La clave oculta de la huelga de guionistas de Hollywood: estas son las posturas frente al esquirol definitivo

El miedo al abuso de las inteligencias artificiales por parte de las productoras es uno de los acicates del paro. 
Imagen de 'Terminator 2' (James Cameron, 1991).
Imagen de 'Terminator 2' (James Cameron, 1991).
Cinemanía
Imagen de 'Terminator 2' (James Cameron, 1991).

Acuerdos obsoletos, remuneración insuficiente, empresas que exprimen a sus plantillas, precariedad generalizada... Las razones del Writers Guild of America (WGA) para convocar la actual huelga de guionistas no se diferencian mucho de las esgrimidas en cualquier otro paro laboral, solo que aplicadas al mundo del cine.  

Sin embargo, aquí entra en juego otro factor que parece circular en paralelo a las reivindicaciones más esperables, y que la patronal del sector (AMPTP) se resiste con uñas y dientes a abordar. Un factor que nos recuerda lo mucho que las nuevas tecnologías pueden acercarse a la ciencia-ficción más distópica cuando se ponen al servicio de las grandes empresas. 

Se trata de la inteligencia artificial (IA), un tema que últimamente llena titulares debido a su reciente desarrollo y a la aparición de bots como el tan traído y llevado ChatGPT. Las reivindicaciones del WGA exigen que se regule su aplicación a la escritura de guiones, pero la AMPTP no quiere abordar la cuestión. ¿Por qué?

La máquina, el esquirol definitivo

En principio, tanto los propios guionistas como los expertos en cibernética dirán que las inteligencias artificiales no son una amenaza inmediata. Pese a acercarse al siglo de historia, su desarrollo es aún extremadamente rudimentario: la idea de una máquina generando libretos a espuertas con solo pulsar un botón resulta impracticable, por muy futuristas que nos pongamos.

Pero Michael Schur (Parks and Recreation) expone la piedra angular de estas preocupaciones en un reportaje del New York Times. Según explica, las plataformas de streaming basan su estrategia en el alto ritmo de producción, los bajos costes y el uso de algoritmos para predecir los gustos del público. Bajo una doctrina así, que el contenido sea o no de calidad es algo muy secundario. 

Según Schur, a los ejecutivos se les hace la boca agua ante la posibilidad de decirles a los guionistas "No os necesitamos. Tenemos un montón de IA creando contenido a puñados para nosotros, y el público se lo traga igual". 

"El desafío es asegurarse de que esas tecnologías son herramientas usadas por los escritores, y no para reemplazar a los escritores", añade John August (Big Fish, Aladdin) en Vox (vía The Hollywood Reporter). Este guionista, uno de los negociadores del WGA durante la presente huelga, está seguro de que los estudios y las plataformas tienen ya en mente ese reemplazo. Y lleva la razón.  

 La abogada Leigh Brecheen, especializada en la industria audiovisual, afirma que el nuevo orden tecnológico está al caer. "Puedo asegurar que ya hay gente trabajando en obtener guiones escritos por IA, y que ese plan recibirá más y más recursos cuanto más dure esta huelga", declara. 

Por su parte, la consultora tecnológica Amy Webb (también en THR) opina que una IA alimentada con los datos correctos lo tendría fácil para escribir guiones de series que son pura fórmula, como la franquicia Ley y Orden. En un caso así, explica, la inteligencia artificial podría generar alrededor del 80% del contenido. El 20% restante quedaría en manos de escritores humanos encargados de pulirlo y darle una apariencia mínimamente atractiva para el público.

La idea de un ejército de humanos mal pagados trabajando en condiciones precarias sobre los pitches generados por una máquina resulta terrorífica de por sí. Y más aún si le sumamos el factor puramente laboral: las máquinas no se toman descansos, ni reclaman derechos de autor, y desde luego no se ponen en huelga. 

Los productores no quieren negociar

La prohibición de que las inteligencias artificiales produzcan el llamado source material es una de las condiciones que pone el WGA en sus negociaciones con la patronal. "No queremos que nos pongan un tratamiento en las manos y nos digan: 'Oye, basad lo que vais a escribir en esta historia escrita por una IA", explica John August.

Asimismo, el sindicato exige que las IA no reciban la autoría del llamado "material literario". Es decir, que las productoras y plataformas no saquen al mercado productos en los que ChatGPT, o la aplicación de rigor, aparezca acreditada como guionista. 

Ambas reclamaciones apuntan al reparto de derechos de autor, otro de los puntos calientes de esta huelga: si un guion viene firmado por una IA, y la IA en cuestión es propiedad de la productora o plataforma de turno, los humanos que trabajen acicalando el producto quedarán excluidos (o, como poco, marginados) cuando toque entregar los residuals.

Ante esto, la AMPTP se cierra en banda. Lo más que ha llegado a ofrecer la patronal es un régimen de reuniones anuales con el sindicato para discutir los avances tecnológicos. Algo que parece de chiste si tenemos en cuenta el ritmo vertiginoso de dichos avances. 

Un guionista da su opinión

Javier Gullón, guionista español residente en Los Ángeles y miembro del WGA, prefiere quitarle hierro al asunto: "La idea de la inteligencia artificial ha llamado mucho la atención y está mucho en los medios porque es un tema interesante, pero nadie sabe muy bien hacia dónde va a ir", explica para CINEMANÍA.  

Pese a sus reservas, Gullón está de acuerdo en la postura de su sindicato, exigiendo que el uso de la IA en Hollywood se regule cuanto antes. "La respuesta de los estudios ha sido 'vamos a ver por dónde va esto, y después ya hablaremos", aclara.  

"Estoy al tanto de los prompts que se les dan a IA para que escriban un relato del que sacar un guion: hay estudios que ya lo están haciendo", añade el autor literario de Enemy. Y añade que la dictadura de las máquinas podría haber comenzado ya. "A mí me da pavor el algoritmo que le dice a Netflix qué cosas debe producir: eso elimina la idea del productor creativo al que le apasiona una idea, algo fundamental para generar contenido de calidad". 

"La inteligencia artificial no hace más que añadirse a eso", reflexiona Gullón. "Ya estábamos en un terreno peligroso antes de que apareciera ChatGPT. ¿Hacia dónde vamos a ir? No lo sé, pero tengo esperanza de que al menos el 50% de la industria valore el cerebro humano". 

Aun así, aquel dicho según el cual nadie ha perdido dinero en Hollywood subestimando al público parece más cierto que nunca en lo tocante a la IA. Solo cabe reflexionar una vez más sobre cómo inventos que podrían mejorar nuestras vidas acaban convirtiéndose en amenazas por culpa de la codicia... y preguntarse dónde demonios está Sarah Connor cuando uno la necesita. 

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