
No hace demasiados años, un proyecto llamado El Cosmonauta apareció en los medios de comunicación prometiendo, a medio camino entre la energía juvenil y la pura arrogancia, reinventar el modo en el que se producían las películas.
Su proceso sirvió para que en España se conociera lo qué significaba un término, "crowdfunding", y para poner en pie una iniciativa pionera en nuestro cine en torno a la que se congregó una comunidad de internautas. Sin embargo, con el paso de los meses, también sirvió para ir tejiendo un inagotable culebrón que culminó cuando la película se estrenó con un ruido mucho menor al que había ido generando por el camino.
Con la tristísima historia de aquel rodaje y las lecciones que se pueden extraer, el realizador Arturo M. Antolín ha lanzado un documental, Hard as indie, que puede verse gratuitamente y en el que se cuentan muchas de las sombras de aquel proceso, desde los ataques de ego de un director al que ni siquiera le gustaban las olas del mar y que tildaba de malcriados a los actores o la quiebra de la productora por tener que devolver el dinero de una subvención del ICAA, y que pudo haber echado un velo de desconfianza sobre el crowdfunding por culpa de la cantidad de gente que se sintió decepcionada por un proyecto que les había prometido revolucionar el cine.
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