La vida de Alec Baldwin ha estado plagada de claroscuros. El mayor de una familia de actores, que también cuenta con Daniel, William y Stephen Baldwin, comenzaba su carrera allá por 1982 en las series The Doctors y California, que comenzarían a granjearle una gran popularidad. Sin embargo, sus grandes oportunidades llegaban con sus papeles secundarios en los filmes Bitelchús (Tim Burton 1988) y Armas de mujer (Mike Nichols, 1988). Su carrera hacia la cima no tenía frenos.
Durante la década de los 80, Baldwin también desarrollaría su amor por Broadway iniciándose en Loot, que haría que posteriormente subiera sobre las tablas para actuar en Un tranvía llamado Deseo, Macbeth o South Pacific. Su filmografía también aumentaría a la par con grandes clásicos de Lee Tamahori (El desafío), Michael Bay (Pearl Harbour), John McTiernan (La caza del Octubre Rojo) o Martin Scorsese (El aviador e Infilitrados). Suya es también la célebre escena de Éxito a cualquier precio (David Mamet, 1992), en la que su speech pasaría a la historia.
En 2003, su papel como Shelly Kaplowen en The Cooler (Wayne Kramer) haría que el norteamericano recibiera su primera nominación al Oscar a mejor actor de reparto. Unos años en los que llegaría también a las nuevas generaciones a través de la serie Friends, donde interpretó durante dos episodios al novio de Phoebe.
Su imitación de Donald Trump
Baldwin participaba entre 2006 y 2013 en la serie de comedia de Tina Fey Rockefeller Plaza, por la que el actor recibió dos Emmy y tres Globos de Oro. Una ficción basada en las experiencias de la propia showrunner como guionista del programa Saturday Night Live, el show televisivo en el que el actor ya había aparecido en varias ocasiones y en el que se convertiría en un personaje regular con su imitación de Donald Trump. El mandatario y empresario tendría hasta unas bonitas palabras hacia este: "Es hora de retirar ese show aburrido y sin gracia. El retrato de Alec Baldwin apesta".
El último trabajo del actor era en la miniserie de Peacock Dr. Death, que se estrenaba este mismo año. Por su parte, Baldwin rodaba estos días el nuevo filme de Joel Souza Rust, cuando la tragedia sacudía el set. El actor se ha visto involucrado en la muerte de la directora de fotografía Halyna Hutchins y las heridas del propio cineasta, después de un disparo con una supuesta arma de fogueo. El drama no ha hecho más que comenzar.
Las drogas y Kim Basinger
Su autobiografía Nevertheless, publicada en 2017, sacaba a la luz el lado más oscuro de la fama. Pese a que para muchos no había pasado inadvertido el coqueteo del actor con las drogas (sufrió una sobredosis), el alcohol o la obsesión por el dinero, Baldwin se abría en canal para explicar las dificultades vitales a las que se había enfrentado al salir de un hogar humilde.
Su matrimonio con Kim Basinger en 1993 también sería fuente de grandes conflictos. Ambos se conocían durante el rodaje de Ella siempre dice sí (Jerry Rees, 1991) y repetían en la gran pantalla en el título La huida (Roger Donaldson, 1994).
Su sonado divorcio en 2002 comenzó un arduo litigio entre ambos, que se convirtió en un circo mediático en el que su hija estuvo en medio. Baldwin llegaría a decir que su ex era "una psicópata" y su hija una "malcriada". Pasado el huracán, el actor volvería a rehacer su vida con la española Hilaria Baldwin, con la que tendría tres hijos más.
Recuperado de sus problemas, defensor actual de los derechos animales a través de PETA y reconocido por su trabajo en todo el mundo, Baldwin es uno los actores de Hollywood a los que la tragedia parece perseguir toda su vida.
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