'Barbarian' en Disney+: la esperada película de terror es de las que deparan sorpresas

Georgina Campbell, en 'Barbarian'
Georgina Campbell, en 'Barbarian'
(Disney+)
Georgina Campbell, en 'Barbarian'

La mejor posición para sumergirse en una película es la de saber lo justo y necesario e ir descubriéndola, consejo especialmente indicado en el cine de terror y en las historias con giros. Conviene ver 'casi virgen' Barbarian, esperado título que tras exhibirse en Sitges llega en vísperas de Halloween vía Disney+, por las sorpresas que depara y esconde.

No estamos ante el gran filme de género del año (el hype y sus cosas), pero sí ante uno destacado, entretenido e interesante. Despliega detalles apreciables por la habilidad del director y guionista Zach Cregger, en su carta de presentación, para manejar el relato (incluidos esos toques de juego), la tensión, la sordidez y la monstruosidad.

De partida muestra a una joven (Georgina Campbell) que alquila una casa mediante Airbnb para alojarse en Detroit con motivo de una entrevista de trabajo. La degradación del barrio, no así del inmueble (al menos en apariencia), remite a la decadencia de la ciudad y constituye un efecto ambiental buscado por Cregger y que encierra sentido con la parte oculta.

La mujer llega en la noche, con lluvia y comprueba que no le han dejado las llaves. De repente, una luz se enciende. La casa no está vacía. Resulta que un hombre (Bill Skarsgaard, sí, Pennywise) también la había alquilado. La obra expone en este tramo la incomodidad de la situación, carga acompañada de la lógica precaución de ella ante la presencia del extraño y la amabilidad de él, que procura que se sienta cómoda y no recele dentro de que entiende que es normal que lo haga. Una actitud por la que despierta dudas y dualidad en cuanto a sus intenciones.

No obstante, el ambiente se relaja por la afinidad que ella descubre que tienen y decide pasar la noche allí, con cada uno por su lado. En este punto, Barbarian empieza a enseñar su verdadera cara una vez ella baja al sótano, tira de una cuerda y se abre una puerta secreta que conduce a algún sitio siniestro y peligroso. Ese “no” que dice ella al ver esa oscuridad de fondo entraña juego, ya que el espectador sabe que va a acabar entrando. Como así sucede.

La modulación de la secuencia seduce, al igual que la de los hechos posteriores, con una tensión envuelta en las mencionadas suspicacias acerca del ‘compañero de piso’. Estas se resuelven por medio de un susto que trae un marcado cambio de tercio, ya que Cregger pasa a introducir un nuevo personaje, encarnado por Justin Long (a favor de obra y en un rol a su medida), que también irá luego a la casa. Otro protagonista cuyo retrato encierra buenos detalles descriptivos.

Gusta la manera en que el director da el salto expositivo y arriesga al romper la dinámica. La propuesta aun suma después una tercera parte diferenciada, esta para contextualizar lo hallado en la casa. El perfil de las sórdidas sorpresas reviste sugerencia en términos de terror, cauce en el que se detectan además las distintas inspiraciones en aspectos reconocibles del género, los cuales aquí no se van a desvelar.

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