Aquí puedes leer el relato ganador de la VII edición del concurso La Gran Ilusión de los Cines Renoir

Por primera vez, publicamos al ganador del concurso de relatos de cine creado por la Escuela de Escritores y los Cines Renoir.
'Relatos de cine', antología de los cuentos breves ganadores del concurso
'Relatos de cine', antología de los cuentos breves ganadores del concurso
Cinemanía
'Relatos de cine', antología de los cuentos breves ganadores del concurso

Un año más, la Escuela de Escritores y los Cines Renoir se unen para celebrar su pasión por el cine y la literatura. El pasado 2 de febrero, se entregaron los premios de la VII edición del concurso La Gran Ilusión de relato breve celebrado cada año y que busca dar voz a las historias de aquellos "con los que compartimos cada día las historias que proyectamos en nuestras salas".

De entre los casi 200 relatos presentados, el jurado compuesto por Germán Solís, subdirector de la Escuela de Escritores; Maica Rivera, CEO de Literocio; Bárbara Merino, Diana Chinea, Gema Merino y Jorge Estrada, equipo de la distribuidora Caramel Films; Octavia Alzola y Alicia Nieto, equipo de los Cines Renoir; y la periodista Begoña Piña, escogió el relato ganador y otros veinte cuentos que han sido publicados en el libro Relatos de Cine, disponible gratuitamente en las taquillas de los Cines Renoir.

Este año, y por primera vez, publicamos en Cinemanía el relato ganador, Todo lo que deseabas, de Jose Javier Bueriberi Silo, una historia breve sobre el poder del cine y el peligro de conseguir aquello que siempre has soñado. 

La VIII edición del concurso abrirá su convocatoria en mayo de 2023. Para más información, puedes visitar su web aquí.

'Todo lo que deseabas', de Jose Javier Bueriberi Silo

Por fin era viernes, había sido una semana horrible y ni siquiera había ocurrido nada malo, de hecho, no había ocurrido nada. Estaba harto de que no pasará nunca nada, le gustaba pensar que la vida era como una película y tenía claro que estaba viviendo esos momentos que se solucionan con un 'varios meses después' en la gran pantalla, esos momentos que una serie serían un capítulo de relleno.

Llegó a su piso sudando después de un largo camino desde la parada del bus. Abrió la puerta, se quedó mirando fijamente a los platos sucios de la mesa del salón, tiró la mochila al suelo con desprecio y cerró de un portazo. Puso el aire acondicionado mientras agarraba otro mando a distancia de forma casi coreografiada. Se lanzó al sofá, encendió la tele y se quedó mirando al techo con el móvil en la mano. Cerró los ojos y cuando los pudo volver a abrir ya estaba anocheciendo. Se despertó sobresaltado corrió a mirar el móvil y, cuando vio que no tenía ninguna notificación nueva, recordó que no tenía ningún sitio en el que estar ni ningún plan para ese viernes. Volvió a mirar el móvil, esta vez para revisar la cartelera y ver si había alguna película interesante que ir a ver. Llamó su atención una que no había visto antes:

-'Todo lo que deseabas', debe ser nueva - se dijo a sí mismo.

Pincho en la sinopsis, pero todo lo que aparecía era "Tras esta experiencia ocurrirá todo lo que deseabas, pero cuidado porque no habrá vuelta atrás”. La foto no cargaba, pero el título y la sinopsis habían sido suficiente para convencerle. Ir a ver una película sin saber absolutamente nada tenía su encanto, además la única sesión que había era justo en media hora.

- Esto es una señal del universo - pensó.

Llegó al cine corriendo, saludó a Raquel con un gesto mientras recuperaba el aliento. - ¿Lo de siempre o qué, Bueri? - le preguntó ella sonriente. - Sí, gracias. - respondió él aún con dificultad.

Entró a la sala se sentó, puso el móvil en modo avión y se dedicó a ver los trailers. Le encantaba todo el ritual que suponía ir a ver una película al cine y ahora venía lo mejor: las luces se acababan de apagar del todo, la película estaba a punto de empezar.

De repente se encendieron las luces de la sala, la pantalla se apagó y se dio cuenta de que la película había terminado. No podía recordar nada, ni la trama ni los personajes, ni siquiera podía recordar haber visto créditos al final.

Salió del cine sintiéndose raro, no sabía si era él o si era algo en el ambiente, pero algo había cambiado. Iba por la calle y se sentía observado. Siguió subiendo por Gran Vía hasta que un grupo de chicos jóvenes le paró, notó cómo el corazón le empezaba a latir mucho más rápido. Sabía que era algo que pasaba, pero jamás pensaba que le iba a pasar a él. Sin saber muy bien qué iba a hacer empezó a decir:

- Yo no quiero…

- Sí, lo sabemos, pero es una selfie rápida, tío. Nos flipan tus vídeos.

