Drogas y patria: todo lo que me enseñó 'Martín (Hache)'

Hace ya 20 años que se estrenó Martín (Hache), la película con la verbosidad más lúcida de Adolfo Aristarain y cinta de culto para varias generaciones… Esto es lo que yo aprendí.
Drogas y patria: todo lo que me enseñó 'Martín (Hache)'
Drogas y patria: todo lo que me enseñó 'Martín (Hache)'
Drogas y patria: todo lo que me enseñó 'Martín (Hache)'

En septiembre de 1997 se estrenaba en España Martín (Hache), la tercera película de Aristarain coproducida por Argentina y España. Mucho menos película que Un lugar en el mundo, su gran obra sobre la derrota, pero mucho más impactante, sin embargo, para una generación de adolescentes que se vio reflejada en ese joven confuso y perdido, con problemas para encontrar, precisamente, su lugar en el mundo y que interpreta con mucha honestidad Juan Diego Botto.

En mi caso Martin (Hache) apareció a los 15 y la verdad es que lo cambió todo. La vi decenas de veces durante un mismo año.  Yo era Martin (que además es mi segundo apellido), un chico que no sabía muy bien qué quería ser y mucho menos quién quería ser. Mi relación con mi padre era más que complicada, como la de Hache, tenía madrastra que ojalá que hubiese sido como Cecilia Roth y aún no conocía a nadie como Dante pero no lo dejé de buscar (hoy ya soy amigo de varios lúcidos como él). Me compré el guión de Aristarain y me aprendí los diálogos. Me dio muy fuerte. Y después paró. Cuando pasé la adolescencia dejó de existir, vinieron otras películas, otras canciones, el sexo, la Universidad, el trabajo, las frustraciones, el perseguir ese deber moral que es ser feliz…

Y ahora 20 años después, al verla de nuevo, es obvio lo mucho que me influyó para ser quién soy…

SOBRE LAS DROGAS

En Martin (Hache) todos se drogan. Lo hacen por distintos motivos y para varios fines. Y las drogas son muy variadas, desde hachís hasta calmante para caballos pasando por la siempre recurrente cocaína, en este caso “merca”.

Hache se droga para olvidar o divertirse.

Martín para relajarse y desconectar. Para aislarse del mundo que le molesta.

Cecilia para sentirse viva en mitad de un amor que la está matando poco a poco.

Y Dante. Bueno, Dante es otra historia: “Las drogas son maravillosas porque te abren la mente, te hacen comprobar que la verdad no existe, que todo es relativo. La droga te da otra visión, otra dimensión, te hace ver que nada es lo que parece, que nada es. La única realidad es tu realidad y será lo que tú seas capaz de ver.”

Entonces yo me dije que había que probarlo casi todo pero nunca dejar que las drogas te controlaran a ti. Pero yo no era tan lúcido como Dante.

De Martin (Hache) aprendí que las drogas eran tan estimulantes como peligrosas. Que podían despertarte o dormirte para siempre. Que no había que tenerlas miedo pero que tampoco había que dejarlas pasar tan fácilmente.

SOBRE LAS MUJERES

Drogas y patria: todo lo que me enseñó 'Martín (Hache)'

El personaje más puteado de la película es el de Cecilia. A pesar de que todo comienza con un supuesto intento de suicidio de  Hache, es Alicia, el personaje que interpreta la actriz, quién está rota, quien es maltratada, quien está enamorada y sufre porque no puede, no consigue salir de un pozo en el que se mezcla la desilusión más grande, que es la de querer mucho más de lo que te pueden llegar a querer a ti.

Lo más importante que nos enseña Aristarian sobre las mujeres puede parecer muy obvio. Pero es un mandamiento rotundo, universal y que desgraciadamente no pasa de moda.

En un momento de la película Dante dice: “Ninguna mujer tiene dueño”.

SOBRE LA PATRIA

Este es un asunto peliagudo ahora mismo. Pero más allá de las consecuencias políticas que se puedan tener al pertenecer a un estado o a otro la verdad es que todo lo demás da igual.

Y me refiero a la nostalgia, claro.

“¡La patria es un invento! ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Una estadística, un número sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente; tu país son tus amigos, y eso sí se extraña, pero se pasa.”

Martin.

De Martin (Hache) aprendí que no se echa de menos un país. Se echa de menos a la gente. Que yo soy de la gente y estos se pueden encontrar en cualquier parte del mundo. Que no hay nada que no eche de menos en este mundo como las caras. Se me quitó el miedo a salir y a buscar experiencias fuera y nunca defenderé un país… Al menos que se metan con mis amigos, claro.

