El mayor secreto de David Lynch: el proceso creativo de un artista genial

¿Cuál es el secreto de uno de los directores más creativos de la historia? ¿Qué hay detrás de ese universo propio e irrepetible? ¿Y por qué parece tan feliz todo el tiempo?
Una escena de 'Twin Peaks'
Una escena de 'Twin Peaks'
Cinemanía
Una escena de 'Twin Peaks'

David Lynch ya había oído hablar de la meditación trascendental pero no le había interesado lo más mínimo. Un poco lo normal que nos hubiera pasado a cualquiera de nosotros inmiscuidos en nuestro universo de cosas, Living in the Material World, que decía George Harrison.

Pero un día le llamó su hermana y le contó que llevaba practicando meditación trascendental seis meses. Lynch notó algo en su voz, este tipo tan suspicaz y abierto a las sensaciones del universo notó un cambio, una nota de felicidad y le dio una envidia tremenda.

Así que Lynch en mitad de un caluroso julio de Los Ángeles, cuando aún no había terminado de rodar Cabeza borradora, acudió a un centro de Meditación Trascendental (MT) y conoció a una instructora que según él se parecía a Doris Day.

La instructora le condujo a una salita y David Lynch se sentó, cerró los ojos, empezó a entonar el mantra y según sus propias palabras: “Caí en la dicha, en pura dicha. [...] Desde entonces opino que la palabra “única” debería reservarse para esa experiencia”.

Y ahí comenzó una relación que dura hasta hoy, el director lleva 50 años sin saltarse ni una sola meditación.

Lynch cuenta esta experiencia en su libro Atrapa al pez dorado, una recopilación muy lúcida de ideas sobre la meditación al servicio de la creatividad. Y en este libro también habla del concepto de la mente, el agua profunda y de las ideas, que son como peces:

“En las profundidades, los peces son más poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y muy bellos”.

El proceso creativo de Lynch no tiene nada que ver con meditar para conseguir ideas para sus películas (a eso llegaremos, en todo caso, más adelante en este artículo). Pero evidentemente sí que ha sido clave para alimentar su trabajo en el cine, en la pintura y en realidad en cualquier aspecto de su vida. 

Bajar hacia las profundidades de su mente, cuyo nivel más hondo es denominado por la física moderna como campo unificado, es para Lynch como zambullirse en un océano en el que pescar la gran idea, o cómo él lo llama, el pez dorado. 

Unos labios rojos, una oreja tirada en el césped y una canción

Una escena de 'Terciopelo azul'
Una escena de 'Terciopelo azul'
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Una de las cosas más importantes en el proceso creativo de David Lynch es las ideas. Para él una idea es un pensamiento, no hay más. Lo que pasa que un pensamiento abarca mucho, claro, pero sí, ciertamente todo comienza con una chispa.

Las películas, las canciones, los cuadros o las grandes soluciones a los grandes problemas de nuestra existencia no se nos ocurren de una vez. Nos llega a fragmentos:

Unos labios rojos.

Una escena de 'Terciopelo azul'
Una escena de 'Terciopelo azul'
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Unos jardines verdes.

Una escena de 'Terciopelo azul'
Una escena de 'Terciopelo azul'
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Una oreja tirada en el campo.

Una escena de 'Terciopelo azul'
Una escena de 'Terciopelo azul'
Cinemanía

La versión de Blue Velvet de Bobby Vinton.

Con estas cuatro ideas comenzó a formarse en la cabeza de David Lynch, Terciopelo azul. Una de sus películas más importantes.

Y unos fragmentos fueron a otros como un rompecabezas para que Lynch fuera componiendo su obra maestra. Su método de escritura de guión es bastante simple:

“Si quieres un largometraje, obtienes ideas para 70 escenas. Los pones en tarjetas de 3 por 5. Tan pronto como tienes 70 tienes un largometraje".

Sin embargo justo fue Terciopelo azul una de las películas que más le costó sacar adelante. Con cuatro versiones diferentes y con un final que no conseguía cerrar David Lynch estaba realmente atascado. El director nunca ha recurrido a los sueños para solucionar problemas creativos, él es más de escuchar canciones, pasear, beber café y comerse un par de donuts, pero Terciopelo azul es la excepción.

Un día, a punto de reunirse con alguien que estaba muy cerca de su propia oficina recordó un sueño al llegar y tuvo que pedir a la secretaria de dicha oficina un papel para apuntar tres elementos que arreglaran, por fin, todos los quebraderos de cabeza del guion de Terciopelo azul. Según Lynch, fue la única vez que le ocurrió algo así. 

La biblia y el ayudante de decoración

Una escena de 'Cabeza borradora'
Una escena de 'Cabeza borradora'
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Partiremos de que la intuición es la herramienta más importante de cualquiera de nosotros, ya seamos cineastas, peluqueros, conductores de autobús o auxiliares de enfermería. La vida es absurda.. así que, ¿cómo entenderla? ¿Cómo armar el puzzle? ¿Cómo verle sentido a toda esta mandanga? Pues con la intuición.

Para David Lynch es la unión entre emoción e intelecto. Que para su profesión es esencial, claro. Si encima practicas meditación como él conseguirás expandir esa intuición, porque según el maestro Majarishi Majesh Yogi “dentro de nosotros existe un océano de conciencia y es un océano de soluciones”.

Esto no significa que nos pongamos a meditar y de repente encontremos la solución, más bien es cosa de estimular aquello que hace que nuestra intuición crezca y nos ayuda a estar bien, a solucionar problemas y, en definitiva nos facilite la existencia.

Fue con Cabeza borradora cuando Lynch no tenía ni idea de lo que significaba la película que estaba haciendo (aunque os pueda parecer un chiste esta fue la única película en la que este director no entendía lo que quería expresar). Todo era muy espiritual y ni él mismo conseguía desentrañar el significado de nada de lo que hacía.

Sin embargo, por pura intuición sacó la biblia y se puso a leer, y un día encontró la frase que le ayudó a entender su propia obra. Plasmó por fin su visión y cerró la película. David Lynch nunca, en ninguna entrevista ni en ninguna conferencia ha desvelado esta frase. 

En el rodaje de Twin Peaks ocurrió algo muy parecido con el personaje de BOB. Cuando prestas atención a tu alrededor y ejercitar la intuición ocurren cosas como estas:

Lynch estaba rodando el piloto de Twin Peaks y el tenebroso personaje de Bob no existía aún. Había un ayudante de decoración llamado Frank Silva y mientras filmaban la casa de Laura Palmer, Frank estaba por allí trasladando muebles. Alguien del equipo le llamó la atención a Frank: “No coloques ces eso ahí. Te vas a quedar atascado en la puerta”.

Y Lynch que estaba en el pasillo debajo de un ventilador imaginó a Frank dentro de la habitación así que corrió hacia allá y le preguntó a Frank si le importaba salir en esa escena. A Frank no le importó y el director grabó un plano panorámico del dormitorio, dos veces sin Frank y una con él a los pies de la cama. No sabía muy bien por qué ni qué significaba.

El caso es que cuando el equipo estaba filmando a la madre de Laura Palmer gritando en una escena que Lynch considera perfecta en su primera toma el operador de cámara dijo contrariado que no era una buena toma porque había alguien reflejado en el espejo.

Era Frank. 

Buscando la felicidad

Una escena de 'Una historia verdadera'
Una escena de 'Una historia verdadera'
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La frase favorita del mejor comentarista deportivo posible, Andrés Montes, que es, en el fondo, la que nos mueve a todos, es la que se refleja en las caras de los Yoguis que David Lynch veía en las imágenes de sus libros: “Tenían la cara de un hombre poseedor de algo que yo no solo deseaba, sino que desconocía. Me atraían. Transmitían poder y dignidad y una ausencia total de miedo”.

David Lynch debe ser uno de los pocos profesionales de la industria del cine en poseer una dicha plena. Y la pregunta siempre está ahí, si la meditación le proporciona semejante felicidad ¿por qué sus películas o Twin Peaks son tan oscuras, tienen tanta violencia, violaciones, gente tan perversa?

Bueno es obvio que sus películas reflejan el mundo en el que vivimos. Y además las historias buenas necesitan un conflicto, necesita oscuridad y el conflicto entre el bien y el mal.

