El Pirri: cómo un toxicómano y delincuente común se convirtió en icono del cine español

El irrepetible actor del cine quinqui de los 80 es reivindicado hoy en día por críticos y raperos.
José Luis Fernández 'El Pirri'
José Luis Fernández 'El Pirri'
Cinemanía
José Luis Fernández 'El Pirri'

"Fuck Mario Casas y que viva El Pirri" dice el rapero Jarfaiter en uno de sus temas, Mucho jeiter. No es el único que se acuerda del macarra más entrañable del cine español. Otros muchos artistas de extrarradio, como D. Gómez, Yung Beef o El Coleta, lo citan y samplean ad nauseam, reciclando al icono jincho 26 años después de su muerte.

José Luis Fernández Eguia vino al mundo en el barrio de Pan Bendito (Madrid) en 1965. De pequeño jugaba al fútbol con el número 4, igual que el líbero madridista José Martínez Sánchez, por eso uno de sus tíos lo rebautizó como “Pirri”. Repudiado por sus padres, el niño fue acogido por su abuelo, que vivía en un bloque de Canillejas y trabajaba recogiendo cartones. Pero la vocación de El Pirri era otra: “Probé el caballo y, poco a poco, sin darme cuenta, estaba enganchao”.

A los 13 años, escapando tras robar un paquete de tabaco, El Pirri se metió entre un grupo de chavales que entraban a un casting. Allí le echó el ojo el guionista Gonzalo Goicoechea, que flipó con aquel torbellino rubio y desdentado que exigía que lo dejaran marchar. Cuando el guionista le explicó que quería ficharlo para una película, El Pirri saltó: “Si te estás quedando conmigo, mira que te busco y te curro”. 

Pero la cosa iba en serio y debutó en Navajeros (Eloy de la Iglesia, 1980), donde se encargó de poner el contrapunto vacilón a la vena atormentada de José Luis Manzano, con frases ya míticas como: “Venga, a ver si te buscas una musiquilla guapa, ¿no, colega?”.

El Pirri ladrón

A lo tonto, El Pirri hizo de sí mismo en 12 películas, entre las que destacan Maravillas (Manuel Gutiérrez Aragón, 1981), El pico 2 (Eloy de la Iglesia, 1984) y, con matices, Sé infiel y no mires con quién (Fernando Trueba, 1985). En ellas ejerció de secundario robaplanos, eclipsando a estrellas con su descacharrante y marginal gracejo; su único papel protagonista fue el de romeo quinqui en De tripas corazón ( Julio Sánchez Valdés, 1985). 

Pese a los excesos, El Pirri era un profesional que se aprendía el guion de cabo a rabo y rara vez necesitaba repetir una toma. En sus últimos años, los problemas de El Pirri con la justicia hicieron que su presencia en la gran pantalla se limitara a cameos como el de La estanquera de Vallecas (Eloy de la Iglesia, 1987), donde sale insultando a la policía. 

Por esa época, escupió disparatadas críticas cinematográficas en el programa de Fernando García Tola Querido pirulí, y pasó una temporada en la cárcel de Carabanchel por un atraco. Cuando lo soltaron, se echó una piba e intentó en vano dejar la droga.

El 9 de mayo de 1988, un chute de heroína adulterada puso fin a las peripecias de El Pirri, un crack que se fumó la vida de una calada y sin filtro. La tumba de El Pirri está en el Cementerio Sur de Madrid, Sección 4, letra A, número 231, por si quieres visitarlo para llevarle flores. Estírate un poco, tronco.

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