Goya a la vista: María Vázquez deleita al Festival de Málaga con una de las interpretaciones del año

La actriz gallega despunta en ‘Matria’, ópera prima que se proyecta hoy en el certamen andaluz tras su paso por la Berlinale y que se estrena el 24 de marzo
María Vázquez en 'Matria'
María Vázquez en 'Matria'
Avalon
María Vázquez en 'Matria'

Cuenta María Vázquez que las mujeres de la conservera con las que trabajó en Matria se han convertido en sus amigas. No nos extraña. La interpretación de la gallega es tan sobresaliente que se intuye detrás una inmersión profunda en el personaje, en los ambientes, trabajos y amistades reales que lo inspiraron.

María Vázquez es Ramona, una mujer que vive al día en un pueblo pesquero de Galicia. Trabaja pluriempleada. Le da igual salir a faenar que limpiar una casa o echar las horas que hagan falta en una conservera. Todo lo hace para costearle unos estudios a su hija que la separen precisamente de esa vida.

Es este un retrato de la precariedad y la dureza del trabajo en estas comunidades costeras de Galicia, un entorno que penaliza especialmente a las mujeres. Y Álvaro Gago, que parte en su ópera prima del cortometraje homónimo con el que triunfó en el Festival de Sundance, consigue cautivarnos a pesar de la aspereza transportándonos a esa Galicia con personalidad propia.

Matria no hace muchas concesiones al espectador. Es un retrato seco, directo como su protagonista. Su puesta en escena está al servicio del continuo y cansado esfuerzo de Ramona por seguir adelante entre recortes salariales y una relación sentimental tan tóxica como necesaria para asegurar una vivienda.

El filme es pura acción y a veces recuerda a la versión española y de clase baja de aquella película fantástica y poco reivindicada que es A tiempo completo, donde la vida de una madre soltera francesa se iba al garete por una huelga de trenes.

Igual que en aquella Laura Calamy nos arrastraba en una angustia que acercaba el filme al thriller, aquí María Vázquez logra con su trabajo que nos impliquemos hasta las últimas consecuencias en su lucha por la vida.

Nos la creemos en un pesquero con su impermeable amarillo, friendo el pescado de turno en la cocina, y haciendo chistes soeces con las compañeras de trabajo a la salida de la conservera. Y quizás lo más difícil de creer sea el final que Álvaro Gago diseña para ella, más propio de un cuento que de un retrato social tan apegado a la realidad, más próximo a lo que nos gustaría que el personaje hiciera que a lo que suponemos que haría en realidad.

Pero volvamos a María Vázquez. El manejo del acento de las Rias Baixas y esa energía con la que interpreta al personaje logran que la actriz se camufle entre actores naturales haciendo que olvidemos las fronteras entre unos y otros. Su interpretación es soberbia y esperamos que su estreno en el primer trimestre del año no haga que la Academia la olvide en los próximos premios Goya.

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