Edward Norton: “Cuando los actores alcanzan la madurez, saben mejor que nadie qué hacer con ciertas historias”

El actor ha debutado a la dirección con 'Huérfanos de Brooklyn', disponible desde el 1 de mayo en plataformas como Apple TV, Movistar+ o Rakuten TV.
Edward Norton: “Cuando los actores alcanzan la madurez, saben mejor que nadie qué hacer con ciertas historias”
Edward Norton: “Cuando los actores alcanzan la madurez, saben mejor que nadie qué hacer con ciertas historias”
Edward Norton: “Cuando los actores alcanzan la madurez, saben mejor que nadie qué hacer con ciertas historias”

Al contrario de lo que puedas pensar, Edward Norton (Boston, 1969) ha estado bastante ocupado los últimos años. Ha vuelto a recibir una nominación al Oscar por Birdman, se ha sacado el carné de piloto, ha producido documentales, se ha casado, ha tenido un hijo, ha aprendido a hacer surf. Y ahora, estrena Huérfanos de Brooklyn, la historia de Lionel Essrog (Edward Norton), un detective con síndrome de Tourette que destapará una red de corrupción urbanística en el Nueva York de la década de los 50 al investigar el asesinato de su amigo Frank Minna (Bruce Willis). Un noir detectivesco con toques de comedia, una adaptación libre de la obra de Jonathan Lethem en la que ha invertido más de veinte años.

Preparando esta entrevista, he visto tu participación en el Roast a Bruce Willis de Comedy Central. ¿Disfrutaste esa experiencia?

Fue divertido, pocas veces tengo oportunidad de interpretar comedia en un escenario, con público. Lo pasé bien.

En ese programa cuentas una emotiva historia sobre cómo Bruce Willis fue la primera persona a la que llamaste para protagonizar Huérfanos de Brooklyn. ¿Hay algún otro actor de la película con el que te una un vínculo especial?

La historia que conté sobre Bruce Willis es absolutamente real. Me vio en una obra de teatro, en Nueva York, hace muchos años. Al terminar, me escribió una carta preciosa diciendo “si alguna vez haces algo en lo que pueda participar, estoy dentro”. Así que cuando le llamé para proponerle Huérfanos de Brooklyn, accedió sin dudarlo. “Pero tu personaje solo aparece en los primeros veinte minutos, deberías leer el guion primero” le dije (risas). “Lo haré”, me respondió, “pero ya te lo he dicho, cuenta conmigo”. Puedes ser todo lo cínico que quieras sobre el negocio del cine, sobre Hollywood, pero al final lo cierto es que ese gesto hizo que la película fuese posible, porque la presencia de Bruce Willis la hacía viable a nivel global. Me hizo un gran favor.

Alec Baldwin también fue de gran ayuda. Llevaba pensando en él para la película desde hace tiempo. Es una figura esencial de Nueva York para muchos de nosotros. Además de su lado cómico, su presencia en la pantalla, esa imagen que proyecta, el aura de matón que tenía en Glengarry Glen Ross y al mismo tiempo, su encanto, lo hacían perfecto para el papel. Le dije que no aceptaría un no como respuesta. Y te contaré algo bonito sobre él: cuando le propuse este proyecto, me dijo que tenía que enfrentarse a una operación de cadera. Me aseguró que, aun así, estaría preparado nueve días después. ¡Nueve días! No conseguimos que la productora le asegurase, así que lo hicimos él y yo, a título personal, y vino a trabajar nueve días después de operarse de la cadera.

Tanto él como Bruce se bajaron muchísimo el sueldo. También Willem Dafoe. Willem y yo somos amigos desde hace años, gracias a las películas de Wes Anderson en las que trabajamos juntos. Añade un toque humanista, profundo, a todo lo que hace.

Hollywood está lleno de relaciones como estas, que demuestran que el toque humano sigue funcionando por encima de otros intereses. Tú mismo, tras ver Biutiful, llamaste a Iñárritu y le propusiste colaborar juntos, lo que te llevó a participar en Birdman. ¿Es tan frío Hollywood como para que una llamada honesta despierte tanta entrega? 

No creo que haya frialdad. Creo que los artistas que somos lo suficientemente afortunados para trabajar de lo nuestro, sabemos que somos afortunados. Cuando esto ocurre, valoras muchísimo el trabajo de los demás, sabes lo que cuesta, y sabes el valor que tiene que cuenten contigo o que quieran trabajar contigo. Pero, además, hay proyectos que son tan pasionales que son capaces de mover a un grupo de personas sin contar con el sistema.

