Alejandro Amenábar ('La Fortuna'): "La cultura es nuestro petróleo, y no todo tiene que ver con el dinero"

El director de 'Tesis' estrena su primera serie, 'La Fortuna', una historia de aventuras basada en el 'Caso Odissey', sobre el tesoro de un barco español hundido, adaptación de un cómic de Paco Roca: 'El tesoro del cisne negro'
Álvaro Mel, protagonista de La Fortuna.
Álvaro Mel, protagonista de La Fortuna.
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Álvaro Mel, protagonista de La Fortuna.

El 5 de octubre de 1804, la fragata española La Mercedes, se hundía después del ataque inesperado a cañonazos de los ingleses. Aquel ataque trajo como consecuencia la popular batalla de Trafalgar y dos siglos después una lucha en los juzgados entre el Gobierno español y una empresa americana cazatesoros que se había encontrado y pensaba quedarse las 594.000 monedas de plata y oro que llevaba La Mercedes cuando pereció, uno de los botines más importantes bajo el mar. 

Basándose en aquel lío burocrático y judicial que se alargó cinco años, entre 2007 y 2012, bautizado el caso Odyssey, uno de sus protagonistas Guillermo Corral escribió la historia ayudado de los dibujos de Paco Roca y el cómic resultante, El tesoro del Cisne Negro, fue el que llegó a manos de Alejandro Amenábar cuando aún estaba acabando su anterior película, Mientras dure la guerra. Para el director que, precisamente, este año celebra el 25 aniversario de su ópera prima, Tesis, la adaptación de esas viñetas a la pantalla supone su primera incursión en el formato televisivo: La Fortuna es su primera serie (estreno en Movistar+ el 30 de septiembre). Aunque es, para ser más exactos, una miniserie de seis episodios: “El tamaño perfecto para que yo pudiera dirigir todos los capítulos”, explica.

¿Te habías imaginado alguna vez dirigiendo una serie?

Cuando uno se dedica al audiovisual se puede imaginar haciendo de todo, yo creo que ya en tiempos de la facultad me imaginaba dirigiendo series. Al final, los caminos te llevan por donde te llevan y he acabado dirigiendo una serie después de varias películas. Pero todo lo que tenga que ver con el audiovisual, me interesa.

Stanley Tucci y Amenábar.
Stanley Tucci y Amenábar.
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¿Por qué adaptar el cómic como una serie y no una película?

Salió de modo natural, cuando lo leí yo tendía a película porque es lo que sé hacer. Pero en seguida Alejandro Hernández, mi coguionista, y yo vimos que podía ser una miniserie muy limitada, de unos tres episodios; y según avanzamos, vimos que podían ser seis que era un formato que encajaba muy bien en Movistar. Y, además seis episodios es el límite para poder abarcar la realización completa, porque mi empeño era realizarla enteramente toda.

Hace ya dos años con el estreno de Mientras dure la guerra, hablabas de esta idea de la autoría que se está perdiendo con las plataformas, que se lee más “una serie original de Netflix, HBO, Movistar…” sin saber quién la ha hecho. No es tu caso. ¿Ha costado mantener tu nombre por delante?

Por un lado, si hablamos de la libertad creativa o autoría, sí creo que he tenido el mismo grado que cuando hacía Mientras dure la guerra, por ejemplo. Pero eso no quiere decir que no tengas que rendir cuentas, que tengas que explicar, que tengas que discutir, parte del proceso y que me gusta. Y, por otro, está el tema de las formas, una cuestión de protocolo. Cuando alguien escribe un libro o pinta un cuadro me gusta saber quién lo ha hecho, y no me gusta ver un cartel de “Netflix presenta…” y no ver al director o directora por ningún lado. Es simplemente una cuestión de formas.

¿Formas que se están perdiendo?

Sí, yo creo que todo este movimiento tectónico de plataformas a lo que está llevando es a que prime la marca. La marca es la empresa, la corporación, la plataforma, y eso va en detrimento de la visibilidad de los autores. Y yo creo que son perfectamente compatibles ambos: marca y autores. Espero que, con el tiempo, se estabilice, se regule y no sea tan necesario poner la marca por delante. Pero es verdad que a lo que estamos asistiendo ahora es a una batalla de marcas o plataformas donde cada una intenta dejar su imagen por delante. Y a los que más perjudica es a la gente que empieza o a la que está siendo muy maltratada por televisión. Aunque es verdad que, al mismo tiempo, estamos viviendo una nueva edad de oro de las series a través de estas plataformas. Pero como digo, creo que todo se acabará regulando, igual que se acabaron regulando el sistema de estudios y pasó a ser el star system.

Lo primero que te atrae de El tesoro del Cisne Negro fue su carácter de aventura tintinesco, ¿eres muy fan de Tintín?

Pues en realidad a Tintín me empecé a aficionar hace relativamente pocos años, no era lector de Tintín de niño. Y aquí me atrajo el cómic en sí. Me pareció que tenía muchas cosas: la aventura de despachos, una historia de amor, un personaje que me caía bien y con el que me sentía identificado y hablaba de dos mundos, del mundo latino-mediterráneo y del mundo anglosajón.

