El estudio de las emociones humanas y cómo afectan a distintas facetas de nuestro comportamiento tiene una de sus mayores complicaciones a la hora de conseguir que los sujetos del experimento sientan efectivamente la emoción que se quiere estudiar. Según cuentan en Smithsonian, la solución de los profesores de psicología de la californiana Universidad de Berkeley Robert W. Levenson y James J. Gross es ponerle a la persona vídeos de películas muy concretas. Tras haber desarrollado el experimento desde 1988 hasta 1995, ya tienen muy medido qué emociones específicas genera cada filme en el espectador.
¿Y cuál consideran infalible para provocar una gran tristeza, lágrimas incluidas? Pues ni más ni menos que el final de Campeón, dramón dirigido por Franco Zeffirelli en 1979. En este filme, el chavalín interpretado por Rick Schroder ve cómo su padre, Jon Voight, muere delante de él tras disputar su último combate de boxeo, deporte al que había vuelto sólo para brindarle una vida mejor a su hijo. Efectivamente, todo muy triste. Esta es la escena:
Por supuesto, si la cara desencajada, los gritos y lagrimones del niño, junto a la compungida Faye Dunaway no causaban el efecto deseado, los científicos tenían un plan B infalible: Bambi. Eso sí es una bomba atómica en el centro neurálgico de los lagrimales.
Además de la tristeza, Levenson y Gross también tenían clips para otra emociones, como se recoge en su extenso estudio que puedes leer aquí. Son los siguientes, cada uno junto a la emoción que más probablemente generan en el receptor:
Diversión: Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989) y el show Robin Williams Live.
Enfado: Grita libertad (Richard Attenborough, 1987) y Mi guardaespaldas (Tony Bill, 1980).
Satisfacción: Imágenes de olas en movimiento y una playa.
Asco: Pink Flamingos (John Waters, 1972) y una amputación.
Miedo: El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) y El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991)
Neutral: Formas abstractas y barras de colores.
Tristeza: Campeón (Franco Zeffirelli, 1979) y Bambi (1942)
Sorpresa: Capricornio Uno (Peter Hyams, 1978) y Melodía de seducción (Harold Becker, 1989)
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