Andra Day: la voz de Billie Holiday que podría llevarse el Oscar

Cantante de éxito. Después de ganar el Globo de Oro con ‘Los Estados Unidos contra Billie Holiday’, sigue lanzada en la carrera de premios
Los EE UU contra Billie Holiday
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La de Andra Day (Edmonds, Washington, 36 años) es una de esas historias made in Hollywood. De milagros de la industria. Como tantas otras, empezó cantando en el coro de la iglesia casi antes de saber hablar. A los seis años ya estaba yendo a clases de canto, después siguió con una educación en artes siendo la voz y el baile sus preferencias. Al terminar los estudios, comenzó a cantar por aquí y por allá, bolos en sitios tan aleatorios y poco elegantes como un centro comercial. Pero la suerte quiso que por aquel mall pasara la entonces mujer de Stevie Wonder. Enamorada de su voz, se lo contó a él y a partir de ahí… ¡sueño cumplido! Historia de suerte. 

Videoclips con Spike Lee o Shyamalan, actuaciones en los Grammy, abriendo conciertos para Lenny Kravitz o en la Casa Blanca de Obama. El suyo es un nombre más que asentado en la música americana, pero, inquieta, le apetecía dar el salto a la interpretación. Oportunidad que le ha rendido Lee Daniels (Precious), que buscaba una voz única para dar vida a la mujer de la voz única, Billie Holiday. Tras un complicado casting de Day interpretando Strange Fruit, la canción que vertebra el filme Los Estados Unidos contra Billie Holiday, y muchas conversaciones, Andra Day consiguió el papel que le abre nuevos y brillantes horizontes en el cine.

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¿Recuerdas cuándo descubriste a Billie Holiday?

Sí, lo recuerdo bien. Debía de tener unos 10 años, me habló de ella mi profesor de canto y le pregunté: “¿quién es ese tipo?” [risas]. Pero después escuché Sugar y Strange Fruit y me impactó mucho, no sonaba como Whitney o Aretha. Fue transformador. A mí no me gustaba el tono de mi voz –sigue sin gustarme–, pero escucharla me ayudó a hacerlo mío. Con Strange Fruit, además, sentí el sacrificio que hizo por cantarla. Yo era muy pequeña y no entendí entonces todo, pero sabía que era algo muy importante, podía escuchar el sacrificio, todo lo que dio por cantar esa canción. ¿Todo el gobierno de EE UU yendo a por ti por cantar una canción? Era un espionaje. Es increíble. Y estar dispuesta a todo eso, me emocionó mucho, fue transformador para mí.

¿Por qué fue una amenaza para EE UU?

Ella representaba libertad y unidad, fue una de las primeras en cantar en un Carnegie Hall integrado racialmente, ¡y cuando acababa de salir de prisión! Su magnetismo unía a la gente y usaba su voz para hablar del terror racial del país, de los linchamientos. Y al poder no solo le dio miedo que desafiara el establishment de opresión, también era una cuestión de ego: “¿Cómo esta mujer negra se atreve a desafiarnos?”. Ella se plantó ante la libertad. Para ellos, estaba desmontando este sistema opresor.

¿Cómo fue el proceso de transformación para convertirte en Billie Holiday?

Para mí fue fe y trabajo duro, aunque me cuesta llamarlo trabajo, porque disfruté absorbiendo toda su personalidad, su espíritu. Me encantó el sentimiento de estar fusionadas. Y aún creo que lo estamos. En la pantalla es ella, pero también es ella a través de mí, de mis experiencias.

Como la descubrí tan joven, sabía por todo lo que pasó, pero no hasta qué punto fue esa persecución, todo lo que sufrió. El libro de Johann Haris, Chasing the Scream: The First and Last Days of the War on Drugs, en el que se cuenta su romance con Jimmy Fletcher, el agente del FBI (al que interpreta Trevante Rhodes), fue muy revelador. Leí muchísimo sobre ella, todo lo que había. Todos los libros, sus artículos, para saber desde qué perfume usaba hasta sus joyas. Perdí mucho peso, fumé, que nunca he fumado; aprendí a decir tacos, que no digo jamás… Creo que me pasé internet [risas]. Y una fuente de información importante, curiosamente, fueron las subastas personales de sus objetos. Investigué muchísimo, pero lo disfruté también muchísimo.

