a lo que sea”.

El paisaje audiovisual actual ya no es aquel de midnight movies en el que se curtió. Hoy todo es frenético y resulta casi imposible remontar un estreno fallido. En ese sentido, el aprovechamiento del tiempo estudiantil quizás fuese el consejo más remarcable de los muchos y valiosos que dio: “las escuelas sirven para explorar, para probar cosas. Conoce gente de tu mundo. Si eres artista tienes que saber qué hay nuevo ahí fuera. Tienes que conocer las reglas para romperlas. Experimenta incluso con las malas ideas. Es tu momento. No tengas miedo al rechazo”.

Al final del acto, Gerardo Vizmanos, alumno de TAI ganador del certamen internacional de fotografía ITS (International Talent Supoort), salió a hacer entrega al cineasta de la obra galardonada y demostró que también el papá de la mugre tiene mundo por descubrir. En la imagen figura un globo de fiesta común y corriente, mención, al parecer, a un nuevo tipo de fetichismo sexual ligado a turbias regresiones a la infancia. Un globo para celebrar, entre sonrisas y cejas arqueadas, este mundo en el que vivimos.

Foto: Jorge Mario Ramírez