8 películas que se merecen un parque temático (y no son 'Avatar')

Tenía que pasar: Avatar, la superproducción azul y digital de James Cameron, tendrá su propia atracción en los parques temáticos Disney, concebida por el propio canadiense y con el respaldo de 20th Century Fox. Como la cosa va de ecologismo galáctico, el recinto estará enclavado en Animal Kingdom, la sección de Walt Disney World (Orlando, Florida) dedicada a la fauna salvaje. El cineasta, modesto como siempre, afirma que la atracción incluirá elementos de las dos secuelas aún en preparación, y que "sobrepasará las fronteras de la tecnología y de la narración", permitiendo a los visitantes "oír, escuchar y tocar el mundo de Avatar con un realismo sin precedentes".

La construcción del complejo comenzará en 2013, con lo que nos falta aún mucho tiempo para saber si Cameron estará a la altura de sus promesas o la cosa acabará (para variar) pasada por agua. Por no hablar de la competencia que, a buen seguro, le supondrá el lujosísimo parque de Star Trek que se construirá en Jordania, así como las atracciones ya existentes (algunas de ellas clausuradas) basadas en Pesadilla en Elm Street, Star Wars o Aliens. En previsión de que la cosa acabe siendo un bluff, os presentamos estas 8 atracciones basadas en algunas de nuestras películas favoritas.

La película: El desparrame onírico-noir de Christopher Nolan que puso a Leonardo DiCaprio en el papel de un ladrón de ideas.

La atracción: Damas y caballeros, bienvenidos a 'Cobblandia', un parque que parece un sueño hecho realidad. En él podrán ver cómo las paredes de una ciudad se contorsionan hasta parecer grabados de Escher, huir cuando un tren de mercancías atraviese la calle principal y experimentar una pelea a muerte en un pasillo giratorio mientras se esconden cuando una señora disfrazada de Marion Cotillard pretende darles caza. A la salida, los visitantes reciben un regalo muy especial: una peonza.

La película: Longeva saga (su última entrega, Destino final 5, se estrenó este verano) en la que diversos personajes huyen de una Muerte con cuentas que ajustar. O lo intentan...

La atracción: Al menos en un caso (Destino final III), las atracciones de feria han tenido un papel muy importante en este serial. Y su salto al mundo de los parques temáticos se atiene a ese espíritu, con una montaña rusa de la muerte que jamás pasaría un control de seguridad municipal. Puede que sobrevivas al viaje (lleno de descargas eléctricas, tramos sin vía y cables sueltos, entre otros atractivos) pero ni siquiera entonces estarás seguro.

La película: Kate Winslet y Leo DiCaprio viven un amor prohibido a bordo de un transatlántico 'insumergible', con un iceberg como tercero en discordia.

La atracción: Ya que Cameron parece tenerle gustillo a eso de los parques temáticos, ¿por qué no diseñar una ride a semejanza del filme que le convirtió en el 'Rey del Mundo'? Además de revivir la famosa escena en la proa del barco, podemos disfrutar de los animados (y hacinados) bailes en el camarote de tercera clase, así como dejarse retratar al desnudo (los menos vergonzosos). Y, además, una sorpresa: la atracción se va inundando de agua poco a poco, y hay que escapar antes de que se hunda.

La película: El título más incomprendido de Paul Verhoeven (Starship Troopers) convirtió a Elizabeth Berkley en una stripper de armas tomar.

La atracción: Reservada sólo a los adultos, y apoyada en ese revival de los 90 que nunca acaba de despegar del todo, ofrece una experiencia sensorial de aúpa con chicas ligeras de ropa, luces de neón, música estruendosa y decorados más allá del límite del mal gusto. Pero, un momento... Ese lugar ya existe y se llama Las Vegas, ¿no?

La película: La saga casposa e ibérica por excelencia, obra de Santiago Segura, sigue en buena forma, como demostró el éxito de Torrente 4: Lethal Crisis este año.

La atracción: Dejémonos de hollywoodeces y reparemos en un producto nacional cien por cien. El Parque Torrente, enclavado a las afueras de Madrid, te permite experimentar el lado oculto de la capital de nuestro país: atracos a horas intempestivas, números musicales en los puticlubs más selectos (o en el patio de la cárcel) y un estupendo servicio de cátering a cargo del inigualable Cañita Brava ("¡Me debes 30.000 pesetas en whiskys!") son sus mayores atractivos. El broche final: el servicio de autobuses es sólo de ida, y los visitantes tienen que volver a pata a sus residencias respectivas atravesando la M-30, la Casa de Campo y un poblado chabolista.

La película: Con un solo filme de terror, Stanley Kubrick demostró que el género no tenía secretos para él, ayudado por Jack Nicholson y sus histrionismos hacha en mano.

La atracción: Si muchos parques temáticos alojan hoteles en sus recintos, OverlookWorld va más allá: todo este lugar es un hotel en sí mismo, perfectamente apacible por las mañanas (aunque algo deshabitado). Ahora bien, si el visitante se atreve a salir de su habitación de noche, le espera todo un mundo de color y fantasía: encuentros inesperados (las simpáticas gemelas son el más popular), un bar abierto 24 horas con un camarero que siempre te da la razón y, sobre todo, las maravillas que esconde la habitación 237. Créenos: cuando salgas, nunca volverás a ser el mismo. Si es que sales, claro.

La película: Aunque sin romper las taquillas, la excursión ochentera de J. J. Abrams y Steven Spielberg nos ha dejado muy buen sabor de boca.

La atracción: Construído con los planos de un pueblecito del midwest estadounidense, Lilian tiene dos partes bien diferenciadas. La superior está dedicada a tiendas de souvenirs y otros servicios, con personal vestido como de los 80 y música de The Cars, Blondie y otros grupos new wave sonando a todo trapo. Pero, si el visitante esquiva el choque de trenes y el control militar, puede acceder a los subterráneos llenos de cacharrería vintage y con [SPOILERS] un monstruo alienígena que se come a la gente [/SPOILERS]. El pago de la entrada conlleva el derecho a tomar tanto Slusho y comer tantos Rocket Poppeteers como se quiera.

La película: Segunda (y mejor) entrega de la saga de la familia Leguineche, concebida por los inigualables Luis García Berlanga y Rafael Azcona.

La atracción: Ni Disney, ni flautas. Los españoles solemos ignorar nuestros propios descubrimientos, y deberíamos reconocer que el Marqués de Leguineche (Luis Escobar) y su hijo Luis José (José Luis López Vázquez) sentaron un precedente al convertir su mansión señorial en un museo temático dedicado a la decadencia de su familia. Dado que el Palacio de Linares (la mansión de marras) es ahora la sede de la Casa de América, no contamos con poder emplear mucho espacio, pero tenemos ya proyectados unos animatronics preciosos de los protagonistas que repiten lo de "Marquis of Leguineche and Son, end of the saga...".