¿Cantas todas sus canciones en el filme?

Todas. Me comprometí desde el principio con Lee [Daniels, el director]. Fue una decisión que tomamos desde el inicio, que me llevó a aceptar este reto. Ha sido muchísimo trabajo, pero tenía que ser mi voz cuando canta, cuando habla, cuando ríe…. Una vez que decidí hacer la película, decidimos que cantaba todo yo. Como fan, me gusta muchísimo poder cantar su música, ser ella, fue un reto, pero fue un viaje de placer. Disfruté hasta haciendo cosas que no suelo hacer.

¿Qué fue más difícil replicar, su voz o su risa?

Cierto. Como cantante que soy, creo que me costó menos la voz tanto para cantar como para hablar como ella. Pero la risa fue muy difícil y era fundamental, su risa la definía mucho, era muy especial. En realidad, todo, cada detalle. El tono de voz, su respiración. La dirección de Lee, en ese sentido, fue increíble, no dejaba escapar nada aunque fuera mucho trabajo.

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Lo del chicle, por ejemplo, ¿era algo de Holiday?

[Risas] ¿Lo has notado? Eso fue una cosa mía, cada vez que iba al set, me decían: “Ya estás con el chicle”. Pero, al final, decidimos que podíamos incluirlo. Queríamos que fuera humana, real y para eso tienes que tomarte ciertas licencias creativas. Billie es una personalidad adictiva, obsesiva: las drogas, la bebida… ¿Por qué no podía estar masticando chicle todo el rato? Como estoy yo [risas]. A Lee le encantó la idea del chicle. Es una cosa completamente mía, añadí eso al personaje pero creo que porque había hecho tantas escenas con chicle sin querer que, al final, tuvimos que incluirlo. Y resultó perfecto.

Strange Fruit fue el tema que interpretaste para el casting de esta película. ¿Cómo fue cantarla en el rodaje?

Ya la había cantado hace años en un homenaje a las víctimas de linchamiento en Montgomery, Alabama, y la canté en el casting, pero fue muy distinto. Cuando interpretas a un personaje que sabes que va a morir y crees que ella también tuvo conciencia de que iba a morir joven, hay un sentimiento de urgencia. Y no quería que la gente pensara “qué bonito”: no es una canción bonita. Es una canción dolorosa y no debes disfrutarla, solo escucharla, escuchar esas palabras, entender estas palabras. Y lo más doloroso fue ver que estaba tan acostumbrada a esta violencia que nos ha rodeado siempre como comunidad, que tuve que tirar de mis propios traumas para meterme en su dolor. Eso me molesta porque los linchamientos eran horribles, lo son. Pensar en ello debería ser suficiente para llevarme a ese sitio de dolor, pero estamos demasiado acostumbrados a ese nivel de violencia y pérdida.

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Has trabajado con directores como Spike Lee o Shyamalan en tus videoclips, pero esta es tu primera película, un protagonista, ¡y menudo protagonista! Como cantante también actúas, te expones, ¿es distinto hacerlo como actriz?

Creo que el nivel en el que lo hice en esta película era más profundo. En música, es un show, es terapéutico, pero más corto: un show y listo. La película también es terapéutica, pero te afecta durante mucho más tiempo. Te deja una gran huella. Estoy exponiendo mi alma, pero también la de Billie Holiday. Con la música soy yo, pero cuando estoy haciendo una película tengo que ser auténtica conmigo y con ella, siento una gran responsabilidad por honrarla, asegurarme de que la habría hecho feliz esta película. Hay muchas más capas.

¿Cuándo empezaste a cantar?

Tenía unos seis años o antes, en mis primeros recuerdos siempre me veo cantando. Cantaba Whitney, como la mayoría de mi generación, supongo. Whitney, Aretha… Fue la música con la que crecí en casa, cantando con mis padres, siempre había música en mi casa. Fui a una escuela de artes pronto y empecé a bailar. Siempre supe que quería ser una creadora, una performer. Siempre lo supe, siempre fue parte de mi vida. Mi primera actuación en los Grammy aún es mi momento favorito, aún me parece un milagro que ocurriera. Pero, sin duda, lo más difícil que he hecho en mi carrera hasta ahora ha sido esta película.

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