[Cannes 2021] Las monjas lesbianas de Paul Verhoeven blasfeman el festival con dildos

‘Benedetta’ no defrauda en su provocación. Risas y dildos virginales.
Benedetta
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Cinemania
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“Tu cuerpo es tu enemigo”, le dicen a la jovencísima Benedetta el primer día que entra en el convento. Una niña devota, dedicada a la Virgen, a su dios. Una niña que, en ese primer día, cree tener la primera visión cuando le cae una estatua sobre ella sin hacerle ni un rasguño. 18 años después, la niña se ha transformado (es la actriz Virginie Efira). Es una monja bien integrada en las labores del convento de Pescia. Es el siglo XVII. La Iglesia, Roma, domina y controla todo. También los cuerpos de estas jóvenes.

Allí aparece Bartolomea (Daphné Patakia), una joven abusada por su padre y hermanos que se refugia en la caridad de las hermanas y se enamora de Benedetta. A partir de los primeros contactos carnales, empiezan las visiones de la monja. Se cree poseída por Jesús, su esposo. Ella hace su voluntad, es su voz, protegerá a Pescia de la peste que asola el país. Su poder celestial la convierten en madre superiora, arrebatando el lugar a la hermana Felicita (Charlotte Rampling). 

Cuando consigue su celda privada, compartida con la hermana Bartolomea, la lujuria se apodera de ella, invitada por la joven novicia, quien no solo le da un placer manual que desconocía sino que es capaz de tallar un dildo perfecto a partir de una figurita de madera de la Virgen María.

Bartolomea y Benedetta.
Bartolomea y Benedetta.
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Esa escena, LA escena, para más morbo es presenciada desde la sombra, a partir de un pequeño agujero en la pared por la ex abadesa, quien denunciará a las pecadoras al Nuncio (Lambert Wilson) y serán juzgadas. Las transcripciones de ese juicio, la confesión muy gráfica de la real Bartolomea, unos escritos del siglo XVII fueron el punto de entrada para Verhoeven, siempre buscando historias que revuelvan sexo, pasión, rebelión.

Deseo y placer tienen un papel aún más rebelde en Benedetta, en el refugio de esa Iglesia que prohíbe todo tipo de disfrute carnal entre estas mujeres. Que incluso lo ve imposible, inimaginable. La historia de amor y pasión de Benedetta y Bartolomea es la única entre monjas lesbianas conocida. Y lo quiere retratar con toda la desnudez, violencia y miedo que debía ser. Con el juego de poderes a través del sexo y en nombre de la fe.

Verhoeven y su Benedetta (Efira).
Verhoeven y su Benedetta (Efira).
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Verhoeven ha cumplido las expectativas, ha entregado la provocación esperada. Las risas ante frases soft porn con las que también se ríe un poco de todos. A sus 82 años, qué más dará. Pero sí importa. Cinco años después de presentar Elle también en Cannes, el director holandés regresa en otro ambiente. Aquella película con Isabelle Huppert abrió una nueva visión a su cine, expandió la idea de su genialidad y en los últimos años hasta Showgirls es una joya reivindicada.

Y para terminar su paso por el Festival, en la rueda de prensa, Verhoeven ha arremetido contra el “puritanismo” de la sociedad actual, acusando a la crítica de “no querer ver la realidad de la vida”. Tal y como es, tal y como él la ve, desnuda, apasionada, libre.

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