Cuando el diablo fue a Connecticut: el caso real tras la nueva 'Expediente Warren'

La nueva película de la saga explota uno de los casos más delirantes suscitados por el 'pánico satánico' de los 80.
Ed y Lorraine Warren vuelven con 'Expediente Warren: Obligado por el demonio"
Ed y Lorraine Warren vuelven con 'Expediente Warren: Obligado por el demonio"
Europa Press
Ed y Lorraine Warren vuelven con 'Expediente Warren: Obligado por el demonio"

La sabiduría popular dice que los abogados son capaces de todo. Pero ¿llegaría esa audacia al punto de involucrar a Satanás en una defensa legal? Expediente Warren: Obligado por el demonio nos revela que sí… siempre que dicho proceso se desarrollara en los EE UU ochenteros, y que los inefables Ed y Lorraine Warren anduviesen de por medio. 

Al igual que las entregas anteriores de la saga, esta película ofrece una versión muy ficcionalizada de un caso real en el que participó el matrimonio paranormal. Si la primera cinta se centraba en un caso ocurrido en Rhode Island en la década de los 70 y su secuela cruzaba el charco para hablar de la presunta casa embrujada de Enfield (Reino Unido, 1977-1979), esta entrega nos planta en el  Connecticut de 1981 para mostrar un delirante juicio por asesinato.  

Se trata del proceso contra Arne Cheyenne Johnson (Ruairi O'Connor en el filme), un joven que se sentó en el banquillo tras apuñalar a su casero Alan Bono (rebautizado Bruno Sauls para la pantalla). En el filme, este caso precipita a Patrick Wilson y Vera Farmiga en una trama de sectas satánicas y curas sacrílegos. Pero ¿cuánto de verdad hay en ella? 

Pues más de la que uno puede suponer. Es cierto que David Glatzel, hijo del acusado, había sido objeto de varios exorcismos por una supuesta posesión demoníaca. Y también es verdad que los Warren estuvieron involucrados en ese caso. Asimismo, es verdad que el proceso causó sensación en su momento cuando la defensa trató de cargar con las culpas al Mismísimo y sus ángeles caídos. 

Pero ninguna de estas realidades, aparentemente inverosímiles a no ser que uno funcione en la misma longitud de onda que Íker Jiménez, puede ser explicada si no tenemos en cuenta el contexto de la historia. 

De hecho, el crimen de Arne Johnson habría sido muy diferente de no haberse producido en 1981. Un año en el que varios factores se aunaron para provocar una tormenta perfecta de superstición e histeria colectiva que se extendería durante toda la década. 

Unos EE UU obsesionados con Satán

A principios de los 80, la resaca de la fiebre seventies por lo paranormal se sumó a la publicación de libros como Michelle recuerda, fraudulento relato escrito por el psiquiatra Lawrence Pazder que puso de moda la expresión 'abuso ritual satánico'. 

A esto hay que sumar la buena relación entre un Ronald Reagan recién llegado a la Casa Blanca y los predicadores ultra como Jerry Falwell, siempre prestos a denunciar la influencia satánica tras el feminismo, el movimiento LGBT, el izquierdismo y cualquier otra tendencia librepensadora. 

Así, con la sociedad estadounidense acongojada por la presunta influencia demoníaca en todos los frentes (de los juguetes al rock duro), lo raro no es que Martin Minnella, el abogado defensor de Arne Johnson, achacara al Maligno la conducta homicida de su defendido. Lo realmente extraño es que no contase con él para declarar en el proceso, ouija mediante. 

Todo comenzó con un exorcismo…

Tal y como cuenta Obligado por el demonio, el caso Johnson comienza cuando David Johnson afirma haber sufrido el acoso de un enigmático anciano. Tras el encuentro, el chaval comienza a sufrir visiones y terrores nocturnos y a presentar lesiones inexplicables, mientras ruidos extraños emergen del ático de la vivienda familiar. 

Tras un primer intento de conjuración por parte de un cura católico, la familia Johnson contactó con Ed y Lorraine Warren, quienes (faltaría más) señalaron que el chaval bien podría decir aquello de "mi nombre es Legión", porque 42 demonios habían okupado sus carnes. En honor a los parapsicólogos, señalemos que estos también contactaron con la policía para avisar que la cosa podía ponerse violenta. 

Con tanto olor a azufre, la convivencia en el hogar de los Glatzel resultaba difícil, con lo que Arne (el futuro asesino) y su novia Debbie Glatzel, hermana del joven poseído, decidieron mudarse a las dependencias de la perrera donde trabajaba esta última. Y ahí fue donde tuvo lugar la tragedia.