SOBRE LA PATERNIDAD

Poco sé sobre la paternidad, más que nada porque es una de esas cosas que no se enseña. En la que estás solo. Muy solo. Y también feliz, por lo que me cuentan. Pero lo que sí sé es que duele.

“No es joda cuando uno dice que es capaz de dar la vida por su hijo. Tenés miedo, no se puede controlar. Tenés miedo a que le pase algo, querés estar siempre con él… pero vos sabés que no puede ser. No es miedo a que se muera, es miedo a que le pase algo, a que sufra. No podés ni pensar en que se puede morir, te duele pensarlo, te da pánico porque sabés que si… sabés que si eso llega a pasar… no vas a sufrir ni te va a doler… te va a destruir.”

Martin (Hache) me ayudó a relacionarme con mi madre de otra forma (lo de mi padre fue imposible). Entendí su sufrimiento cuando llegaba tarde a casa, su presión para ser alguien, para que estudiara, su control sobre mis amistades…

SOBRE LAS ASPIRACIONES

“Hay que obedecer, hay hacer lo que se debe hacer, lo que hacen todos. O estudiás o trabajás, y si hacés las dos cosas sos un ídolo, un ejemplo para la juventud. Si no hacés nada sos una mierda, te dan una patada en el culo y te borran. Aunque tu viejo te pueda mantener, si no estudiás tenés que trabajar, de lo que sea, aunque te paguen a mangos. Eso es ser un esclavo, no independiente”.

Hache

Es peligros decirle a un adolescente que trabajar es de esclavos. Pero la réplica de Martin a su hijo es lo que me educó a la hora de moldear mis aspiraciones.

La clave es tan obvia como trabajar en lo que a uno le gusta. Así te estarán pagando por algo que te gusta. Esto no es fácil por supuesto, es algo que muy pocos consiguen y aunque Aristarain siempre ha dicho que no está de acuerdo con todo lo que dicen sus personajes, para eso existen los diálogos. Y en ellos deja tesis maravillosas. Algunas demoledoras.

Esta conversación termina cuando Hache dice:

“Igual tengo talento para ser mediocre”.

Hacedme caso si os digo que esta frase puede liberar a muchos adolescentes de las presiones de sus padres que a toda costa quieren convertir a sus hijos en  algo mucho mejor que ellos.

SOBRE EL SEXO

Una de los diálogos más potentes de Martin (Hache) comienza cuando Hache le pregunta a Dante si es activo o pasivo.

Dante es un actor con cierto talento pero problemático. Por eso no encuentra trabajo. Su pasión es follar, drogarse, comer y hablar constantemente. Es sensible y lúcido, y así termina ese diálogo sobre sus preferencias en la cama.

“De qué sexo sean en realidad me da igual, es lo que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar. Es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda; bueno…, no es que no me atraigan, claro que me atraen, ¡me encantan! Pero no me seducen, me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer. Conocer, poseer, dominar, admirar. La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes.”

Martin (Hache) me empujó a concebir el sexo o el amor como algo que solo era estimulante con gente lista, buena y guapa. Y también aprendí la diferencia entre atraer y seducir.

SOBRE LA REVOLUCIÓN

Dante es actor en una obra de teatro marxista. Pero en un acto, en un momento dado, decide traspasar la cuarta pared y tachar al público de hipócrita. Les dice:

“Si llegamos al final pasará lo de siempre: vosotros os levantaréis para aplaudir, y nosotros saldremos varias veces a saludar, y seremos cómplices de la farsa, de vuestra farsa. Luego volveréis a vuestras casas y todo seguirá igual. Seréis tan corruptos, tan hipócritas, tan mierdas como siempre. Pero tendréis la conciencia tranquila porque sois modernos, porque habéis aplaudido a rabiar una obra de izquierdas muy dura, "durísima, tío..."

Y esto es sin duda la enseñanza más frustrante de todas…  Por mucho que no esté de acuerdo con el mundo que me ha tocado, cambiarlo es una quimera. Acepto las reglas y de vez en cuando me contento con una charla sobre injusticia en una terraza de La Latina, con ir a ver las Brujas de Salem, con votar, con poner una foto en Instagram solidaria para el último país que ha sufrido un terremoto. Que terrible es darse cuenta de la hipocresía de uno mismo.

SOBREVIVIR

 

Si alguna vez habéis estado en el infierno. Si os ha dado igual morir que vivir… A mí, aún no me ha pasado algo tan bestia, algo que me destruya.  Pero cuando ocurra estoy seguro que recordaré esta frase de Dante:

“Hay que vivir. Aunque solo sea por curiosidad.”

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