- ¿Qué?

- Que queremos una selfie contigo, José.

No estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando, pero se hizo la foto con el grupo, se despidió y siguió su camino. Al llegar al portal metió la llave, pero no conseguía abrir. Probó varias veces, probó todas las llaves, pero no había manera. Finalmente decidió ir a casa de su madre, dormir allí y confiar en mañana por la mañana todo volviese a tener sentido. De camino a la casa en la que había crecido intentó relajarse, pero no podía parar de pensar en ese grupo de jóvenes y, en concreto, en ese que le había llamado José. Nadie le llamaba así, nadie conocía su primer nombre y menos alguien desconocido.

Cuando llegó a Getafe, su madre ya estaba durmiendo, así que se tomó un vaso de agua y se fue a su antigua habitación intentando hacer el menor ruido posible.

A la mañana siguiente se levantó con la alegría de quien se despierta de un mal sueño para volver a la realidad. Escuchó a su madre trasteando en la cocina, le llegaba el olor a café a recién hecho y de repente volvía a ser pequeño. Ese momento le devolvió a los mejores años de su vida, una sensación inmensa de nostalgia le invadía y solo podía pensar en lo mucho que quería a su madre y su hermana y lo poco que se lo decía.

Llegó a la cocina y su madre le recibió con una gran sonrisa y un abrazo:

- Hola, hijo ¿cómo estás? Qué sorpresa tenerte por aquí – dijo ella.

- He tenido un problema con las llaves de casa y, además, me apetecía verte – respondió él.

- ¿Qué te ha pasado? – continuó ella frunciendo el ceño.

- Nada, ahora te cuento, he tenido una noche muy rara – concluyó él.

Le contó toda la historia mientras desayunaban. Cuando terminó, su madre le dijo entre risas:

- ¿Esto qué es? ¿Para alguno de tus vídeos?

- ¿Cómo? ¿Qué vídeos? – dijo él indignado.

- No sé, hijo, los vídeos y todo a lo que te dedicas desde hace unos años.

Se quedó mirando a su madre fijamente, la noche anterior no había sido un mal sueño. Estaba totalmente perdido y desesperado, no entendía absolutamente nada. Con las lágrimas empezando a caerle por las mejillas, explotó:

- ¿Qué vídeos? ¿De qué hablas? ¿Qué está pasando? No entiendo nada, solo quiero arreglar lo de mis llaves y poder volver a Lavapiés.

- ¿Qué dices, hijo? Si llevas tres años viviendo en Barcelona. – dijo ella preocupada.

- ¿Cómo dices?

- Te mudaste allí para conseguir todo lo que deseabas. ¿Estás bien, cariño?

“Todo lo que deseabas”. En ese momento se acordó del día de ayer, de la película con el mismo título y de cómo toda esta locura había empezado con eso. Salió corriendo de la cocina sin decir una sola palabra más, cogió el tren y se plantó en los cines de nuevo. Allí estaba un día después, no sabía muy bien para qué, pero esperaba deshacer lo que sea que hubiese hecho la noche de ayer.

Esperó en la cafetería de en frente hasta que llegó la hora del pase. Cuando dieron las diez de la noche, se levantó y entró directo. Raquel hizo el amago de saludarlo cuando le vio llegar, pero él ni se inmuto. Tenía un objetivo claro y no le importaba nada más. Entró a la sala, se sentó y se preparó: aquí acababa todo, en cuanto se volviesen a encender las luces todo volvería a la normalidad. Esa normalidad que echaba tanto de menos, esa normalidad de la que se pasaba el día quejándose, pero que en realidad adoraba.

El último trailer acababa de terminar y era cuestión de segundos que apagasen las luces.

De pronto se encendieron las luces de la sala, la pantalla se apagó y se dio cuenta de que la película había terminado. No podía recordar nada, ni la trama ni los personajes, ni siquiera podía recordar haber visto créditos al final. Miró a su alrededor y no vio a nadie más en las butacas, estaba solo. Salió corriendo de la Sala 3 con una sonrisa enorme y la cara de alguien que está a punto de descubrir algo. Era una sensación de olvido que recordaba a la perfección. Subió a la planta de arriba y se encontró a Raquel terminando de limpiar la máquina de las palomitas.

- ¿Qué, llegas tarde a tu cita? - le dijo ella en tono gracioso.

- Algo así - respondió él todavía sonriendo.

- Que vaya bien la noche, José - terminó Raquel.

Estaba saliendo por la puerta principal, pero en cuanto escucho esa última frase se quedó paralizado. Temblando, con los ojos muy abiertos, y la mano aún en la puerta por la que estaba saliendo se giró para mirar a Raquel. Sin quitar la vista de la barra del mostrador que estaba limpiando concienzudamente con un trapo le dijo:

- Leíste la descripción. ¿Qué esperabas?

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