Capitán América fue un drogadicto

Recordamos una las aventuras más extrañas que nunca tuvo el Capitán América, aquella en la que Marvel decidió eliminar de su cuerpo el Suero de Supersoldado.
Capitán América fue un drogadicto
Capitán América fue un drogadicto
Capitán América fue un drogadicto

Hace mucho, muchísimo tiempo, cuando las películas actuales de superhéroes no estaban en la hoja de ruta de Marvel, sucedió una época remota que hoy conocemos con el aterrador y oscuro nombre de “los años 80”. Allí, a mitad de década, la sociedad norteamericana fue viendo el problema del consumo de droga, –y en concreto, del crack– como uno de los más graves a los que tenía que hacer frente. De hecho, cuando en las encuestas se preguntaba por los riesgos que sufrían los jóvenes del momento, la respuesta era unánime: el crack amenazaba a los adolescentes como si de un mal villano de tebeo se tratara.

A finales de la década, el problema había llegado a su punto más alto (tal y como recogieron muchos blockbusters del momento, desde Arma Letal a RoboCop 2) y alguien dentro de Marvel empezó a anticipar un problema que se les iba presentar en cualquier momento… A lo largo de los años había acumulado todo tipo de superhéroes: chicos que adquirían poderes por la picadura de una araña radioactiva, millonarios excéntricos con armaduras de alta tecnología, dioses nórdicos, científicos bombardeados con Rayos Cósmicos… incluso tenían a un ser tan adorable como Howard el Pato en su cartera de personajes, pero uno de sus héroes más reconocibles era un superhombre indestructible que impartía justicia gracias a las ventajas de haber consumido una droga.

Y no se trataba de un superhéroe cualquiera que pudieran ocultar de un plumazo. Era el Capitán América, lo que suponía todo un problema en un momento en el que había que demostrar a la juventud los problemas que suponía el consumo de estupefacientes.

Drogas

De modo que Mark Gruenwald, el eterno guionista de los cómics del Capi (su máquina de escribir estuvo al servicio del superhéroe desde 1985 hasta 1995, un año antes de su fallecimiento) se puso a maquinar una historia que despejara la sombra de la droga del héroe de las barras y estrellas. A lo largo de 7 números publicados a partir de julio de 1990 (A España no llegarían hasta 1994) y de una ramificación en Daredevil, asistimos a Calles Envenenadas (Streets of Poison), una historia en la que un Capitán América en la cima de la felicidad tras haber comenzado un flirteo con La Iguana, descubría que Fabian Stankowicz -un ingeniero al que Los Vengadores habían dado trabajo- estaba consumiendo un nuevo tipo de droga llamada Hielo.

Portadas españolas

Confundido con The Punisher, el Capi conseguía internarse en el laboratorio en el que se fabricaba el Hielo, pero el edificio era destruido en una explosión y cuando el Capitán América salía de entre los escombros, lo primero que hacía era darle un beso de aquí te espero a La Iguana; lo cual, con lo casto y hombre de los años 40 que ha sido siempre el bueno de Steve Rogers, era un indicativo de que algo no estaba funcionando bien en su cabeza.

El problema era que la explosión en el laboratorio había hecho que el héroe inhalara la droga y al pasar a su organismo se había mezclado con el Suero de Supersoldado, aquel que le había convertido en un superhéroe durante la Segunda Guerra Mundial. El resultado era que el vengador que había salido del laboratorio era un personaje distinto, enajenado por culpa de la droga, violento y sin ningún respeto por la vida humana -amén de besucón- lo que hacía que la Viuda Negra, Daredevil y la propia Iguana tuvieran que intervenir para capturarle y someterle a un tratamiento que pudiera ayudarle a recuperarse y volver a ser el que ejemplo de comportamiento que siempre fue en la comunidad de superhéroes.

Beso

Una vez apresado, el doctor Hank Pym (es decir, Michael Douglas en Ant-Man) estudiaba la sangre del héroe y llegaba a una terrible conclusión: la única solución era una transfusión total, lo cual eliminaría el Hielo del torrente sanguíneo, pero también borraría de un plumazo el Suero de Supersoldado. Es decir, la única solución para salvar al Capitán América era hacer que dejara de ser el Capitán América… ¿Acaso no era fabuloso Gruenwald creando conflictos?

Después de sacarle la sangre e introducirle una nueva, la cabeza de Steve Rogers volvía a funcionar con normalidad, pero le asaltaba la duda de si alguna vez podría volver a combatir el crimen. Entonces, salía del cuartel de Los Vengadores, y tras un enfrentamiento con Calavera (Frank Grillo en Civil War) en el que el héroe de la A en la cabeza dio tortas al villano hasta en las grapas de los tebeos, descubría que ser el Capitán América iba mucho más allá de los efectos de una droga y que bastaba con su coraje y sentido de la justicia para patear a los criminales dentro las viñetas de cómic de medio mundo. Por eso, aunque al final Hank Pym conseguía filtrar la sangre del Capi y aislar el preciado Suero, el Capitán América decidía que no quería que se lo volvieran a introducir en el cuerpo.

Viuda Negra vs Capitán América

Este giro en la biografía del superhéroe podía haberse quedado ahí, con toda una declaración de principios por parte de Marvel, Gruenwald y el propio Capitán América, pero como tener un Supersoldado que ya no era realmente un Supersoldado, originaba problemas dentro del ecosistema marvelita, la llamada “Casa de las ideas” hizo honor a su nombre y unos números después, en abril de 1991, unos análisis practicados al superhéroe descubrían que realmente el Suero de Supersoldado nunca había desaparecido de su cuerpo, ya que había podido regenerarse por sí mismo dentro de su organismo.

En otras palabras, según el doctor que le atendía, el Suero de Supersoldado no era una droga sin más, puesto que su comportamiento era más propio de un virus. De modo que con que quedara un resquicio de él en algún órgano vital, volvería a extenderse una y otra vez por el cuerpo de Steve Rogers.

Este cambio de denominación de “droga” a “virus” le venía de lujo a Marvel para volver a tener al Capitán América de siempre y al mismo tiempo, una excusa para que nadie pudiera acusarle nunca más de tener poderes gracias al empleo de una droga.

¿Quién dijo que los cómics no tenían solución para todo?

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