"Cinco tremendas puñaladas"

Según Debbie Glatzel, Arne comenzó entonces a experimentar crisis similares a las sufridas por David durante el presunto episodio de posesión. Crisis que la versión de los Warren achaca a la imprudencia del joven durante el exorcismo, pero que una mente escéptica podría considerar fruto del estrés derivado de sus circunstancias, y también al hecho de que Alan Bono, dueño de la perrera y futura víctima, fuese un alcohólico con muy mal carácter. 

El 16 de abril de 1981, tras haberse emborrachado durante el almuerzo, Alan Bono amenazó con agredir a Mary, la prima de nueve años de Debbie Glatzel. Mientras la joven y sus hermanas trataban de apaciguarle, Arne tomó una navaja de bolsillo y se abalanzó sobre el propietario del negocio, "gruñendo como un animal" mientras le asestaba las cinco cuchilladas en el tórax y el abdómen que ocasionarían su muerte unas horas más tarde.

Arne Cheyenne Johnson, el asesino presuntamente poseído.
Arne Cheyenne Johnson, el asesino presuntamente poseído.

El asesinato de Alan Bono no tardó en saltar a los medios por dos razones. La primera, que era la primera muerte violenta en la historia de Brookfield, el pueblo de Connecticut donde tuvo lugar. La segunda, que a Lorraine Warren le faltó tiempo para asegurar ante la prensa que Arne Johnson estaba poseído cuando cometió el crimen. 

El juez no comulga con los Warren

El matrimonio de investigadores paranormales no tardó en sacar tajada del tétrico suceso, convirtiendo el juicio de Arne Johnson en un circo mediático e incluso vendiendo por anticipado los derechos para un libro y una película. 

Apoyándose en esto, y en el clima de histeria satánica que envolvía EE UU, el abogado Martin Minnella decidió apostar a lo grande, contactando con otros 'expertos' en las cosas del Más Allá además de con los Warren y pidiendo al tribunal un veredicto de no culpable por posesión diabólica.

La verdadera historia de 'Expediente Warren: Obligado por el demonio'.
Titular de prensa sobre el caso de Arne Johnson.
Cinemanía

Pero el juez Robert Callahan no estaba dispuesto a tragar con explicaciones satánicas. Señalando que dicha alegación era inverosímil e imposible de demostrar en la sala, el magistrado la desestimó. Así pues, Minnella tuvo que basar su argumentación en un supuesto de legítima defensa. 

Tras quince horas de deliberación, el jurado emitió un veredicto de culpabilidad por homicidio en primer grado. Arne Johnson fue condenado a una pena de entre 15 y 20 años de cárcel, de los que acabaría cumpliendo cinco. 

El diablo está en los detalles

Así pues, muchos de los episodios de Expediente Warren: Obligado por el demonio se nos aparecen como pura ficción. Al menos, y que sepamos, la Secta del Carnero no aparece en el sumario del caso.

Al igual que el caso Enfield, cuya explicación podría ser tan sencilla como que la familia afectada quería una casa de protección oficial, el crimen de Arne Cheyenne Johnson podría resumirse en la combinación de un entorno disfuncional, un contexto supersticioso y un joven con problemas mentales. Como guinda de la tarta, tendríamos a un abogado con ganas de notoriedad y a un matrimonio de fanáticos religiosos duchos en el arte del timo. 

Así lo entendieron, al menos, David Glatzel (la presunta víctima de la primera posesión diabólica) y su hermano Carl Glatzel Jr. En 2006, aprovechando la reedición del libro patrocinado por los Warren, ambos demandaron por difamación al escritor Gerald Brittle y a sus editores. 

Tanto los Warren como Arne y Debbie (hoy en día casados) afirman que dicha demanda obedeció a razones económicas, lo cual puede ser verdad. Por lo visto, la familia Glatzel apenas se benefició de los productos inspirados en el caso, entre ellos el libro y el telefilme Poseídos (1983, con Kevin Bacon en el reparto), pese a las promesas de Ed y Lorraine.

También es cierto que, según los demandantes, el escándalo satánico que rodeó al asesinato fue, en realidad, un montaje concebido por el matrimonio Warren para aprovecharse de una situación familiar desgraciada. Y cuyo eco en los medios ayudó a amargar la vida de muchos de sus participantes durante los años posteriores al juicio.

Como vemos, Expediente Warren: Obligado por el demonio ofrece una visión extremadamente parcial de estos hechos, ciñéndose a la perspectiva que más favorece a la pareja de exorcistas. Pero, claro, una cosa es la prosaica realidad (o su interpretación materialista), y otra una película de terror…

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