Ana de Armas y Chris Evans malgastan su fotogenia en una firme candidata a peor película del año

No desentonaría que el romance de acción que protagonizan en Apple TV+ viniera firmado por una IA.
Ana de Armas y Chris Evans en 'Ghosting'
Ana de Armas y Chris Evans en 'Ghosting'
Cinemanía
Ana de Armas y Chris Evans en 'Ghosting'

Ser una estrella de cine en la era del streaming no es nada fácil. Para demostrarlo, probablemente la eclosión de Ana de Armas en Hollywood sea el mejor ejemplo. 

Tras el despunte en Puñales por la espalda (2019) y su presencia cegadora en Sin tiempo para morir (2021), la actriz hispano-cubana está en lo más alto de las listas de deseos de cualquier agente de casting o productor. Sin embargo, no para de estrenar títulos con escaso control de calidad.

No vamos a entrar en que Blonde, el filme de Andrew Dominik sobre Marilyn Monroe que le brindó la nominación al Oscar, no pasara por salas de cine porque así es Netflix; no se puede negar la visión autoral que había detrás del proyecto. Lo preocupante son el resto de películas de Ana de Armas que hemos visto en el último año, tan directas al sumidero del streaming como a caer en el olvido: Aguas profundas, El agente invisible y, ahora, Ghosting.

El problema de 'Ghosting'

Ghosting, una producción de Apple TV+, podría verse como la combinación de las dos anteriores: un romance de alto voltaje y aderezado con intensas escenas de acción y espionaje internacional. El resultado es tan insustancial como introducir esos parámetros en una inteligencia artificial generadora de contenido perecedero para plataformas de streaming, solo que aquí viene firmado por dos parejas de guionistas con cierta reputación comercial (Deadpool y el Spider-Man del MCU).

Dexter Fletcher (Rocketman) ha sido el encargado de llevarlo a las pantallas de dispositivos de todo el mundo, una tarea que parece al nivel de cuando tuvo que rematar Bohemian Rhapsody en su día. La puesta en escena de Ghosting no contempla en ningún momento la creación de imágenes interesantes o atractivas más allá de la arrebatadora fotogenia de sus protagonistas. Con Ana de Armas está Chris Evans, quien en su etapa post-Steve Rogers también sufre la imposibilidad de ser una estrella sin el respaldo de una franquicia detrás.

Tras coincidir en Puñales por la espalda y El agente invisible, la química entre los dos actores, también demostrada en innumerables entrevistas, debería ser bastante aliciente para activar el motor de comedia romántica con el que Ghosting pretende arrancar pero cualquier intento de carisma se diluye en la estética visual de una producción telefilmera para sobremesa.

Chris Evans en 'Ghosting'
Chris Evans en 'Ghosting'
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Para redondear el cliché de esos melodramas propensos a la modorra, los personajes se conocen en un mercadillo al aire libre. Sadie (De Armas) es una superespía internacional que quiere comprar una planta y Cole (Evans) el granjero que se resiste a venderle una begonia porque piensa que no la va a cuidar bien. Evidentemente, ambos son tan atractivos que, aunque no empiezan con buen pie, tienen una cita. 

Ella desaparece a la mañana siguiente y la inseguridad dependiente de él empieza a borbotar hasta que decide ir a buscarla hasta Londres (cómo averigua que está allí es demasiado forzadamente ridículo como para destriparlo), donde descubre su auténtico trabajo como superespía. Esa es la excusa para estirar la faceta de comedia durante el resto de una trama de espionaje tan formulaica que sería generoso llamar macguffin a cualquiera de sus elementos frágilmente cohesionados.

Es difícil digerir Ghosting como otra cosa que otro trabajo ultraprocesado por el terrible cine algoritmo: simplemente existe como idea amalgama de keywords sin que nadie se preocupe por el control de calidad. El núcleo argumental y los rasgos unidimensionales de los personajes se repiten machaconamente para los más despistados y las imágenes dan igual porque llegarán a la mayoría del público mientras están distraídos mirando el móvil. 

Chris Evans y Ana de Armas en 'Ghosting'
Chris Evans y Ana de Armas en 'Ghosting'
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El tono socarrón apunta hacia Mentiras arriesgadas (1994) pero cae cerca de El espía que me plantó (2018), buscando réplicas ingeniosas que no funcionan. Una maniobra tan desesperada como el ramillete de cameos de actores Marvel que se disparan contra la pantalla con la esperanza de conseguir algún tipo de repercusión viral en redes, y acaban siendo tan vacías y olvidables como el resto de la película. Y no se puede negar que esto lo último lo pone fácil.

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