10 muertes de cine que hacen llorar a los niños (y a los adultos)

A los 77 años de la muerte de la madre de Bambi, recordamos otros óbitos que marcaron nuestras infancias, y que aún hoy nos hacen soltar la lagrimilla.
10 muertes de cine que hacen llorar a los niños (y a los adultos)
10 muertes de cine que hacen llorar a los niños (y a los adultos)
10 muertes de cine que hacen llorar a los niños (y a los adultos)

Como hoy nos hemos levantado con el punto sádico, vamos a recordar fallecimientos de cine que marcaron para siempre nuestra infancia. Porque los tiempos cambian, y aunque la muerte de la señora cierva sea un mito, no es el único momento del cine 'infantil' que nos traumatizó para siempre. Prepárate para un informe que aconsejamos leer con el pañuelo a mano.

La historia interminable (1984)

La víctima: Ártax, el caballo del guerrero Atreyu (Noah Hathaway), última esperanaza del Reino de Fantasía contra la Nada.

¿Por qué nos hizo llorar? A ciertas edades, por no decir a todas, ver morir a un caballo siempre duele. Y si, para colmo, el semoviente no la diña a causa de un flechazo de los Sioux (es un suponer), sino de que se muere de pena, literalmente, la cosa llega a extremos traumatizantes. Menos mal que el pobre Ártax no era aquí capaz de hablar, como en el libro, porque entonces las lágrimas de los espectadores se hubiesen contado por litros.

El retorno del Jedi (1983)

10 muertes de cine que hacen llorar a los niños (y a los adultos)

La víctima: Nada menos que el maestro Yoda. Vale que, con 900 años de edad, ya le iba tocando estirar la pata, pero...

¿Por qué nos hizo llorar? Muchos espectadores, ahora treintañeros, que pudieron ver El retorno del Jedi en su estreno eran demasiado pequeños cuando El Imperio contraataca llegó a los cines. Por ello, la faceta de Yoda como maestro puñetero y exigente les era ajena, y se encontraron con una adorable criatura verde, con pinta de teleñeco, que cerraba los ojillos y se convertía en fantasma. Algunos años más tarde, esos mismos espectadores vieron la trilogía completa, y la pérdida del habitante de Dagobah les dolió tanto como la de su propio abuelo.

El rey león (1994)

La víctima: Mufasa, el león más chulo de la sabana (con la voz de Constantino Romero, estaba cantado) y papá del pequeño Simba. 

¿Por qué nos hizo llorar? 52 años después (nada menos) de que la madre de Bambi pasase a mejor vida, cualquiera diría que el poder lacrimógeno de Disney habia menguado. Máxime, tras tres inyecciones de optimismo como La sirenita, La Bella y la bestia y Aladdin. Qué equivocados estábamos: no contentos con que este majestuoso felino pereciese arrollado por una estampida de ñúes, y traicionado por su propio hermano, los desalmados guionistas añadieron ese plano de su cachorrillo pidiendo ayuda... El resultado: otra generación más de espectadores marcada para siempre.

Capitanes intrépidos (1932)

La víctima: Manuel (Spencer Tracy), rudo marinero portugués y padre adoptivo, o así, del insoportable Freddie Bartholomew.

¿Por qué nos hizo llorar? Como otros óbitos de este informe, el de Manuel tiene lugar en medio de un acto heróico (en su caso, y de acuerdo con la trama, un rescate naval en plena tempestad). Pero, además, el sádico de Victor Fleming lo convirtió en el eje de una escena larga, larguísima, con el joven protegido suplicándole que resista, que no se muera y todas esas cosas. Además, añadimos, comprobar que incluso Spencer Tracy podía palmarla frente a la cámara fue una ordalía para los futuros amantes del cine clásico.

El Señor de los anillos: La Comunidad del Anillo (2001)

La víctima: Gandalf el Gris (Ian McKellen), el mago más enrollado de la Tierra Media.