¿Es esta una película política? ¿Hay referencias a Trump?

Acabé de escribir esta película en 2012, así que no pensaba en Trump. Trump es un payaso, un incompetente, todo lo que representa es falso. Si el personaje de Moses Randolph (Alec Baldwin) en la película tiene alguna similitud es por su racismo o su violencia.

¿Cómo ha cambiado esta película desde su concepción hasta su finalización, con el paso de los años?

No ha cambiado mucho, ha evolucionado. De alguna forma, durante años fue un espejismo, no supe cómo darle forma, seguía evitándome. Cuando terminé el guion ese espejismo se convirtió en toda una frustración. Me costó años conseguir la financiación, el reparto, un estudio que se ocupase de ella…

En ocasiones, cuando un autor escribe, dirige y actúa en su película, la actuación queda en un segundo plano de importancia. Pero en este caso tu compromiso con tu personaje, un detective con síndrome de Tourette, es total. 

Probablemente el motivo principal para sentirme atraído por este proyecto fuese este personaje. El resto se fue construyendo a su alrededor. Nunca perdí la sensación de conexión con el personaje. Es curioso, sé a lo que te refieres, pero al mismo momento no sé si estoy de acuerdo.

En ocasiones creo que cuando los actores llegan a una madurez, a un entendimiento personal, saben qué hacer con ciertas historias mejor que nadie. Warren Beatty en Rojos, Kevin Costner en Bailando con lobos, Eastwood en Sin perdón… Hay actores que pueden desarrollar un sentido particular para detectar personajes que les atraen y encajarlos en ciertas historias. Sin perdón es una película increíble, pero es que además Eastwood está increíble en ella. En ese sentido, no creo que hubiese nadie mejor que él para ese personaje. Costner se carga a la espalda una película de más de tres horas, Rojos es sin duda una de las mejores películas de los setenta, una de las mejores películas dirigidas por un actor, algo casi al nivel de Ciudadano Kane en ese sentido. Así que sí, creo que en ocasiones un actor puede entender su conexión con una película que dirige mejor que nadie. ¡Ben Affleck en Argo! Otro ejemplo de entender perfectamente como participar, como encajar en una historia con tus limitaciones y tu talento.

Edward Norton: “Cuando los actores alcanzan la madurez, saben mejor que nadie qué hacer con ciertas historias”

Eres todo un cinéfilo. Huérfanos de Brooklyn tiene referencias más evidentes, como Ciudadano Kane o Polansky, pero estoy seguro de que hay referencias que ninguno de nosotros podría imaginar. ¿Cuáles dirías que son?

Me encantan las películas como Rain Man, o Forrest Gump, o El indomable Will Hunting, historias con personajes con discapacidades que al mismo tiempo son regalos, oportunidades. Creando una empatía con la debilidad de ese personaje, navegas con él durante toda la historia, te enfrentas con él a sus problemas. Cuando una audiencia siente una conexión auténtica con un personaje discriminado, cuando consigues que se pongan de lado del apartado, del excluido, haces que se sientan mejor si al final el personaje gana. De alguna forma, los redime, les hace recordar lo que es ser mejores, es una catarsis, un acercamiento a lo que deberíamos ser, gente más empática.

En las notas de producción de la película se habla de cómo el personaje de Moses Randolph representa una serie de ideas que van en contra de la esencia de América, del compromiso de los Estados Unidos con la democracia y valores como la justicia. Pero ¿y si no existe tal compromiso? Los americanos estáis acostumbrados a asegurar que vuestro país está construido con un espíritu mejor, pero ¿no es una idea construida a posteriori?

Sin ninguna duda. Es todo narrativa. Para nosotros es fundamental oponernos a figuras como la monarquía, dictaduras, autocracia, pero es una manera de definirnos ahora, de reescribir algo que nos define. Somos un país de contradicciones. Thomas Jefferson escribía la Declaración de Independencia mientras iniciaba el exterminio de los nativos americanos. Hay un poema de Langston Hughes que me fascina y básicamente dice “dejemos que América sea lo que nunca ha sido”. Creemos que Estados Unidos es algo que jamás ha sido, porque es la única manera de ver cómo nuestro país se convierte en algo mejor.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento