[Crónica Sitges 2012] De hijos de papá y niños robados

Su 'Drácula 3D' confirma que a Dario Argento se le ha olvidado hacer cine, mientras Brandon Cronenberg se deja infectar por el cine de su padre. Por TONI VALL
[Crónica Sitges 2012] De hijos de papá y niños robados
[Crónica Sitges 2012] De hijos de papá y niños robados
[Crónica Sitges 2012] De hijos de papá y niños robados

Andaba yo deseoso de entrevistar a Dario Argento, uno de mis ídolos de toda la vida –sí, ya sé, no es que tenga especial mérito mi idolatría- y pedí la entrevista a los responsables de prensa del festival. La negativa fue inmediata, y cordial, todo hay que decirlo. Míster Argento sólo concedió dos entrevistas el martes por la mañana y santas pascuas. Bueno, pues me quedé con las ganas y pensé, “esta noche veré su Drácula 3D y se me pasará el disgusto”. Y sí, la vi, y no se me pasó ningún disgusto pero entendí enseguida que el hombre quiera conceder cuantas menos entrevistas mejor. Estamos ante la peor película de un tipo que, tal y como le sucede a Coppola, parece haber desaprendido el arte de dirigir cine. Un desaguisado, tan cutre y tan poco personal, como suculento debió ser el cheque que Enrique Cerezo le endosó entre pecho y espalda al creador de Rojo oscuro y Phenomena.

Pasado el disgusto, o mejor dicho todavía confundido entre los sueños abismales de Sitges, a primera hora de la mañana del miércoles tocó ver Antiviral, ópera prima de Brandon Cronenberg. Es algo así como una supuesta crítica social a las maldades del gregarismo y la mitomanía a través de una parábola más bien torpe sobre una sociedad del futuro en la que se comercializan los virus de personajes populares para satisfacer las ansias de fanatismo compulsivo que azotan a los pobres ciudadanos. No cuesta demasiado imaginar al vástago de Cronenberg dando la lata a su padre para que revisase un guión prometedor pero cansinamente obvio, tan pulcro y cronenbergiano que da hasta un poco de grima. Chispazos de Rabia y Cromosoma 3 terminan trocando en una especie de remake instantáneo e involuntario de Cosmopolis. Claro que, por suerte, no tan plomizo.

Se acuerdan de Martyrs (2008), la polémica película de Pascal Laugier que vimos en Sitges hace 8 años? Sí, hombre, era esa de torturas, nazismo y asquitos diversos que tanta controversia provocó. Bueno pues su director sigue empeñado en astutos cuentos morales y con El hombre de las sombras se ha puesto un poco más comercial –la protagonista es Jessica Biel- pero casi igual de pseudo-transcendente sobre las injusticias de la adopción situada en un pequeño pueblo del estado de Washington donde desaparecen niños. Conviene no contar excesivos detalles del argumento porque es de esas con giro imprevisto a mitad del metraje. Es hábil el desarrollo de la trama y tiene su enjundia el intríngulis pero la moralina final es tan biempensante y arregladita –solo le falta un lacito rosa a modo de conclusión- que resulta irritante.

Y el menú del día concluyó con Grabbers, una comedia con toques de terror sobre los extraños seres que desembarcan en un pueblo costero irlandés para causar el pavor del respetable y aguar la tranquila existencia de una pareja de policías. El resultado es como si a un relato de la Ealing le pones un par de gremlins para animar el cotarro. O sea, simpático pero bastante apretado.

CINEMANÍA en el Festival de Sitges 2012

Día 5: Pequeño manual de mutilación casera

Día 4: Ego-horror: el cine de terror que sólo habla de sí mismo

Día 3: La hermandad natural de Bayona y Spielberg

Día 2: ¿Qué cine nos queda?

Día 1: Otro susto de muerte para Belén Rueda

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