¿Por qué nos hizo llorar? Vale, sabemos que esta muerte tenía truco. Y más aún aquellos que, con algunos tacos a cuestas, habíamos podido leer los libros de J. R. R. Tolkien. Pero Gandalf es Gandalf, y Sir Ian supo darle vida de forma tan entrañable que verle arrastrado a las profundidades de Moria por ese Balrog traicionero nos tocó la fibra. Respecto a lo sentido por los chavales, y chavalas, que no habían oído hablar de Gandalf el Blanco, no queremos ni imaginárnoslo.

En busca del Valle Encantado (1988)

10 muertes de cine que hacen llorar a los niños (y a los adultos)

La víctima: La mamá de Piecito, el pequeño y adorable brontosaurio.

¿Por qué nos hizo llorar? Como ex empleado de Disney, Don Bluth parecía a veces empeñado en lanzarle órdagos a su antiguo estudio. Así, si la casa de Mickey Mouse fue capaz de traumatizar a millones de niños mediante la muerte de una cierva, la cual no dejaba de ser un hermoso animal, este largometraje consiguió lo propio mostrándonos cómo una señora lagarta (con perdón) de varios cientos de toneladas caía bajo las fauces de un tiranosaurio. Puede que los dinos tuviesen la sangre fría, pero nuestros lagrimales se calentaron mucho.

Buscando a Nemo (2003)

Las víctimas: Coral, la madre del pececito de marras, y un número considerable de huevos.

¿Por qué nos hizo llorar? Tendrían que pasar ocho años para que Pixar volviese a jugar con nuestros sentimientos de una manera poco escrupulosa. Porque tiene delito mostrarnos a un feliz matrimonio de peces payaso, con su anémona unifamiliar alicatada hasta el techo y un montón de hijos por nacer, para que después el noventa por ciento de dicho clan acabe en el estómago de una barracuda y el único retoño superviviente salga discapacitado. En su momento, este arranque nos pareció de lo más cruel, pero luego llegó el clímax de Toy Story 3, y ahí sí que nos vinimos abajo.

Fiel amigo (1957)

La víctima: Amarillo, un perrazo vagabundo de esos que te dicen "quiéreme" con los ojos.

¿Por qué nos hizo llorar? ¿Has visto Una pareja de tres? ¿Saliste de la sala con un nudo en el estómago? Pues entonces ni te plantees el acercarte a este filme, surgido (qué casualidad) de la factoría Disney y responsable de infinitos traumas infantiles en sesiones televisivas de sábado tarde. El pobre animal del título se gana el cariño de una familia de granjeros, se convierte en compañero inseparable del niño Tommy Kirk, se pierde por esos mundos, vuelve a casa y... ¡Zas! Un combate con un lobo rabioso hace que su propio dueño tenga que matarle de un escopetazo. Qué dolor, lectores, qué dolor.

Pocahontas (1995)

La víctima: Kocoum, un guerrero indio demasiado impulsivo para su propio bien.

¿Por qué nos hizo llorar? Bueno, nosotros ya estábamos creciditos cuando esta película llegó a los cines. Lo suficiente como para que su rollito multiculti, sus canciones por debajo de la media y la Abuela Sauce nos atacasen los nervios. Pero el hecho de que Kocoum no sea un villano, sino más bien un extremista con buenas intenciones, y que nos sea mostrado de cuerpo presente, afectaron profundamente a más de una joven alma. La posterior salida de escena de John Smith fue, nos tememos, la puntilla.

Up (2009)

La víctima: Ellie Fredriksen, amante esposa y zoóloga.

¿Por qué nos hizo llorar? Si necesitas preguntarlo, es que hace muchos años que no te acercas a un cine. Sin palabras, sin hechos extraordinarios, sin artificios narrativos, sin eufemismos y sin aspavientos, sólo con la realidad pura y dura, este montaje entristeció por igual a los niños y a los adultos que vieron el filme. Puede que la calidad de la historia fuese cuesta abajo desde entonces, pero nada nos quitó el sabor agridulce de su comienzo.

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