La otra tontería que uno se puede preguntar al estudiar la figura de David Lynch o su cine es aquello de que el sufrimiento alimenta la creatividad o la inspiración, el director contesta a estupendamente en una entrevista en Wallpaper: Amo a los franceses, pero el artista hambriento de la imagen de la buhardilla es absurdo. Es romántico tener hambre y ser pobre si eres hombre porque eso significa que las chicas querrán cuidarte. Pero si se muere de hambre, es extremadamente pobre y tiembla no va a disfrutar ningún tipo de trabajo. El sufrimiento no trae ideas. Si lo hiciera, podríamos golpear a alguien con un mazo y surgiría una idea”.

La felicidad de Lynch se contagia en el sitio más importante, en el lugar de trabajo. Para este director es impensable trabajar con miedo. A todos los actores y profesionales que ha tenido delante los ha tratado con alegría, con respeto, con amabilidad y no entiende el concepto de autor ni de director que grita, humilla o pervierte de una manera enfermiza el trabajo de los demás a través de negativizar sus estados de ánimo.

Y el mayor ejemplo de bondad y generosidad con los seres humanos y el arte que David Lynch ha tenido en toda su carrera es Una historia verdadera, el guión de John Roach y su amiga Mary Sweeney del que se enamoró y que convirtió en una absoluta y bellísima obra maestra. 

La habitación roja y el otro serial que no llegó a serlo

Una escena de 'Twin Peaks'
Una escena de 'Twin Peaks'
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La meditación trascendental no da ideas por si misma. Pero ejercita la creatividad y te acerca a una dicha plena. O eso dice David Lynch.

En su propia experiencia solo en muy determinadas ocasiones la meditación ha sido un vehículo directo a las ideas.

Un momento muy místico de inspiración fue el día que tras montar el piloto de Twin Peaks a las 18:30 de la tarde salió de la oficina y apoyó su mano en el techo de uno de los coches que estaban en el aparcamiento. Estaba muy caliente pero no quemaba, era un calor agradable y ahí, de repente, apareció la Habitación Roja. Y después el fondo. Y después parte del diálogo.

Pero no fue hasta el día en el que le anunciaron que ese serial titulado Mulhollnad Drive que ABC no compraba se iba a convertir en película cuando Lynch se puso a meditar y a los diez minutos pescó las ideas que afectaron después al inicio, al nudo y al desenlace de su película más redonda. 

El reencuentro con Laura Dern y el significado de las películas

Una escena de 'Inland Empire'
Una escena de 'Inland Empire'
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Un día David Lynch se topó en la calle de su barrio con Laura Dern. Eran vecinos y no lo sabían.

Laura Dern: “David, tenemos que volver a hacer algo juntos”.

David Lynch: “Por supuesto. Quizá escriba algo para ti. Y tal vez lo hagamos en forma de experimento para internet”.

La primera parte de ese experimento fue un monólogo de catorce páginas que Dern memorizó para recitarlo en una sola toma de 70 minutos. El director no quiso colgarlo en internet así sin más porque consideró que era demasiado bueno para eso, así que se le ocurrió otra cosa más que le condujo a otra escena y así sucesivamente solo que todo carecía de sentido.

Fue la fe de Lynch en la existencia del gran campo unificado lo que le mantuvo abierto para encontrar la forma de convertir eso en una película. “Es interesante observar cómo coexisten cosas que en principio no están relacionadas”, anuncia con una gran lucidez en Atrapa el pez dorado. A mitad del proyecto encontró la manera de que emergiera esta unidad.

Inland Empire, cuyo título viene de lugar de nacimiento del marido de Laura Dern que esta misma mencionó en una charla distendida con el director, es una de las películas más difíciles y extrañas de David Lynch. Pero de la misma forma que hacer películas radica en el sentido común, entenderlas también es cuestión de estar abierto.

Muchos espectadores pueden considerar que las películas de Lynch son frustrantes o ininteligibles (todas menos El hombre elefante y Una historia verdadera) sin embargo desde el mismo momento en el que dos personas entablan una conversación sobre lo que significa tal o cual cosa en Terciopelo azul o Carretera perdida están dando señales de que han entendido más de lo que creen.

Así que muy probablemente todo se base en que sabemos más de lo que creemos y que afortunadamente hay directores de cine que no nos tratan como si fuéramos idiotas, si no que nos empujan a su universo de la mejor forma posible: A través de imágenes, de palabras, de luz, atmósfera, de actores y música.

Está en nuestro tejado zambullirnos en el océano de nuestra mente para ampliar nuestro entendimiento, nuestra dicha y nuestra capacidad para pescar al pez dorado. 

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