[Cannes 2021] Mia Hansen-Løve, Bergman y fantasmas románticos

La directora francesa compite por primera vez en el Festival con ‘Bergman Island’.
Vicky Krieps y Tim Roth.
Vicky Krieps y Tim Roth.
CG Cinema
Vicky Krieps y Tim Roth.

En septiembre de 2019, Mia Hansen-Løve presentaba Maya en el Festival de Toronto. Tenía que hablar de su viaje en la India, cuando acababa de llegar directa desde Fårö, del rodaje de Bergman Island. Parecía agotada de haber dado todo lo posible en ese rodaje. En aquella larga entrevista que tuvo con CINEMANÍA le dio tiempo a avanzar algo del que sería su séptimo filme y el primero con el que, por fin, compite en el Festival de Cannes: “Creo que todas mis películas anteriores conducían a Bergman Island, es el clímax de todo lo que he intentado hacer”.

Así resumía la directora de Eden o El padre de mis hijos su nueva película. En Bergman Island, Mia Hansen-Løve vuelca todas sus luchas y debates personales como mujer, cineasta y madre. Hay espacio y tiempo para el cine, y también para analizar la relación que tuvo con el cineasta Olivier Assayas.

Bergman Island es un juego de espejos, una narración que quiere mezclar ficción y realidad, cine dentro del cine reflexionando sobre el cine en un espacio idílico y aspiracional para cualquier amante del Séptimo Arte: Fårö es la isla de Bergman, un islote de 18Km de largo y 7,5 de ancho en el que Ingmar Bergman vivió los últimos 20 años de su vida y donde rodó La vergüenza o Detrás de un vidrio oscuro. 

Es un lugar cargado de significados que van pesando sobre la pareja protagonista del filme de Mia Hansen-Løve, Chris (Vicky Krieps) y Tony (Tim Roth) que tienen que dormir hasta en la misma cama en la que rodó Escenas de un matrimonio, “la película que hizo que millones de parejas se divorciaran”.

Escenas de un matrimonio.
Escenas de un matrimonio.
CG Cinema

Los dos se alojan en una casa de las casas en las que rodó Bergman para buscar y encontrar inspiración, avanzar en sus respectivos proyectos, mientras acuden a charlas del cineasta sueca, ven sus películas, recorren el Safari Bergman (junto al crítico Jordi Costa), conocen a los vecinos autóctonos reacios a hablar de él, pero que poblaron su cine. Detalles que son la delicia de los conocedores de Bergman, aunque también pueden parecer obvios porque Hansen-Løve quiere abrir y explicar la película a aquel espectador no tan experto.

Y, al final, tampoco importa, o menos de lo que parece. Bergman Island es el esfuerzo de Mia Hansen-Løve por explicar y entender su papel y función como mujer en el cine, a través del personaje de Chris y de Amy (Mia Wasikowska), la protagonista del filme que Chris está escribiendo. 

Entenderlo a partir de su relación con su pareja, otro cineasta, de su relación con otros. ¿Cómo pudo Bergman ser padre de nueve hijos con seis mujeres distintas y tener esa filmografía? Lo pregunta de forma sarcástica. Es imposible. Ella echa de menos locamente a su hija después de separarse solo un par de días.

Mia Wasikowska.
Mia Wasikowska.
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En cada nueva película Mia Hansen-Løve ha ido volcando una parte, un capítulo de su vida. En Bergman Island lo intenta condensar todo. Sus últimos 15 años. Chris es su álter ego, Amy quizá es quien querría ser. O no. Pero la línea entre realidad y ficción queda completamente borrada en su cine, en esta película que, nuevamente, está cargada de melancolía. Sobre todo, en esa habitación, en la casa de Bergman, la habitación de la meditación, la que ocupaba Ingrid, su última pareja, donde Chris encuentra, por fin, paz y se queda dormida. 

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