Stanley Tucci.
Stanley Tucci.
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¿Te identificas con Álex, el protagonista?

Cuando vemos una historia de héroes y antihéroes, todos tendemos a identificarnos con los héroes o heroínas, aunque luego por dentro a lo mejor seamos mezquinos o miserables, yo intento siempre buscar los puntos de conexión con los personajes que escribo, desde Unamuno hasta Hypatia, intento siempre ver el mundo a través de sus ojos. Y en este caso, por la experiencia que he tenido de empezar en el mundo del cine muy joven, un poco pardillo, tener que ponerme las pilas, dar el salto a EE UU, eran cosas que me llamaban fácilmente.

Has apostado por un casi desconocido para protagonizar la serie, Álvaro Mel. Aunque le llevan pesos gordos de la mano: Karra Elejalde, Ana Polvorosa, Stanley Tucci, Blanca Portillo…

Álvaro es hijo de su tiempo; efectivamente ha tenido poca experiencia como actor, pero tiene mucha como instagramer. Yo que vivo apartado de las redes sociales, me suena casi a chino pero eso ha hecho es que tenga muchísima imaginación, que muestra a través de las redes. Es un tipo muy creativo y se ha notado en el set. Tiene la ambición de llegar al fondo de las escenas. Tiene mucho del alma del personaje. Nosotros decíamos que el auténtico petróleo de la serie es alguien como Álvaro que ha sabido labrar todo ese arco, una evolución, defendiéndose en inglés, a partir del cuarto episodio habla. Necesitábamos la elegancia, la ternura y el sentido del humor que él ha mostrado.

Y Karra Elejalde como ministro de cultura es casi un ideal.

Karra le aporta humanidad y carisma. Además de que es increíble verle interpretar en inglés, cuando no habla nada, se lo aprendió fonéticamente y es bastante espectacular cómo se defiende. Y luego ese flequillo que quería llevar, porque quería un cambio de imagen, darle un punto más sofisticado.

Karra Elejalde, ministro de cultura.
Karra Elejalde, ministro de cultura.
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A través de su personaje se introduce el mensaje del valor de nuestra cultura y patrimonio. Es raro ver a un político defenderlo así.

Sí, eso ya estaba en el discurso del cómic y entiendo que también habrá estado en el discurso de todos los casos reales similares a este, y me parece que es un razonamiento muy lógico: la cultura es nuestro petróleo, y no todo tiene que ver con dinero.

Técnicamente, batallas navales, mezclar varios tiempos, idiomas, ¿ha sido complicada?

Ha sido más compleja a nivel cuantitativo. Se ha concebido como una serie, pero en cuanto a todo el conglomerado de producción, se concibió como una película, se hizo el plan de producción como una película por localizaciones. Los retos, al final, han tenido más que ver con el covid. No teníamos plan b si alguno de los protagonistas o yo caíamos. Y vivíamos con esa espada de Damocles. Y luego la cantidad de días. Íbamos quemando etapas, yo lo comparaba con las películas. Yo siempre me acuerdo las semanas que he tardado en rodar mis películas, porque es casi un fenómeno traumático. Tesis lo habíamos hecho en cinco semanas y media, Los otros, en 15, iba sumando semanas… Cuando me di cuenta de que habíamos pasado Ágora, ahí entraba en terreno desconocido. Rodamos la primera fase de 21 semanas, luego hubo un parón, en enero retomamos unos días, y luego la batalla final que fue otra semana de rodaje.

Dirigiendo la armada.
Dirigiendo la armada.
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Mientras dure la guerra supuso tu regreso al cine español, ¿fue también una reconciliación a nivel industria y público?

El reto de Mientras dure la guerra era que, básicamente, se trataba de una historia de nuestra Guerra Civil, un tema en el que yo no había entrado hasta ahora, y me alegro de no haberlo hecho porque creo que en el momento que la hice ya tenía la suficiente madurez como cineasta y como ciudadano de este país para poder expresarme y compartir mis inquietudes o mis preocupaciones sobre España, porque yo digo que no solo es una película sobre Unamuno, es una película sobre España y tuve la suerte de que la película fue muy bien acogida por el público. Era una película que a priori puedes decir que va a contracorriente y la respuesta del público fue muy buena. Para mí, en ese sentido, es el proyecto perfecto: porque es en el que más arriesgas –de hecho, nos consiguió mucho levantar la financiación porque nadie le veía potencial comercial– y la peli funcionó.

En La Fortuna hay cierta continuidad en ese mensaje de conciliación y diálogo que representan los personajes de Álvaro Mel y Ana Polvorosa.

Sí, está ahí entre esos dos personajes, que son muy distintos. Lucía, interpretado por Ana Polvorosa maravillosamente, es un personaje con mucha vitalidad, con muchas ganas de luchar y fue fácil de pronto enmarcarlos a los dos políticamente y ver lo que pasa en la vida, que personas con ideas políticas muy distintas pueden encajar. Y eso insiste en el tema de la convivencia que es algo por lo que yo apuesto.

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